¿Cómo es el día a día de un abogado robot?

Tendemos a pensar que los robots nos van a robar el empleo, que esas estimaciones apuntando a 2040 como el final del sistema de empleo actual son una amenaza directa contra todo aquello que hemos logrado construir durante décadas. Nada más lejos.

Recientemente se señaló, con argumentos sutiles, que tal vez el problema sea más amplio, sobre el que no conviene buscar un único culpable: al fin y al cabo la educación que están recibiendo nuestros hijos hoy está severamente condicionada por el mundo que nos rodea. Y ese mundo nada tiene que ver con el que ellos habrán de abordar cuando su vida laboral dé comienzo.

¡SOCORRO: HAY UN ROBOT EN EL DESPACHO!

Según los algoritmos de la web Will robots take my job?, sólo existe un 3,5% de posibilidades de que los abogados sean sustituidos por robots. Entonces, ¿de qué estamos hablando? Bien, cabe matizar que no es lo mismo el derecho procesal penal, que el civil, administrativo, laboral o constitucional.

Igual que no es lo mismo representar a clientes humanos en litigios penales o civiles que asesorar con transacciones legales: existe la suficiente compartimentación para que, cuando hablamos de Derecho en términos genéricos, nos estemos refiriendo a un montón de áreas complementarias. Y es aquí donde entra en juego el robot.

¿Insinuamos que serán sustituidos antes los becarios o responsables de labores estrictamente administrativas? Sí. Bueno, se trata de una buena noticia para todos, ¿no es cierto? No obstante, aún estamos en esa pausada transición del analógico al digital, con sistemas como Minerva, LexNET o visor Horus listos para intercambiar información entre órganos judiciales con la mayor celeridad posible.

PENSEMOS DE FORMA PRÁCTICA

Volvamos al principio: un robot no va a robar el empleo a nadie. Aún no han adquirido esa perversa conciencia que espolee sus movimientos hacia nuestra anulación total. Pero sí hemos visto a firmas profesionales contratando los servicios de Inteligencias Artificiales para mejorar las defensas de sus clientes.

Tal es el caso de Baker & Hostetler, quel contrata ocasionalmente a ROSS Intelligence, una IA creada por IBM a partir de su plataforma de inteligencia cognitiva Watson. ROSS escucha las preguntas sobre distintas problemáticas legales, analiza la sintaxis y ofrece su respuesta en firme basándose en su base de datos, sobre la que se han dispuesto todas las leyes, códigos, precedentes y normativas vigentes.

Según procede y con una efectividad y velocidad propia, esta forma de trabajar evita que un equipo de abogados se vea enterrado de tomos sobre leyes ambiguas. Pero, en esencia, lo que ROSS hace es dar consejo, servir de consulta interactiva en un mundo que cada día se mueve más deprisa por estricta necesidad.

Si hablamos del día a día, en su dieta no existe un lavarse los dientes, calarse la corbata y acudir a la oficina: todo está centralizado en uno o varios ordenadores conectados a un servidor remoto. ROSS es lo mismo que Alexa, SIRI o Cortana: un nombre artificioso para un ente intangible.

SOLUCIONES DIGITALES PARA PROBLEMAS DIGITALES

Cuando hablamos de la supresión de abogados, también hacemos referencia a las legaltech, servicios online que reducen la necesidad de acudir a un servicio jurídico en su modalidad tradicional, ofreciendo a cambio herramientas de software.

¿Sigues recibiendo la factura móvil tras cambiar de companía? ¿Te han perdido la maleta en el aeropuerto? ¿Acaban de pedirte el divorcio y eso de «bienen gananciales» te suena a extranjerismo raro? ¿Alquileres o cláusulas de suelo caducas?

Las legaltech se presentan en forma de app móvil o servicio online para litigar a toda velocidad con trámites que no requieren de un despacho especializado. Podríamos hablar de RocketLawyer, de Reclamador, la comunidad Docracy o la plataforma LegalZoom.

Lo más sorprendente, diría el profano, es que para este tipo de servicios no es necesario un abogado. Tan sólo una IA con las leyes vigentes y a punto. Y, cuanto más digitales son las cuestiones legales, mejor servicio ofrecen: están hablando el mismo lenguaje.

¿Y QUIÉN DEFIENDE A LOS ROBOTS?

Los robots cometen errores, hasta el punto de comprometer la vida de otro trabajador: no se trata de un asesinato, sino de un accidente, derivado en gran medida por un error humano. La demanda, en cualquier caso, ha de interponerse contra la empresa, la dueña de los robots.

Pero esos robots también tienen derechos. La eurodiputada socialdemócrata luxemburguesa Mandy Delvaux ya presentó un proyecto de Informe con intención de acotar los derechos de propiedad y las responsabilidades legales que conlleva el uso de robots. Por su parte, voces como Pawel Kwiatkowski apuntan a que «el derecho civil no reconoce al robot». Se prevén cambios.

Es apremiante, en cualquier caso, tomar decisiones en alguna dirección. Un grupo de intelectuales conformado por refutadas voces como Stephen Hawking, Steve Wozniak, Noam Chomsky o el propio Elon Musk, director de Tesla, ya presentaron un manifiesto donde alertaban de los peligros que implica trabajar con robots que, más pronto que tarde, adquieran consciencia del trabajo realizado. Es decir: ¿se sentirán correctamente remunerados, seguros y legalmente avalados?

Deep Mind es capaz de aprender sobre lo vivido, sobre los errores cometidos, además de enseñar a otras IA más primitivas. El modelo de redes neuronales artificiales imita la estructura de los procesos biológicos, por los que un conjunto de neuronas aprende y asocia una reacción a cada acción. Gracias a este aprendizaje profundos y algoritmos, como el Explainable Artificial Intelligence (XAI), hemos conseguido que una IA reconozca ilustraciones e incluso dibujar sobre ellas.

Pocas leyes son gobierno de lo inamovible. Son permeables a los cambios, a nuestra evolución como animal social. Y en este punto, los robots dominados por Inteligencias Artificiales adaptativas están tanto o más preparadas que el mejor de los doctorados en cualquier ciencia jurídica.

En Nobbot | Los robots tendrán derecho a no tener derechos (y a Asimov le pitarán los oídos)

Imágenes | Pixabay, Stocksnap

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