¿Se te acumulan series, pelis y libros que ver y leer? Tú también eres víctima del tsundoku

La sociedad digitalizada es también la sociedad de los mil y un estímulos culturales. Todos esos libros, cómics, reportajes que leer. Todas esas películas, series o documentales por ver… Tantos, que incluso podemos llegar a agobiarnos. Así es como el tsundoku se ha convertido en uno de los males de nuestro tiempo.

¿Qué es el tsundoku?

Como tantas veces, acudimos a la cultura japonesa para explicar un concepto para el que no tenemos palabra, pero que ellos ya han acuñado. Tsundoku es la unión de dos términos. Tsumu significa apilar y doku, leer. Las dos unidas nos hablan de algo muy común en nuestras vidas. Comprar libros y más libros para después nunca leerlos. No porque no queramos, sino porque no existen horas en el día para poder ponernos manos a la obra.

Tiene un algo de síndrome de Diógenes todo esto. Nuestras estantería y armarios se llevan de lecturas que tal vez incluso olvidamos que tenemos, pero de las que, ni por todo el oro del mundo, nos vamos a desprender. Y aún así, seguimos acudiendo a esa librería antigua o nueva, en la que descubrimos un nuevo ejemplar que, sí o sí, deseamos tener. Porque hay algo en esa posesión, en esa manera de acumular que parece complacer a nuestra mente. No somos capaces de leer todos esos libros pero tenerlos, parece llenar nuestro espíritu.

El mundo audiovisual

Ahora, esa palabra que se aplicaba a la literatura, ha dado un salto más y se ha plantado en medio de nuestra experiencia audiovisual. Tsundoku está comenzando a aplicarse a la acumulación de series y películas que tenemos pendientes de ver, una lista que no hace más que crecer.

Todo esto pasa por el boom de series de ficción en el que vivimos inmersos. Hasta hace unos años, nuestra relación con la tele podía ser más o menos especial, pero después de cenar, consistía en sentarnos delante de la pequeña pantalla y elegir entre una oferta bastante limitada, la que ofrecían los canales de televisión generalista. Escogíamos una serie, película o programa sin darle muchas vueltas a la cabeza.

Pero ahora, ahora eso es imposible. Ahora somos seriéfilos compulsivos, necesitamos estar al día de las novedades internacionales más terroríficas, vanguardistas, lacrimógenas, históricas, divertidas… O todo al mismo tiempo. Ya no podemos «desperdiciar» nuestro valioso tiempo delante de cualquier ficción. Analizamos con cautela el qué y el cómo y elegimos la afortunada serie que veremos a continuación con mucho cuidado. Somos sibaritas, gourmets de las series. Las paladeamos o las engullimos compulsivamente a modo de maratón nocturno. Pero todo en vano, la lista de series que tenemos pendientes sigue creciendo.

Algunas cifras para que nos duela más aún la cabeza. Según un reciente estudio del canal FX, durante 2016 se emitieron 455 series originales, lo que supone un 7% más que el año anterior y un, atención, 137% más que en 2006. Así pues, la cantidad de series para ver es, simplemente, imposible. Todos tenemos un amigo que nos dice «¿Pero aún no has visto esta serie que te recomendé? No sabes lo que te estás perdiendo».

La tele es el nuevo cine

Por supuesto, responsables de esta situación son las plataformas de VoD cuyo uso está comenzando a crecer. Netflix llegó con su videoclub online en octubre de 2015. Hace poco, hicieron lo propio compañías como HBO España o Amazon Video. Son empresas que apuestan muy fuerte por sus contenidos originales, con los que quieren enganchar a sus usuarios y atraer a los que todavía no lo son. Y, de paso, aumentar nuestro tsundoku.

¿Qué mola más: trabajar en la tele o en el cine? Hace unos años, no demasiados, esta pregunta tenía una respuesta muy sencilla. Ahora, muchos dudarían. El llamado séptimo arte siempre tiene un lugar de oro en el corazón. Pero lo cierto es que la calidad televisiva se ha incrementado muchísimo. Algunas series clásicas se concebían para poder ser vistas mientras se realizaba otra tarea en la casa, no se necesitaba prestar demasiada atención.

Pero, todo eso ha cambiado y mucho. Las series apuestan por argumentos y tramas más complejos, por personajes con matices, por giros inesperados y por lo políticamente incorrecto. Hay de todo tipo y para cualquier tipo. Más lineales y más complejas, miniseries concebidas como piezas de arte. Ya no nos sorprende cuando nos enteramos de que un actor o un director se van a pasar a la tele a hacer una serie. Nos hablan de la actualidad, mucho más que una película que puede tardar años en producirse. Son valientes y arriesgadas, están pegadas a la vida y a nuestra rutina. Conseguimos identificarnos con sus protagonistas, por muy diferentes que sean a nosotros por el nivel sicológico con el que se tratan sus personalidades.

El nivel de autoexigencia

El fenómeno tsundoku también tiene mucho que ver con la realidad en la que vivimos. Presionados para ser felices, obligados a gozar y a devorar todas las opciones vitales. A probar todos los deportes, todas las comidas, todos los colores de pelo… la exigencia cultural crece. Ya que podemos hacer lo que nuestros antepasados ni siquiera soñaban, disfrutar de nuestro tiempo libre, estamos obligados a no desperdiciarlo. Y ello pasa por alimentar nuestra mente.

Leer libros nos hace más listos ¿y ver series también? Como buena obra artística, nos ayudan a abrir nuestra mente y concebir otras realidades. En una conversación actual entre un grupo de amigos, no es extraño que lleven la voz cantante aquellos que lleven al día las series más actuales. Aquel que no está al día con ‘Juego de Tronos’ no sólo sufre tsundoku, sino también marginación. Ver series está de moda y como si fuéramos forofos de un club, esperamos con ganas la próxima temporada de nuestra ficción favorita.

Marchando tsundoku de fresa

Del dicho al hecho. No pensamos cerrar este artículo sin incrementar un poco esa mochila del tsundoku que todos cargamos.

Por ejemplo, ¿habéis visto ‘The Wire’, ‘Los Soprano’, ‘A dos metros bajo tierra’, ‘Deadwood’, ‘Battlestar Galactica’ y ‘Breaking Bad’? Pues están consideradas como algunas de las mejores series de la historia. Entre los clásicos del cine que no nos podemos perder, tenemos por ejemplo la lista de 100 títulos que elaboró THR en 2104, tsundoku puro con nombres como ‘Los siete samuráis’, ‘Ciudadano Kane’, ‘El padrino’, ‘Casablanca’, ‘La lista de Schindler’, ‘Matar un ruiseñor’ o ‘Chinatown’.

Y cómo olvidar los libros, el fascinante elemento cultural que nos ha acompañado durante siglos. Así, Time pone entre nuestras obligaciones lectoras obras como ‘1984’, ‘El conde de Montecristo’, ‘El cuento de la criada’, ‘Rebelión en la granja’, ‘Crimen y castigo’ o ‘Cien años de soledad’.

Tenemos tsundoku para rato.

Imagen | Pixabay

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