La tecnología de vigilancia, ¿una aliada o el fin de nuestra privacidad?

En la primera mitad del siglo XX, cuando George Orwell introdujo el concepto futurista de ese Gran Hermano que todo lo ve, la vigilancia a través de cámaras y otras tecnologías era aún muy limitada. Qué pensaría ahora el autor de 1984 sobre la sofisticación que han alcanzado las tecnologías de vigilancia que hoy nos acompañan, o más bien nos siguen, a casi a cualquier parte del mundo. Así, utilizamos drones para controlar los lugares donde se producen incendios, satélites para observar desde el espacio nuestro planeta y salvar de la extinción a distintas plantas y animales, e incluso existen tecnologías de vigilancia que nos ayudan a luchar contra diferentes delitos.

Es obvio que las grandes masas de población se concentran hoy en las ciudades, con todo lo que suponen de concentración de público, ruido,altos niveles de tráfico… Fenómenos todo ellos que, para una correcta convivencia, han de ser controlados y regulados por las autoridades. En este contexto, las tecnologías de vigilancia se han convertido en un aliado excepcional frente a tiempos anteriores, en que era más difícil vigilar a aquellos que aprovechaban la confusión de las grandes urbes para saltarse las normas y cometer delitos.

Pensemos, por ejemplo, en la ayuda que han supuesto las nuevas tecnologías en los grandes atentados terroristas que se han vivido en distintas ciudades del mundo en los últimos años. En muchos de ellos se ha podido conocer la identidad de los autores de los mismos, en ocasiones muertos en el propio atentado, gracias a los modernos sistemas de vigilancia.

Es cierto que esta omnipresencia de la tecnología en las calles y edificios genera enfrentamiento entre aquellos que defienden la privacidad y los que están dispuestos a ceder parte de la misma en favor de la seguridad.

Sin embargo, y sin obviar la importancia de esta polémica, vamos a exponer algunos ejemplos prácticos del uso de las tecnologías de vigilancia para ayudar a los ciudadanos.

TECNOLOGÍAS DE vigilancia PARA LUCHA contra el crimEn

El transporte público y el gentío que en él se concentra, en especial en horas punta, hacen de éste un lugar ideal para la labor de carteristas y rateros. Qué mejor sitio para, aprovechando la confusión, hacerse con lo ajeno o engañar con sutiles trucos para robar móviles, monederos o carteras sin que sus dueños se den cuenta. En el vídeo que se incluye a continuación, en el que un habilidoso ladrón distrae con un ardid a los viajeros para hacerse con algunas de sus pertenencias, podemos ver una muestra de la utilidad de las cámaras de vigilancia para descubrir al autor de un delito que, de lo contrario, podría no haber sido identificado y salido indemne de las consecuencias del mismo.

De la misma forma, ante la duda sobre la veracidad o no de unos hechos denunciados, estos mismos elementos de vigilancia pueden ser una herramienta muy útil para descubir a los mentirosos.

Pero las cámaras de vigilancia no solo ayudan a las autoridades en la lucha contra infracciones menores. También han contribuido en ocasiones a esclarecer hechos criminales tan graves como un asesinato o un intento de homicidio sin testigos. Así, por ejemplo, en 2015 Peter Gold, un estudiante de medicina de la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans, conseguía salvar a una mujer de ser secuestrada a punta de pistola por otro joven, de nombre Euric Cain. Como consecuencia de su intervención, Gold recibió un disparo en el abdomen y a punto estuvo de morir de otro en la cabeza, del que solo le salvó que la pistola de su agresor se escaquillara. Esto se produjo en una calle desierta y altas horas de la noche, por lo que seguramente este intento de homicidio no habría tenido ninguna consecuencia para Cain dada la falta de testigos del mismo. Sin embargo, sí había un espectador inesperado: la cámara exterior de una oficina de un empresario de la zona que grabó todos los hechos y permitió identificar y atrapar a este delincuente.

El ojo que todo lo ve… y lo analiza

La aparición de la inteligencia artificial ha hecho aún más sofisticados los actuales sistemas de seguridad, permitiendo incluso monitorizar e interpretar los movimientos los ciudadanos. China es hoy uno de los países más avanzados en esta tecnología, gracias a la potente red de vigilancia que ha montado utilizando la información que proporcionan los 20 millones de cámaras inteligentes que observan sus ciudades y que utilizan complicados algoritmos para saber exactamente lo que tienen que buscar.

