¿Qué tiene Snapchat que les vuelve locos? Al habla con la generación millennial

Había una vez una red social que nació para mandar mensajes que se borraban a las 24 horas de ser emitidos. Muchos pensaron que su máxima funcionalidad podría estar asociada al sexting, al envío de contenido picante al que sus emisores no quisieran dar demasiada publicidad. Pero, como todo esto de Internet es incontrolable y sorprendente, resulta que Snapchat se convirtió en una app tan y tan divertida que comenzó a crecer en seguidores, en uso, en fans… Y la red del fantasmita es, a día de hoy, una de las favoritas de ese sector social tan fundamental al que llamamos la generación millennial. Pero, ¿por qué? Bueno, ellos mismos nos lo van a contar.

Snapchat, cifras de infarto

Antes de pasar a los testimonios, parémonos un momento en las cifras y números. A lo mejor, sois de redes sociales más clásicas, como Facebook o Twitter, y pensáis que esto de Snapchat es una moda pasajera que tiene los días contados. De eso nada.

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Resulta que Snapchat está ya valorada en 20.000 millones de dólares. Es una de las redes sociales que más ha crecido en este 2016 y cuenta con 150 millones de usuarios en todo el mundo. Pero no usuarios cualquiera. Los más deseados, los más buscados para el target comercial, para esa marcas que invertirán en la red y fomentarán que ésta siga creciendo son los millennials, los jóvenes de 18 a 35 años que se han convertido en la audiencia estrella.

¿Qué más? Las visualizaciones, más de 10.000 diarias para esos vídeos que se esfumarán en 24 horas. En 2015, facturó casi 60 millones de dólares… Y algo que nos puede indicar, al margen de datos, de qué estamos hablando. Sabemos que Snapchat es tendencia básicamente, porque es la red social más influyente e imitada por sus competidores directos, como bien nos muestran las recientes Instagram Stories y Lifestage, de Facebook.

Me gusta Snapchat

Hemos querido dar el altavoz (o más bien la tecla) a los propios usuarios de Snapchat, para que nos cuenten por qué les gusta usar esta red. Anna Martí (31) nos lo explica así: «Soy usuaria de Snapchat porque me entretiene tanto ver como emitir ese tipo de contenidos (en mi caso es una especie de patio de vecinos de gente que conocía previamente por Twitter). Lo que más me gusta es que acerca a amistades sólo virtuales, y en cuanto al contenido que emito, el hecho de que permita poner música, máscaras, etc».

Para César Muela (27), una de sus virtudes radica en la propia naturaleza de la red: «Siempre tengo mucha curiosidad por redes sociales nuevas y la filosofía efímera de Snapchat me llamó mucho la atención desde el principio. Es una red social muy directa y que, justo por su carácter efímero, el contenido tiene mucho valor: o lo ves en las próximas 24h o no lo ves.» Para él, las ventajas de esta red radican en que: «Te obliga a ser creativo porque es un contenido en cápsulas de 10 segundos y que desaparece a las 24h. Justamente porque desaparece es también bueno por cuestiones de privacidad, especialmente para usuarios más jóvenes, que no saben el alcance que pueden llegar a tener las redes sociales. Por otro lado, el hecho de que en Snapchat no sean públicos los seguidores ni tus views hace que la gente que te siga lo haga por tu contenido, no por aquello de los “followers” que sucede en Twitter

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Por su parte, Bollistuff (27), considerada una de las snappers más populares de nuestro país, también nos cuenta qué tiene de especial Snapchat: «Yo diría que es por la comunidad. Si tuviera que resumirlo diría que, al desdibujarse los límites entre el creador y el consumidor, todos nos sentimos partícipes de una comunidad.» Esa comunidad es clave para la ella, y ahí encuentra uno de sus pros más fuertes: «La conversación es privada, eso significa que es importante. No es un monólogo, no es un foro, es una charla de amigos. Me tengo que reír porque mis amigos dicen que soy incapaz de verle desventajas a Snapchat y es cierto.»

 Snapchat es el aquí y ahora, la espontaneidad y diversión irreflexiva y alocada. Por eso gusta a tantos, porque ven una pureza en lo que se cuelga que se aleja de la impostura

Lo efímero, ese Internet del olvido que Snapchat ha puesto de moda, supone una característica crucial para usuarios como Andrés. P. Mohorte (26) que ve muchas interesantes implicaciones relacionadas con ello. «Lo utilizo porque permite contar cosas de un modo que otras redes no ofrecen: Snapchat es el relato-basura de todas las cosas cotidianas de tu vida. Lo ves, lo fotografías y lo subes, sin filtros, sin adornos, sin nada. En un tiempo donde la estética nórdica de perfección púdica se impone por doquier, Snapchat es punk«, comenta.

