La inteligencia artificial ayuda a la planificación urbana de Shanghái

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A mediados de septiembre de 2019 se produjo un hito con poca relevancia en la prensa, pese a su importancia. Shanghái había usado inteligencia artificial para abrir una ruta de autobús sin escalas entre los distritos de Songjiang y Zhangjiang. El trayecto, de dos horas en transporte público, se redujo a media hora.

La inteligencia artificial está cada vez más presente en ciudades chinas como Pekín, Shanghái o Shenzhen. Tan solo en materia de movilidad y autobuses, ya diseña rutas optimizadas, cobra a los turistas, les traduce las palabras del guía e incluso llega a conducir autobuses, como también ocurre en el Parque Nacional del Timanfaya.

Delegar el cálculo

Este hito marca un antes y un después en la gestión pública basada en datos objetivos. Porque el primer paso para gestionar una ciudad, y con ello aprobar nuevas líneas de transporte público, es saber cómo la gente se desplaza por la ciudad. Dónde se concentra más cantidad de personas y a qué hora, a dónde van, de dónde vienen. En otras palabras: recoger datos.

Hasta hace no mucho, las herramientas para abrir nuevas líneas se consolidaron a mano. En su momento se contaba al número de viajes realizados por la población según los billetes o las veces que giraba un torno. Con la llegada de la digitalización se realizó una mejora a la hora de parametrizar los movimientos masivos, pero ha sido la inteligencia artificial la que ha dado con la mejor respuesta. Literalmente, la respuesta optimizada.

Para ello ha sido necesario recopilar datos sobre el tráfico vía códigos QR, el tipo de viajes que se hacía por todo Shanghái y el uso de mapas digitales para dibujar sobre ellos los flujos de un lado a otro de la ciudad. La IA identificó cómo entre Songjiang y Zhangjiang estos flujos eran notables y muy poco eficientes.

y aprobar las decisiones

Pero cabe destacar cómo la decisión final la han tomado personas. En concreto, los responsables del transporte público entre estos dos grandes concentradores de la ciudad de Shanghái, una ciudad con 24,24 millones de habitantes. De momento, la labor de las máquinas solo automatiza la parte técnica involucrada en el análisis. De momento.

A finales de 2018 varios autobuses turísticos de dos pisos empezaron a cobrar a los pasajeros haciendo uso de IA. El rostro era utilizado para identificar a los turistas y un traductor inalámbrico incorporado en el vehículo traducía en tiempo real a inglés, español, japonés, coreano, tailandés, ruso, alemán y árabe. ¿Han cantado hipervigilancia y falta de privacidad?

También en Shanghái opera la línea de autobuses privados Panda AI Bus desde agosto de 2019. Conducen solos, aunque sus autobuses cuentan con el conductor obligatorio por ley. Al igual que nuTonomy, Waymo y Didi, aún no pueden prescindir del piloto, aunque este solo se sienta y vigila. La inteligencia artificial está automatizando la movilidad, y de paso incorpora máquinas de vending dentro del autobús, así como tablets.

Shanghái mejora la movilidad de las personas

Pensemos que somos residentes del distrito residencial de Songjiang y que trabajamos en Zhangjiang, distrito de oficinas situado a algo más de 46 kilómetros. El sistema de metro entre los distritos rondaba las dos horas, mientras que la actual línea directa realiza el trayecto en 30 minutos. En coche se tarda cerca de 50 minutos debido al tráfico.

Si el uso de la inteligencia artificial para este caso resulta interesante es debido a que ha detectado viajes frecuentes de alta ocupación entre dos puntos muy mal conectados, y los ha “reparado” con la ruta No. 9. La idea de este proyecto es la de seguir detectando incongruencias humanas en los trayectos urbanos, diseñando nuevas rutas personalizadas para casos parecidos.

Algunos pasajeros del nuevo servicio ya han alabado el bajo coste que supone (18 yuanes, 2,31€ al cambio) frente a otros medios como el taxi (150 yuanes, 19,24€). No hemos localizado el coste del transporte público previo, pero apunta a que era superior.

movilidad pública bajo demanda

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El billete para viajar se compra vía aplicación, lo que supone que los autobuses salen siempre con la máxima ocupación. Con frecuencia salen llenos, y al ser el trayecto directo, no hay paradas que retrasen el trayecto. La idea es que los viajeros vayan comprando con antelación los billetes, de forma que si se excede la capacidad de la línea esta pueda contar con autobuses de líneas con bajo uso.

Esto traslada la operativa de las ciudades a un nivel nunca visto. Movilidad bajo demanda de grandes volúmenes de la población. Es como si servicios como BlaBlaCar, Uber y la EMT se hubiesen fusionado en un modelo económico de bajo coste para el usuario pero también de bajo coste ambiental. Y público.

Un autobús con motor térmico contamina 68 gramos de CO2 por kilómetro y pasajero, mientras que un coche ronda los 104, según los últimos datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente. Si aquellos conductores que hoy hacen la misma ruta optan por esta nueva línea exprés directa, evitarán el 34% de sus emisiones de movilidad simplemente por cambiar de transporte.

Es posible que en el futuro toda la movilidad pública pase por decisiones autónomas dentro de unas décadas, con autobuses que cambian de ruta en base a la ocupación y la demanda. De momento, en Europa estamos bastante lejos de estas decisiones de la IA.

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Imágenes | iStock/Rudimencial, iStock/prachanart

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