En un mundo hiperconectado hasta nuestras células tienen su internet

Un nuevo hallazgo científico sugiere que las células de nuestro cuerpo se comunican a través de una especie de internet celular y, de esta forma, coordinan sus funciones.

Como si fueran chips en un ordenador, las células de nuestro cuerpo reaccionan a las órdenes que reciben a través de una red similar a la de internet. Por ello, los investigadores de la Universidad de Edimburgo responsables de este estudio la han llamado cell-wide web.

Es el movimiento de las moléculas cargadas, a través de distancias nanoscópicas, lo que transmite información, tal como ocurre en un microprocesador de computadora, dicen los científicos. Cuando estas señales alcanzan el material genético en el núcleo de la célula, instruyen cambios minúsculos en la estructura que liberan genes específicos para que puedan expresarse.

Así, las señales transmitidas a través de esta internet celular son responsables de ordenar y coordinar actividades como, por ejemplo, relajarse o contraerse en el caso de las células musculares.

Entender el código que controla este sistema de «cableado» podría ayudar a luchar contra enfermedades como la hipertensión pulmonar y el cáncer, y podría algún día abrir nuevas oportunidades de tratamiento.

internet celular vs internet humano

Sin embargo, a diferencia de lo que hacen los circuitos informáticos utilizados como símil en este trabajo, las células pueden volver a cablear rápidamente sus redes de comunicación para cambiar su comportamiento. “Esto es algo que ningún microprocesador o circuito fabricado por el hombre es capaz de lograr”, dice el profesor Mark Evans, de la Universidad de Edimburgo.

Las primeras imágenes de esta internet celular, que encabezan esta información, se capturaron con la ayuda de técnicas informáticas similares a las utilizadas para obtener la primera imagen de un agujero negro.

Se trata, según los autores del estudio, de un ejemplo de biología cuántica, un campo emergente que combina la mecánica cuántica y la química teórica para resolver problemas biológicos. El estudio, publicado en Nature, fue financiado por la British Heart Foundation.

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