¿Son efectivas y seguras las lluvias artificiales creadas con ‘siembra’ de nubes?

lluvias artificialesEste año, en los meses de verano, en Oriente Medio se superaron los 50° C. En los Emiratos Árabes Unidos (EAU), una ola de calor trajo consigo las temperaturas más altas jamás registradas en ese período del año.

Al mismo tiempo, las precipitaciones se limitaron a unos pocos milímetros por año. Sin embargo, en las redes sociales aparecieron varios vídeos que mostraban aguaceros en la región. Es por eso que muchos sugirieron que los EAU han creado lluvias artificiales.

La llamada ‘siembra de nubes’ es una práctica de manipulación del clima que existe desde hace 80 años. Es una forma de geoingeniería que a menudo ha sido objeto de controversia porque su efectividad sigue siendo bastante dudosa. Consiste en la liberación de materiales como el yoduro de plata en las nubes, lo que permite catalizar la aglomeración de gotas de agua y producir lluvias artificiales.

El yoduro de plata actúa como un ‘andamio’ al que las moléculas de agua pueden adherirse hasta que se vuelven tan pesadas que caen a la superficie de la Tierra. De esta manera, en teoría, simples nubes se pueden transformar en verdaderas tormentas, capaces de contrarrestar la sequía.

En Estados Unidos, la creación de lluvias artificiales también se había aprovechado en ámbito militar antes de ser prohibida por las Naciones Unidas. No obstante, su efectividad en los conflictos nunca ha sido comprobada. La manipulación meteorológica se utilizó para prevenir fenómenos de tormentas violentas, rompiendo las nubes. A partir de 1990, los EAU activaron un centro de investigación financiado por el gobierno dedicado al estudio de la siembra de nubes.

Las lluvias artificiales en los Emiratos Árabes Unidos

El objetivo es mejorar la disponibilidad de agua y, para ello, el programa cuenta con seis aviones y un millón y medio de dólares en financiación. “La mejora de las lluvias podría representar un recurso económico y funcional que se sumaría a las actuales reservas de agua en las regiones áridas y semiáridas”, se lee en la web de la iniciativa. Los EAU aspiran a convertirse en líderes en el sector de las lluvias artificiales.

En el canal de YouTube del Centro Nacional de Meteorología (NCM, por sus siglas en inglés) de los EAU aparecen muchos vídeos de lluvias torrenciales en el país. La institución también publicó varios tuits durante las semanas más calurosas que informaban sobre lluvias en la región con el hashtag #cloud_seeding. Sin embargo, no está tan claro qué sucedió este verano. De hecho, el NCM afirma que estos eventos entraban dentro de lo normal para el período.

En 2019, los EAU llevaron a cabo al menos 185 operaciones de siembra de nubes. A finales de ese año se produjeron lluvias torrenciales e inundaciones que bloquearon el tráfico en las calles. Según el diario ‘Gulf Today’, el NCM realizó 126 vuelos de siembra de nubes en 2021, 14 de ellos a mediados de julio, para producir lluvias artificiales.

En Estados Unidos esta práctica ha sido prohibida en estados como Pensilvania, mientras que en otras partes del país es bien recibida durante los períodos de sequía. Entre 1979 y 1981, en España también se intentó producir lluvia artificial a través del ‘Proyecto para la Intensificación de la Precipitación’. Sin embargo, nunca se llegó a incrementar la lluvia por medio de la siembra de nubes. Donde sí ha habido éxito es en la lucha antigranizo, que se ha aplicado en varias zonas de España para evitar las pérdidas en la agricultura.

El debate científico

El consenso científico sobre la efectividad de la siembra de nubes no es unánime. Por un lado, es imposible determinar la causalidad en los patrones climáticos sin una variable de control. La comunidad científica no puede comprobar cómo se habría comportado una nube si no se hubiera ‘sembrado’. Por lo tanto, solo se puede especular que un aumento de las precipitaciones está relacionado con esta técnica.

Sin embargo, algunos creen que estamos más cerca que nunca de determinar si este método funciona. Katja Friedrich, científica atmosférica de la Universidad de Colorado (Estados Unidos), lo explica en un artículo. Ella notó una simetría entre la trayectoria de los aviones que rociaban yoduro de plata y la aparición de gotas de agua que empezaron a caer tras ser detectadas por radar.

Por su parte, la Wyoming Water Development Office (Estados Unidos) le dijo a ‘The Guardian’ en marzo de 2021 que el estado de Wyoming había determinado que “la siembra de nubes funciona y es una forma efectiva de rescatar áreas afectadas por la sequía sin consecuencias negativas para el medio ambiente». Un puñado de estudios se hacen eco de esta convicción. En cambio, también es sabido que en determinadas concentraciones la plata y otros compuestos químicos pueden ser tóxicos para la vida marina. Y también para los seres humanos.

Un estudio de 2021 sobre los niveles de contaminación por aerosoles en veinte regiones de los EAU encontró concentraciones muy altas de material particulado en zonas donde se había llevado a cabo la siembra de nubes para la creación de lluvias artificiales. Estas pequeñas gotas de contaminantes pueden penetrar en los pulmones y causar irritación a largo plazo y enfermedades respiratorias. El debate sigue abierto.

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Imágenes | Lucy Chian/Unsplash

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