Cuando uno se asoma a Internet casi podría asegurar que es nuevo y que está a estrenar. Rara es la página web visitada que tiene más de una década, y todas las aplicaciones, navegadores, sistemas operativos y dispositivos son recientes. Pese a las diferencias, algo muy parecido ocurría cuando en 1950 la gente pisaba sobre el suelo continental y se preguntaba sobre la edad de la Tierra.
Saber cuándo surgió Internet es fácil porque hay registros. Sin embargo, reunir hoy día pruebas del momento en que se creó Internet resultaría tan difícil como los problemas que superó Clair Patterson en 1953 para dar con pruebas del momento en que se creó la Tierra. Y la culpa de todo esto la tiene la subducción.
Las rocas de Clair Patterson y un Internet siempre a estrenar
Corría el año 1948 y un profesor llamado Harrison Brown intentaba averiguar la edad de la Tierra datando las rocas que se encontraban sobre ella. Parecía lógico pensar que la Tierra sería tan antigua como la roca más vieja encontrada en ella.
Del mismo modo, un investigador actual que quisiese datar de manera fiable la edad de Internet solo tendría que encontrar una página que hubiese estado en la red de redes desde el principio. Internet sería tan vieja como la página más antigua encontrada.
Relación entre la pérdida de plomo-207 con respecto al uranio-235 en una muestra de roca de la corteza terrestre. Fuente: Petrología química II: elementos, trazas e isótopos, 2010, Tucumán.
Por suerte para la ciencia, Harrison Brown acababa de inventar en 1948 un nuevo método para contar isótopos de plomo en rocas ígneas, y oliéndose una tarea aburrida por delante delegó la totalidad de las dataciones a un estudiante llamado Clair Patterson, mucho más dispuesto al trabajo de campo. Patterson pronto se dio cuenta del problema que tenía entre manos. Tras varios años de mediciones todas las rocas que analizó parecían relativamente nuevas.
Si hoy día usamos herramientas como whois.domaintools.com para datar una web, encontramos el mismo problema: todas las páginas web parecen modernas. Incluso la información de la clásica World Wide Web, la primera página accesible de la historia, ha pasado por tantos servidores y renovaciones de código que parece más joven (1994) de lo que es en realidad (1991).
Rodeados como estamos de páginas y aplicaciones en constante renovación muchos pueden pensar: ¿Dónde está el principio de Internet? Este se presenta siempre actualizado, y del mismo modo en que en 1948 Patterson no encontraba rocas antiguas, a nosotros nos cuesta dar con páginas web que tengan una edad.
Si el origen de Internet ha existido alguna vez (y es obvio que sí), ¿dónde está?
La deriva continental y la creación de contenido
Algo parecido se preguntó en 1960 Harry Hess. ¿Dónde estaban las rocas más antiguas de la Tierra, y por qué nadie las encontraba? Sin conocer el trabajo de Patterson, que en aquellos momentos andaba midiendo el plomo en la atmósfera, Hess empezó a medir el suelo oceánico para dar con algo inusual.
Resultó que cerca de la Dorsal Mesoatlántica (en azul clarito en la imagen de abajo) las rocas eran totalmente nuevas, de pocos miles de años. Pero a medida que uno se alejaba hacia las costas, las rocas iban subiendo de edad hasta alcanzar los 175 millones de años.
Era casi como si Frank Bursley Taylor, el científico aficionado que en 1908 llamó la atención sobre la sospechosa forma coincidente entre África y Sudamérica hubiese tenido razón. Y sí, la tenía. Pero cuando Bursley expuso su teoría ante la Sociedad Geológica de Londres ocurrió lo que ocurre cuando alguien presenta a los científicos datos que cambian su percepción del mundo: lo negaron todo y se esforzaron por escribir decenas de artículos por cada uno que Bursley publicaba.
El relevo lo tomó Alfred Wegener, un meteorólogo alemán que publicó en 1912 su libro El origen de los continentes y los océanos, proponiendo el modelo ahora aceptado de desplazamiento continental. Incluso tuvo el valor en 1920, después de ser ninguneado por toda la sociedad científica, de publicar una edición revisada que pocos se dignaron a leer.