El sistema, de nombre Sky Net, puede no solo atestiguar sobre la comisión de un délito sino también hallar a su autor en cuestión de segundos. Para ello solo necesita contar con la imagen del sospechoso y cruzar la información que le proporcionan las millones de imágenes que recoge diariamente para saber dónde está e indicárselo a las autoridades. Sin embargo, este espionaje continuo al que somete Sky Net a los habitantes del gigante rojo también ha despertado suspicacias ante la presencia de este ojo que todo lo ve, más allá incluso de delitos o crímenes, lo que se considera una intromisión exagerada en la vida de sus ciudadanos.

VIGILANTES ATENTOS A TODO LO QUE SUCEDE EN LA SUPERFICIE TERRESTRE

La aparición de los satélites ha supuesto un cambio definitivo en la forma de observar el mundo, ya que ha permitido mejoras en ámbitos tales como los sistemas de posicionamiento (GPS), la agricultura de precisión, la respuesta de emergencia ante desastres naturales, la monitorización de infraestructuras e, incluso, el rastreo de fraudes inmobiliarios o el descubrimiento de delitos desde el espacio.

Hasta ahora el mayor obstáculo en la búsqueda de nuevas aplicaciones para esta tecnología era su elevado coste. Sin embargo, esto podría dejar de ser un problema gracias a las soluciones que proporcionan firmas como Planet, que tiene en órbita más de 150 satélites -a los que llama Doves (palomas), con un coste tan reducido como su tamaño: algo así como una caja de zapatos. Estos pequeños observadores toman hasta dos fotografías por segundo del espacio que controlan, lo que hace posible un seguimiento continuo de la transformación de la superficie de la tierra-

Planet trabaja ya con organizaciones como la Asociación de Conservación de la Amazonia, monitorizando por ejemplo la deforestación de su superficie en Perú, o con Amnistía Internacional, en la detección y control de conflictos armados. Incluso algunas cabeceras de periódicos, como USA Today, le han solicitado en alguna ocasión imágenes para, por ejemplo, buscar pruebas de ataques en ciudades de la guerra que se está desarrollando en Siria.

Con este grado de vigilancia, parece imposible que exista algún lugar en el mundo en el que algo pueda ocultarse a estos pequeños observadores que nunca duermen, lo que obliga a aplicar ciertas limitaciones éticas para evitar un uso malintencionado de la cantidad ingente de información que ofrecen.

Así, por ejemplo, Planet asegura que nunca proporciona imágenes que puedan ser utilizadas de forma perjudicial para la sociedad. Y también aplica restricciones para respetar la intimidad de las personas, evitando, por ejemplo, que las figuras humanas puedan ser distinguidas de forma nítida.

¿PRIVACIDAD FRENTE A SEGURIDAD?

Lo que es indudable es que el debate entre privacidad y seguridad está servido. Y más aún en un mundo en el que vivimos en un estado de exposición permanente, no solo gracias a estas tecnologías de vigilacia sino también a la información que nosotros mismos proporcionamos de nuestras vidas y de las de otros a través de Internet y las redes sociales.

Estos datos personales que «regalamos», de forma consciente o no, son analizados por algoritmos entrenados para elaborar nuevas estrategias de marketing, estudiar nuestro comportamiento o incluso, llevados al extremo, investigar y hasta reproducir una conducta anómala o psicopática.

Quién no ha buscado un determinado producto por Internet y se ha sorprendido luego cuando en su perfil de una red social se le bombardeaba con anuncios al respecto sin que exista relación aparente entre ambos entornos.

En definitiva, vivimos en una sociedad en la quizá sea en el futuro un verdadero artículo de lujo.

Y es que la tecnología no deja de avanzar para hacer cada vez más difícil, y hasta imposible, escondernos de esa permanente vigilancia. En este sentido, Ross Anderson, profesor de Ingeniería de la Seguridad de la Universidad de Cambridge, opina para National Geographic que «tenemos que empezar a pensar a 20 años vista, porque para entonces estará aquí la realidad aumentada, un Oculus Rift 2.0 con al menos 3.000 píxeles por centímetro». De esta forma, se podrá ver desde miles de kilómetros de distancia hasta la contraseña que marquemos en nuestro móvil, indica este experto.

¿Estamos llegando demasiado lejos en la vigilancia a la que nos estamos sometiendo a través de la tecnología? El tiempo nos lo dirá.

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