¿Baterías estelares? Así podríamos guardar estrellas para cuando se acabe el universo

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El universo se va a acabar, al menos, tal y como lo conocemos, dentro de muchos miles de millones de años. Entonces ocurrirá un hecho increíble: la luz de una galaxia no llegará a otra porque el espacio intermedio se estirará más rápido de lo que los fotones son capaces de avanzar.

Y entonces cualquier civilización quedará aislada del resto del universo. Esto implica que podría quedarse sin energía. Pero no nos preocupemos, que hay un plan en marcha.

Los survivalist, generalmente norteamericanos, son aquellas personas que construyen búnkeres con víveres dentro. Como si de un survivalist galáctico se tratase, Dan Hooper, responsable del Grupo de Astrofísica Teórica en el Laboratorio Nacional Fermi, ha escrito un artículo más que interesante. Su propuesta, usar esferas de Dyson para guardar y transportar estrellas.

Las estrellas que dejaremos de ver y no podremos usar

Nadie ha tenido energía oscura en la mano –formalmente podría no existir– pero sabemos que está poniendo patas arriba el universo. Sí, algo que no existe puede actuar, como la falsa fuerza gravitatoria. Nosotros la percibimos como una fuerza y la llamamos “Fg”, pero en realidad es la manifestación de la curvatura del espacio-tiempo. Formalmente, es virtual.

Según Dan Hooper, una de las personas que más sabe sobre energía oscura y expansión del universo, dentro de aproximadamente 100.000 millones de años todas las estrellas fuera de nuestro Grupo Local serán físicamente inaccesibles. No podremos viajar a ellas y ni siquiera las veremos. Bajo estas líneas podemos observar el grupo local, con la Vía Láctea en el centro.

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En su trabajo ‘Vida versus energía oscura: Cómo una civilización puede resistir la expansión acelerada del universo’ (2018), Hopper plantea la posibilidad de que las civilizaciones construyan esferas de Dyson. ¿Por qué? Bueno, supongamos que somos una civilización de tipo III en la escala Kardashov. El tipo de civilización que usa la energía de toda una galaxia para funcionar.

Al mirar al cielo nocturno observamos (con telescopios) cómo las estrellas más lejanas empiezan a desaparecer. No es que dejen de estar ahí, pero su luz viaja más despacio de lo rápido que se estira el universo entre nosotros y las estrellas. Como consecuencia, jamás podremos viajar a ellas. Si nuestra energía viene de las estrellas, más nos vale tener unos cuantos soles guardados. ¿El recipiente? Las esferas de Dyson.

Pelotas de ping-pong estelares

Imagina un estanque infinito y miles de pelotas de ping pong flotando. En este prototipado, cada pelota representa una estrella. Ahora imagina que el estanque se expande en todas direcciones y que las pelotas se alejan muy lentamente unas de otras. Ya tenemos un universo simplificado.

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Algunas pelotas, debido a remolinos y velocidades previas, se mantienen agrupadas durante más tiempo. Estas tendencias a permanecer agrupadas representan anomalías gravitatorias como la del Gran Atractor y el hipercúmulo de Laniakea. Otras pelotas, por contra, desaparecen rápidamente de la visual del resto de pelotas. Eventualmente, todas se quedarán solas.

Lo mismo que a las pelotas de ping pong les ocurrirá a las estrellas, pero el astrofísico Dan Hooper ha visto la respuesta en las esferas de Dyson. Estas son enormes estructuras que rodean estrellas para captar toda su energía. Fueron propuestas por Freeman J. Dyson durante la década de 1960, y la ciencia ficción se enamoró de ellas.

Hoy en día buscamos estas estructuras espaciales porque así encontraríamos vida extraterrestre. De momento, sin éxito, por supuesto. Aunque cada vez tenemos más herramientas para buscar a E.T., como la que nos propuso el astrofísico Héctor Socas-Navarro hace unos meses. Pero volvamos a Dan Hooper.