¿Continentes que se mueven? Venga, hombre.
De hecho, Albert Einstein murió en 1955 dejando bien claro (y por escrito en forma de prólogo) que las formas aparentemente complementarias entre algunos continentes se debían a la casualidad, que estos habían estado siempre donde se encontraban ahora y que no se movían. Y lo dijo incluso después de que Arthur Holmes escribiese su libro Principios de geología física en el que explicaba al detalle el proceso, con datos.
Ahora sabemos que Bursley, Wegener y Holmes tenían razón, y los continentes se mueven empujados por el suelo del océano. La presión del interior de la Tierra debido a los procesos radioactivos de su interior hacen surgir millones de toneladas de roca candente que empujan el suelo oceánico hacia los lados. Y este, a su vez, desplaza la corteza. Así:
El proceso es similar al proceso de creación de contenido y escritura en Internet. Imaginemos la brecha atlántica como el Internet de ahora: magma (contenido) saliendo caliente a una enorme superficie donde ya había muchas otras webs a las que desplaza. Lo que es noticia hoy deja de serlo mañana (se enfría) y se ve empujado hacia los lados por nuevos datos.
A medida que te alejas de la creación de contenido viajas hacia el pasado de Internet, y encuentras páginas y registros más antiguos. Sin embargo, y al igual que ocurre con las rocas, llega un momento en que chocas con una masa más o menos estable de rocas que permanecen a flote en toda esa vorágine de Internet, y curiosamente tienen miles de millones de años. Las montañas de Internet o el Internet estable.
Páginas que llevan dos décadas dando vueltas y sucumbiendo a la presión de otras webs que las han ayudado a ascender y posicionarse como estables. Pero no están todas. Es más, podríamos decir que casi la totalidad del Internet antiguo ha desaparecido.
Pero, ¿a dónde van las rocas viejas? ¿A dónde van las páginas web antiguas? ¿Qué ocurre con todo eso? ¿Por qué estoy leyendo sobre rocas en un artículo de tecnología? ¿Desaparecen las webs por arte de magia?
La subducción (informática) y la despedida de parte de Internet
Ocurre en nuestro planeta, y esto lo descubrió el Harry Hess mencionado antes, que la corteza terrestre actúa como una balsa de rocas que flota sobre un océano movedizo bajo ellas. Las rocas calientes (el contenido de Internet) que surge de la Dorsal Mesoatlántica a alta presión empuja las rocas más antiguas (contenido publicado previamente) hasta que acaba por barrerlas bajo la corteza de los continentes.
Esquema de la subducción informática. Fuente propia
De vez en cuando, como si se tratase del magma de un volcán, algún contenido del Internet antiguo surge procesado por algún punto de Internet para acabar congelado en la “zona estable”, como hace Archive.org con miles de webs que en su día desaparecieron. Y ahí están webs totalmente obsoletas páginas como zombo (1999), dolekemp (1996) o Welcome to Netscape (1993), supervivientes pasados de moda de un Internet más antiguo. Ligeramente apartadas, pero existiendo.
Aunque casi todo el Internet de los 90 y de décadas anteriores ha sucumbido sepultado por contenido moderno y nuevo hardware.
Si hoy día alguien trata de demostrar que Internet nació en 1969 con la unión de cuatro universidades estadounidenses y que en 1971 23 ordenadores configuraron la ARPANET, tendríamos que ir a los museos donde se exponen alguno de sus componentes originales.
No deja de ser curiosos dos puntos: el primero, que tendríamos que salir de Internet para comprobar la edad de Internet; y el segundo que fue a Clair Patterson a quien se le ocurrió la idea en 1953, cuando se puso a buscar rocas de fuera de la Tierra (meteoritos) para determinar su edad.
En Nobbot | Gobernanza de internet…pero, y eso… ¿exactamente qué es?
Imágenes | peshkov, Universo Marino, Dorsal Mesoatlántica, Fuente propia