Insectos, algas y biotecnología, así será la alimentación del futuro

Una de las pasiones que todos compartimos es la comida. Nos gusta degustar los platos tradicionales que siempre ha preparado nuestra familia. Nos encanta probar sabores nuevos que nos llegan de lugares recónditos. El ser humano tiene una relación muy especial con los alimentos. De hecho, si lo pensamos un poco, nos daremos cuenta de que todas nuestras celebraciones se gestan alrededor de un banquete: Navidad, cumpleaños, bodas… Pero también encuentros con los amigos o citas con nuestras parejas. Por eso, no podemos evitar preguntarnos y fantasear un tanto, ¿cómo será la alimentación del futuro?

Una pequeña reflexión

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En la presentación, nos hemos lanzado a hablar de algo que compartimos los seres humanos seamos como seamos y vengamos de donde vengamos: la pasión por la comida. Pero cuando hablamos de la alimentación del futuro, la reflexión nos lleva a algo más. No sólo podemos imaginar en todos esos alimentos «novedosos» que llenarán nuestra despensa. Pensar en la alimentación del futuro es pensar en cómo evolucionará nuestra vida y nuestra casa. Y cuando decimos nuestra casa, nos referimos a nuestro planeta, a esa naturaleza que nos provee de todo lo que necesitamos.

Somos seres cada vez más conscientes de todo lo que nos rodea y de los problemas que ciertos hábitos adquiridos pueden suponer en el futuro. El cambio climático o el consumo masivo de recursos naturales plantean grandes retos de cara a un tiempo en el que cuidar del entorno es clave para que éste nos siga aportando los alimentos necesarios para vivir, a través de un equilibrio que pueda cubrir nuestra existencia y la de generaciones venideras.

La alimentación del futuro se enfrenta a muchos retos, como el hecho de que sea más saludable. Y no sólo hablamos de tener una dieta equilibrada en la que los nutrientes sean los que nuestro cuerpo precisa, sino también de tener en cuenta cómo son procesados esos alimentos, de qué manera llegan a nuestra mesa y de qué forma podemos contribuir todos en esa apuesta por la calidad y la salud en cada uno de los pasos.

Alimentación y futuro, un viaje de vértigo

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Insectos. No nos andemos con tapujos y digámoslo claramente. En el futuro, estos pequeños seres nos nutrirán a diario. ¿Cuáles son sus ventajas? Pues la primera, el índice de reproducción que alcanzan, insuperable para cualquier mamífero y que puede solventar el problema de la sobrepoblación de nuestro planeta. Se prevé que en un no tan lejano 2050, la población sea de 10.000 millones de seres humanos. Los insectos serán una estupenda solución por resultar eficientes y menos contaminantes que la crianza de otras especies. Además, nos aportan todo tipo de nutrientes.

Uno de los productos que marcará la alimentación del futuro y que cada vez nos resulta menos extraño en las cocinas son las algas. Los vegetales del mar están siendo, de hecho, reivindicados por más y más chefs y maestros en alta cocina. Sus propiedades son una lista maravillosa que incluye riqueza en minerales y vitaminas C, D, E, K…. Ayudan al correcto funcionamiento de las glándulas tiroides, suparrenales y la pituitaria. Y, en fin, contribuyen a la salud y fortaleza del sistema inmunológico. En una línea complementaria, el cultivo de microalgas se está desarrollando más y más y se espera que los polisacáridos que se encuentran en estos productos ayuden a concebir nuevos alimentos de todo tipo, desde chocolates a sopas, snacks o salsas.

Otro de los aspectos que tendremos muy en cuenta será el uso de los llamados envases inteligentes, algo propiciado por las nuevas tecnologías y la era digital en la que vivimos. En el futuro, los envases ayudarán a que los alimentos se conserven mejor, eliminando olores pero también «destilando» activos como antioxidantes, que puedan alargar la vida de ese producto. Ya se trabaja en la inclusión de chips que, además, informarán al usuario de todo lo que necesita saber sobre el alimento: como su fecha de envasado o sus características nutricionales.

Los alimentos transgénicos también formarán parte de esa revolución alimentaria que el futuro nos traerá. El temor que hay respecto a este tema es mucho, en parte por el desconocimiento que tenemos respecto al trabajo que se está realizando. Nos imaginamos a nosotros mismos alimetándonos de sardinas con sabor a ternera o pollos con dos cabezas, pero lo cierto es que muchos estudios se centran en evitar problemas muy preocupantes para nuestra sociedad. Como las investigaciones que llevan a tratar a los cerdos para que sean capaces de segregar fitasa para que sus excrementos contaminen menos. Los avances en biotecnología nos lanzan a una realidad con muchas posibilidades. El famoso arroz dorado es un buen ejemplo de ello. Se trata de un arroz modificado genéticamente para que posea betacarotenos y ayude a paliar el déficit vitamínico de pueblos enteros que cuentan con este cereal como alimento principal.

Una de las tendencias que ya se está viviendo y que el futuro propiciará será la creación de más y más huertos y granjas verticales. Nuestro planeta es finito y el uso de la tierra no es ilimitado, por mucho que veamos ante nuestros ojos grandes extensiones. El problema de suministrar productos naturales es aún mayor cuando hablamos de grandes ciudades, en los que kilómetros de edificios parecen no dejar lugar al cultivo vegetal. Los huertos verticales son una poderosa solución que permitirá que cualquier ciudadano disfrutar de alimentos frescos mediante los avances de la cultura hidropónica.

Nuevos conceptos

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La alimentación del futuro se da en pequeños pasos que vivimos desde hoy mismo y que marcarán las pautas de cómo será la forma en que nos nutriremos en los siglos venideros. Para todo ello, cobra una importancia fundamental aprender a conocer los nuevos términos que surgen en torno a este tema.

La dieta genética es uno de esos conceptos que son tendencia y que se desarrollará más en el futuro. Su premisa se basa en elaborar una alimentación única y adecuada para cada persona o más bien, para sus genes, mediante el estudio del ADN de cada individuo. Su fundamentación reside en la idea de que cada ser humano es completamente diferente, tiene sus peculiaridades, marcadas a través de los genes, por lo que los alimentos que nos benefician o nos ayudan a adelgazar son distintos según cada persona.

Otros de los productos que, sin duda, definirán el futuro de lo que comemos son los alimentos funcionales. Se trata de alimentos que, además de aportarnos nutrientes esenciales para la vida, nos conceden beneficios extras y muy recomendables para cuidar de nuestra salud. Sobre todo, nos ayudan a prevenir y tratar diferentes enfermedades. Los más conocidos son los probióticos que contienen microorganismos vivos que contribuyen a que nos encontremos mejor. Pero también existen los prebióticos, que favorecen al desarrollo de bacterias beneficiosas para nuestro organismo.

Tenemos teléfonos inteligentes, ropa inteligente, electrodomésticos inteligentes, coches inteligentes… Así que, ¿cómo no íbamos a tener alimentos inteligentes? La alimentación del futuro apostará por la nanotecnología para ayudarnos en muchos aspectos. Desde alimentos que son capaces de ir mutando su color para indicar que han perdido frescura a productos de los que podremos analizar su comportamiento dentro de nuestro cuerpo, una vez ingeridos. Y, por supuesto, comida tratada para que pueda ayudarnos a curar enfermedades.

Imagen | Pixabay

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