En su momento, su propuesta podría ser la solución para dar más tiempo a una civilización en un universo moribundo. Aunque, en la metáfora del estanque y las pelotas de ping pong, ¿qué ganamos si rodeamos algunas pelotas de una esfera más grande? Nada, porque estas seguirían alejándose.

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Pero todavía falta un punto importante. Ya hemos desmontado varios sistemas solares para atrapar una estrella y podemos drenar su energía. Pero ahora hay que hacerla ‘portátil’.

Cómo una civilización puede resistir la expansión acelerada del universo

El truco está en lo que sabemos de las esferas de Dyson. Si desmontamos todos los planetas, Júpiter incluido, no nos daría para rodear el Sol con placas solares. Esto hace que no podamos construir una esfera de Dyson hoy en nuestro sistema solar, pero sí podemos saber cómo se comportará mecánicamente. Y resulta que parte de la radiación de la estrella escaparía de ella.

Volviendo al estanque, imaginemos que las pelotas de ping pong liberan oxígeno del mismo modo en que las estrellas liberan radiación, y que las rodeamos con globos (globos de plástico de toda la vida) que harán de “esfera de Dyson”. Ya tenemos nuestra maqueta del universo al final de sus días.

En la maqueta del estanque, las pelotas de ping pong liberan oxígeno y hacen que la boquilla del globo la expulse, pero solo en una dirección y no en todas. Como consecuencia, las pelotas de ping pong se mueven por el estanque.

En la realidad, las estrellas liberan radiación que la esfera de Dyson solo permite que salga en una dirección. Un mecanismo similar podría estar frenando las sondas Pioneer, que al parecer radian calor en dirección contraria a su avance.

Así conseguimos que la estrella viaje por el universo hacia donde nosotros queramos. Ya tenemos baterías estelares que, además, se mueven. Aquí está la clave de todo. Si esta dirección es contraria al horizonte de sucesos, la estrella se acercará a nosotros y evitaremos que ‘caiga’ al otro lado.

Podríamos hacer que millones de estrellas avanzasen en dirección contraria a la expansión del universo desde nuestra perspectiva. Con ello, nos convertirnos en survivalist espaciales. Teóricamente, es factible y por tanto cuestión de cuánto dinero nos queremos gastar. Pero ¿todo esto tiene sentido? ¿Merece la pena? ¿Es eficiente?

Una civilización felizmente atrapada en su planeta

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Aunque el artículo de Dan Hooper está lleno de fórmulas, nosotros usaremos tan solo la imaginación. Es menos realista pero bastante fiel. Ahora viajaremos a un futuro con todas las civilizaciones atrapadas en sus planetas. O, mejor dicho, en sus sistemas solares. Aun así, disponen de una importante cantidad de materiales como el hidrógeno.

Por ejemplo, Júpiter tiene unas 1,899·1024 toneladas de masa, casi todas de hidrógeno. Son 1,9 millones de millones de millones de millones de millones de toneladas. Son bastantes kilogramos como para alimentar civilizaciones enteras que usen reactores de fusión durante millones de años. De hecho, los números se nos escapan y no podemos ni visualizarlos.

La pregunta es: ¿una civilización que haya descubierto cómo funciona el reactor de fusión se pondrá a echarle el lazo a las estrellas cercanas para evitar perderlas y usarlas como baterías? Pues parece poco probable. Sería algo así como haber llegado a la Luna propulsados por locomotoras victorianas a vapor.

Un anacronismo que desde nuestra línea temporal carece de sentido, pero que podría ocurrirle a alguna civilización. Por qué no. Mientras tanto, seguiremos buscando estrellas que desaparezcan del cielo. Si desaparecen muchas, malo porque el universo podría estar expandiéndose aún más rápido. Pero si faltan solo unas pocas en una región muy concreta, alguien podría estar en obras.

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Imágenes | iStock/dani3315, Antonio Ciccolella, iStock/Veleri, iStock/egal, iStock/gianlucamuscelli

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