La longitud de tus dedos podría dar pistas sobre tu estado de salud y personalidad

Se suele decir que nuestras manos hablan por sí solas. Su movimiento, su tamaño, el cuidado que les proporcionamos… podemos conocer, en cierto modo, a una persona gracias al aspecto de sus manos.

Cuando hacemos referencia a este tópico que, como todos, tiene mucho de verdad, no nos paramos a pensar en los dedos como ente individual. Más allá de las canciones infantiles que nos ayudaron a conocer el nombre coloquial de cada uno de ellos poco o nada más sabemos sobre nuestros dedos. El pulgar es el más importante, eso sí; señalaré con el índice si quiero retar a alguien;  mandaré al carajo siempre con el corazón; daré información sobre mi estado civil gracias al bocazas del anular y miraré a mi pequeño meñique como si sirviera para algo. Vale, hasta aquí todo claro. Ahora viene la polémica científica. Según un estudio publicado en Science, la diferencia de longitud entre dos de nuestros dedos da más información sobre nosotros que el carnet de identidad.

Los dedos que susurraban al mundo

Puede parecer un poco loco pero la idea de que la longitud de nuestros dedos revela información sobre nuestra personalidad, capacidades cognitivas o el riesgo de enfermedades como las cardiovasculares, el cáncer y la esclerosis lateral amiotrófica nace gracias al trabajo del biólogo evolutivo John Manning. Este hombre (de cuyos dedos no tenemos demasiada información) sentó las bases para una temática que, en poco más de 20 años, ha inspirado más de 1400 trabajos.

La longitud relativa entre el dedo índice y el anular se conoce comunmente como ratio 2D:4D. Este se calcula dividiendo la longitud del dedo de señalar entre la del dedo del anillo. Lo habitual entre los hombres es que el resultado sea inferior a 1 (suelen tener el anular más largo); entre las mujeres es normal que el índice sea igual o más largo que el anular, y por tanto el resultado suele ser igual o mayor que 1. Eso sí, las proporciones medias suelen variar bastante según el origen geográfico y el origen étnico de los sujetos.

los dedos y la salud
Fuente: Science

La cosa comienza allá por la década de 1870 cuando un anatomista alemán se fijo en el detallito de que la proporción de los dedos suele diferir en hombres y mujeres. Bastante años más tarde (1998, imaginad si había llovido ya) Manning volvió a poner el foco en este, hasta el momento, detalle sin importancia. Durante una investigación en una clínica de fertilidad de Liverpool, estudió a fondo la simetría del cuerpo humano, sospechando que estaba relacionada con los niveles hormonales de los individuos.

¿Qué pasa ahí dentro?

La proporción de dedos, explica Manning, indica los niveles relativos de testosterona y estrógeno durante el desarrollo temprano. Para alcanzar este punto, él y su equipo estudiaron los dedos de un grupo de niños y adultos, llegando a la conclusión de que la discrepancia entre los sexos se daba en niños de tan sólo 2 años de edad. Ese hallazgo llevó a los investigadores a postular que la diferencia surgió antes del nacimiento y reflejó los niveles hormonales en el útero.

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Todo radica en que la variación en la longitud que hay entre el dedo de señalar y el del anillo se debe a las diferencias en los niveles hormonales en la sangre del feto durante el primer trimestre del embarazo, cuando los dedos comienzan a formarse. Sin embargo, ha resultado imposible estudiar a fondo esta teoría debido a la imposibilidad de tomar muestras de sangre a los fetos. La base que, según Maning sustenta el estudio son las pruebas realizadas en animales, concretamente en ratones.

Los dedos y la salud, una relación polémica

La discrepancia entre la comunidad científica es más que notable. Para algunos, eso de que la diferencia de tamaño de nuestros modestos dedos marca gran parte de lo que somos es una auténtica locura. En palabras del psicólogo Martin Voracek, de la Universidad de Viena «esta teoría es como un castillo de naipes construido sobre una base desconocida e incierta«. Sin embargo, otros tantos están seguros de que no puede significar lo mismo tener unos dedos desproporcionados, como si fuesen «el punto y la i», o unos dedos más o menos igualados en temas de estatura.

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David Evans y Sarah Medland, genetista del Instituto de Investigación Médica QIMR Berghofer de Brisbane, analizaron datos sobre miles de personas, buscando la veracidad o el desengaño en lo relativo a esta proporción de nuestras manos y las variantes en las vías moleculares que controlan los niveles de testosterona o la respuesta a la hormona. Las conclusiones no fueron demasiado esclarecedoras ya que, según ellos, no encontraron ninguna evidencia fuerte de compromiso con esta hormona.

También existen aquellos que apoyan la teoría de Manning, entre ellos, el antropólogo biológico Bernhard Fink de la Universidad de Göttingen en Alemania. Según su criterio, y tal y como recoge Science, cientos de estudios han demostrado que la longitud de los dedos se correlaciona con una variedad de comportamientos y habilidades que pueden ser plausiblemente conectados a los andrógenos prenatales. El caso es que no sabemos muy bien qué se traen entre manos nuestro dedo índice y nuestro anular pero, lo que queda claro, es que antes de terminar de leer este artículo absolutamente todos os habéis mirado los dedos.

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