Hank es el nombre de la nueva amenaza robótica para el trabajo humano

Poco a poco, los robots van ganando posiciones en el mercado laboral, en un proceso descrito por la Fundación Cotec en su última iniciativa #MiEmpleoMiFuturo. La todopoderosa Amazon o la china Alibaba ya los utilizan desde hace tiempo para la organización de sus almacenes o el empaquetado de sus pedidos. Incluso, la empresa de Jeff Bezos, pone en manos de las máquinas el despido de sus trabajadores cuando su productividad no cumple los parámetros exigidos en un entorno laboral inquietante.  Pero a estos robots les faltaba un toque humano que sí posee Hank, el nuevo ingenio creado por Cambridge Consultants que suponen una nueva amenaza para el empleo humano.

Desde la Fundación Cotec se insta a una reflexión conjunta para asegurar una convivencia “pacífica” entre robots y humanos que se traduzca en una mejor calidad del trabajo y mayor riqueza global y no en una creciente desigualdad. Incluso ha abierto una propuesta en change.org para exigir una respuesta política ante los retos que plantea la automatización.

Pero esa respuesta no llega y los robots siguen ganando terreno. La última incorporación a este ejército de robots es Hank, que cuenta con unos dedos flexibles inspirados en la mano humana que le habilitan para sostener y agarrar objetos delicados con la presión justa. Esta era una de las carencias de los robots utilizados hasta ahora en la automatización de grandes almacenes. Otro punto a favor de los robots, que ya pueden manejar artículos pequeños, irregulares y frágiles con una destreza similar a la humana.

más velocidad y menos empleo

Al igual que los dedos humanos, los de Hank utilizan el tacto para cerrarse hasta que «sienten» el objeto. Son capaces de ubicar un objeto, ajustar la posición general del sistema y luego agarrarlo, aplicando un incremento de fuerza si se detecta deslizamiento o reaccionando de forma instantánea en caso de caída. Moldeados en silicona, los dedos de Hank son huecos y flexibles y se pueden remplazar fácilmente en caso de desgaste.

Atrás quedan los dispositivos en forma de pinza o apéndices de succión utilizados en las labores más delicadas y que no ejecutan el trabajo con la rapidez requerida. Una velocidad impuesta por nosotros, los consumidores, que quizás deberíamos reflexionar sobre las consecuencias que tienen, en el mercado laboral y en la sociedad del futuro, nuestras urgencias, a menudo imaginarias. Porque los robots no despiden a los trabajadores, es un sistema que reacciona a nuestras demandas –quizás inducidas- quien lo hace.

Para terminar, un dato: según el último informe de la OCDE, uno de cada 10 españoles está en situación de «alto riesgo» de perder su empleo por culpa de la automatización en los próximos años.

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