Snapchat es el aquí y ahora, la espontaneidad y diversión irreflexiva y alocada. Por eso gusta a tantos, porque ven una pureza en lo que se cuelga que se aleja de la impostura.

¿Qué pasa con las otras redes?

Hacer dos cosas a la vez es complicado y, con las redes sociales, si estamos usando una, pues le estamos quitando tiempo a otra. Detrás de esta perogrullada se encuentra una reflexión preocupante para los ejecutivos de las apps: si los millennials están usando esa red de moda, Snapchat, ¿han dejado de visitar sus perfiles de Facebook o Twitter?, ¿perdemos seguidores?, ¿se hunde nuestra popularidad?

Para Andrés Mohorte, la respuesta a si han dejado de usar otras redes es clara, y contundente: «La verdad es que no. Sirven a propósitos distintos. Con Snapchat me relaciono con mi entorno de un modo, con Facebook de otro y con Twitter de otro. De hecho, Facebook y Twitter, por motivos laborales, consumen la mayor parte de mi día. Snapchat es un capricho ocasional al que acudo para romper con mi rutina laboral diaria.»

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Cada red, un propósito vital diferente. Las características de una parecen enfocarla en un objetivo propio, por lo que las diferentes apps podrían tener una coexistencia pacífica. Anna Martí nos comenta: «No he perdido interés en las otras redes, no me ha afectado. De hecho dedico el mismo tiempo a Facebook e Instagram, y es Snapchat la que no consulto si no tengo tiempo.» Y si analiza el tiempo que pasa en cada red diariamente: «Twitter unas 8 horas (todos los días, fines de semana menos), Instagram unos 30-40 minutos (cada día). Facebook unos 2 minutos (no todos los días), Snapchat unos 10 minutos (también puntualmente, antes sí era diario).»

En este punto, también es relevante lo que nos cuenta Bollistuff, pues ella ahora es muy conocida en Snapchat, pero antes, ya lo era en redes como Twitter o YouTube: «Facebook nunca me divirtió porque jamás lo use como persona anónima, es decir, yo no sé lo que es tener en tu muro fotos de antiguos compañeros del colegio, y creo que ahí radica su éxito, en la “familiaridad”. Twitter, por otro lado, ya era mi hogar antes incluso que YouTube. Me siento cómoda con la palabra escrita. Sin embargo, no he perdido interés, mi trabajo es comunicar y adaptar el discurso a cada red social, es un reto diario muy interesante. Lo que si ocurre con Snapchat es que estoy vinculada emocionalmente a la comunidad que tengo allí, para mi es más cómodo –y no por ello fácil- hablar de según qué temas. Así que inevitablemente planto semillas en Facebook y en Twitter, pero si quieres ver los frutos, inevitablemente, te conduzco a Snapchat.» Para ella, además, la expresión «pasar tiempo en redes sociales» tiene unas connotaciones muy claras: «¿Cuánto tiempo le dedica uno a sus amigos? ¿y a su familia? ¿hay un horario para eso? Depende de mi estado anímico. Hay días que me siento con más ganas de crear y otros días solo quiero escuchar. Hay que estar preparado emocionalmente para escuchar y responder y no solo a una persona, sino a muchas. Pasas de tener una conversación muy densa a otra más banal y esos cambios tienen que venir dados por unas condiciones que no son ni medibles, ni predecibles

La opinión de César Muela va en otra línea: «He perdido interés en Twitter, sobre todo, pero no tanto por culpa de Snapchat, sino porque el contenido en Twitter me parece de menos valor. Si vuelves a Twitter después de unas horas, es posible que te hayas perdido cosas interesantes, pero cuesta distinguirlas de toda la “paja” que hay. En Snapchat todo está ahí 24h para que lo veas cuando quieras.» Así distribuye él su tiempo en redes: «En Facebook, por trabajo, 3 o 4 horas al día. Snapchat: 1 hora o 1 hora y media al día. Twitter, 1 hora al día. Instagram: 30 minutos al día. YouTube, 1 hora a la semana.»

¿Y el futuro?

Hay decenas, cientos y miles de seminarios y congresos que se centran en el futuro de las redes sociales. En qué vendrá y cómo será. Adelantarse a la moda, marcar tendencia puede suponer una ganancia económica fundamental. Pero, una vez más, nosotros queremos poner el foco en la opinión de los propios usuarios. Los millennials construyen el futuro día a día, ellos, desde sus gustos y preferencias, imbuidos por la simple querencia, marcan las líneas en las que tantos quieren mirarse. ¿Cómo ven ellos el futuro de las redes, qué necesitan éstas para seguir conquistándonos?

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Bollistuff opina: «Que se vuelvan sociales otra vez, ése es el futuro. Todo es cíclico, no vamos a inventar nada, sencillamente volveremos a los orígenes de las RRSS, cuando en Twitter no solo seguías a 80 personas, sino que encima las leías y comentabas. No es una cosa solo de redes sociales, es algo del momento histórico en el que estamos. La mirada escéptica que hay sobre los más jóvenes me irrita mucho porque suelen hacerla personas que tratan con adolescentes de lejos y con condescendencia. Yo trato con ellos a diario y están más hambrientos de información que nunca, más preocupados y conscientes que hace 5 años, así que irán a cualquier espacio en el que le permitan comunicar y consumir.»

 Snapchat triunfa por la sensación de fugacidad, porque sólo puedes entenderla si eres nativo (porque es la más contraintuitiva que puedas imaginar) y porque se trata de un mundo absolutamente dominado por una generación y casi prohibitivo para las siguientes

Para Andrés Mohorte, es clave que las nuevas redes sepan conectar con el público y sus necesidades concretas. «Entender qué quieren y ofrecer formatos para que se expresen conforme a sus intereses. Twitter esto lo ha hecho muy mal. Facebook lo ha entendido mejor, convirtiéndose en una plataforma donde tienes toda tu vida a tu disposición. Snapchat ha sido la que más ha triunfado ahí: sensación de fugacidad, una plataforma que sólo puedes entender si eres nativo (es la más contraintuitiva que puedas imaginar) y un mundo absolutamente dominado por una generación».

Anna Martí considera que la presencia de las redes en nuestras vidas no se apagará, sino que su relevancia irá en aumento. «Creo que vamos a recurrir a ellas ya de manera habitual hasta que nos destruya un meteorito o nos destruyamos nosotros. Es una forma de comunicación y de ampliación del círculo social habitual, y casi diría fundamental, para mí cambiaron el paradigma de las relaciones sociales (etiquetas, calidad, etc.). Creo que para atraer a un público joven simplemente han de crear modas (las máscaras, recurrir a famosos/ídolos) y, en la medida de lo posible, intentar ahuyentar a un público más adulto (los jóvenes no quieren adultos en sus redes sociales, de ahí que cada vez estén menos en Facebook)«, comenta Martí.

César Muela aborda otro tema en este punto y es que el futuro de cualquier cosa que hagamos en Internet estará vinculado al tipo de dispositivo que usemos: «Creo que el futuro de las redes sociales pasará indiscutiblemente por los formatos móviles y que, más adelante, estarán mucho más presentes en nuestros cuerpos, con wearables, por ejemplo. Para atraer al público joven hay que entender las nuevas maneras de consumo. Facebook para el público joven se ve como una red social anticuada. Snapchat, por ejemplo, se adapta mucho a su manera de comunicarse actualmente, y creo que se trata de eso, de acertar con cómo se comportan y comunican los jóvenes.»

¿Sólo millennial? De eso nada

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Hay un mantra que parece acompañar a Snapchat y que dice que es una red sólo para millennials, para los más jóvenes. Pero, en realidad, esta app ha conquistado a todo tipo de públicos. No podemos olvidar que las redes cautivan a todo tipo de sectores poblacionales y que, cada vez más, vivimos instalados en una realidad social que nos indica que las personas, por más que crezcamos, no queremos perder, por nada del mundo, nuestro espíritu más alegre y divertido. Por eso, seguimos viendo dibujos animados, seguimos consumiendo videojuegos y, por supuesto, seguimos usando herramientas que nos permiten sacar nuestro lado más gamberro, como Snapchat.

David Bonilla (39) nos habla de su experiencia: «Me gusta poder consumir contenido espontáneo, de personas reales, en un mundo donde prácticamente todo esta planificado y editado.» Resalta que la característica principal «todo desaparece en 24 horas» condiciona la actividad, para bien y para mal. A la hora de distribuir su tiempo en redes sociales, reflexiona sobre lo siguiente: «He segmentado más mi contenido en cada una de ellas. Facebook es sólo para publicar hechos relevantes para mi familia y amigos más cercanos. Twitter, para mí, es una red social profesional y en Snapchat saco al idiota y el payaso que tengo dentro». E incluso nos explica una anécdota vivida a través de Snapchat, o una lección de vida, más bien: «Ana me empezó a seguir en Snapchat y, viendo mis vídeos, se dio cuenta de que vivíamos en la misma casa, en la misma comunidad -a la que me acababa de mudar- ahora la conozco en persona y ha sido la manera más original que jamás he disfrutado para conocer a un nuevo vecino.»

Imagen | Cribeo, Google Play, Snapchat

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