Dos tendencias tecnológicas que están calando fuerte entre sectores cada vez más amplios de la opinión pública son los wearables y el Internet de las Cosas o IoT. En ambos casos, el denominador común es el de su impacto mediático a través de ejemplos de uso más o menos afortunados, divertidos o útiles, pero con unas aplicaciones prácticas que no siempre han estado claras.
A medida que la tecnología progresa, se empiezan a vislumbrar iniciativas con un cariz más robusto y realista. En el caso de los wearables, los dispositivos empiezan a ser más funcionales y a ofrecer una utilidad práctica entendible por los usuarios. Es más, ya no son necesidades tan solo deseables, sino incluso también necesarias. Los cuantificadores de actividad, sin ir más lejos, empiezan a ser de gran utilidad para llevar el seguimiento de aspectos cotidianos relacionados con hábitos saludables de vida.
La conectividad en la era del IoT
En el campo del IoT, sus aplicaciones industriales son numerosas y adoptadas de forma generalizada en las tareas de gestión, monitorización o mantenimiento remoto de equipos y sistemas, pero de cara a los usuarios finales, el Internet de las Cosas sigue estando en un plano más mediático que práctico. Las «cosas» conectadas dependen de Internet para funcionar y ser realmente útiles.
Por lo pronto, llevar Internet a los objetos cotidianos no siempre es sencillo, especialmente en escenarios de movilidad. No es lo mismo dotar de conexión de Internet a un dispositivo doméstico (donde en general habrá WiFi) que a uno móvil. De todos modos, existen opciones, como el uso de las comunicaciones 2G y 3G para dotar de conectividad a objetos cotidianos.
Como sucede en los smartphones, y si se necesita una conexión de Internet estable, también se emplean tarjetas SIM similares a la de los móviles, pero embebidas en los objetos que queramos tener conectados y online. Estas tarjetas SIM pueden estar programadas para que solo se usen las comunicaciones de datos móviles. Además, las tarifas de las operadoras para estos modelos de uso suelen tener precios asequibles al no usarse nada más que para enviar y recibir datos de control y monitorización.
Es más, las tecnologías 2G siguen usándose para ello. Son lentas, pero aptas para un tráfico de datos modesto y comedido. Puede que ya estés usando dispositivos con este tipo de solución de conectividad, como sucede en algunos navegadores para coche. Generalmente el primer año de servicio de datos se incluye dentro del precio del propio dispositivo, aunque posteriormente habrá que hacer pagos adicionales. De todos modos, la tendencia es la de usar 3G o incluso 4G de forma generalizada.
Otro ejemnplo en el que la conexión 3G está integrada como parte de la funcionalidad del producto es el de los eReaders Amazon Kindle 3G. Como norma general, este tipo de tecnologías de comunicaciones también contemplan el roaming, de modo que podamos usar los dispositivos tanto en nuestro país como en otros donde se haya concertado el acceso a las redes móviles de otros operadores.
La nube, el punto de convergencia entre wearables y el IoT
Estas dos tendencias, la de los wearables y la del IoT, que en un principio conviven de un modo independiente, empiezan a converger para crear un tipo de soluciones en las que los wearables se benefician de la conectividad 2G o 3G para independizarse del móvil, entrando a formar parte de la categoría de los dispositivos conectados del Internet de las Cosas.
Al no estar supeditados a la conectividad del smartphone, los wearables en los que se integre una tarjeta SIM de comunicaciones 2G o 3G (y preferiblemente que contemplen roaming), ofrecen una experiencia de uso continua y desatendida. El punto de encuentro de estos wearables conectados es, cómo no, la nube. Eso sí, la integración de estas SIM embebidas precisa que el tráfico de datos sea muy comedido, y que el dispositivo consuma muy poca energía. Al final, estos wearables conectados tienen que ser simples en cuanto a tecnología y generalmente se limitan a funcionar como sensores para recoger datos muy específicos, como los de geoposicionamiento.
En otros casos, como el de los smartwatches, se usan tarjetas SIM convencionales para permitir que funcionen de un modo autónomo, aunque en estos casos se necesita un plan de datos “al uso”. En otros casos, se usan tarjetas SIM embebidas, como en el caso del Samsung Gear S2 3G. Para este tipo de dispositivos, el consumo de energía no está tan optimizado.
De la tecnología al modelo de negocio
Una empresa que empieza a dar forma concreta a esta convergencia entre los wearables y el Internet de las Cosas es PlanetUs con una propuesta muy interesante en el ámbito de los wearables con conectividad 2G/3G embebida y enlace a una plataforma cloud sobre la cual se han definido servicios de tracking y de llamada de emergencia (e-Call).
PlanetUs es una startup española que ha sido elegida para formar parte del programa de aceleración de empresas Orange Fab. Este programa ya ha trabajado con más de 100 compañías en todo el mundo desde 2013, y ahora extiende su ámbito al territorio español, con el respaldo de Red.es. Las otras dos compañías que han entrado en el programa son TranserMobile, de la que hemos hablado anteriormente al hilo de la movilidad como servicio, y Carriots, también relacionada con tendencias en el mundo del IoT.
Orange Fab ofrece a las empresas seleccionadas, durante un periodo de tres meses, sesiones de mentoring, espacio de coworking y el acceso a la red de contactos de Orange. Al final de este periodo de aceleración, las empresas pueden presentar sus proyectos a nivel internacional en el Demo Day que Orange organiza en París, en un foro donde están presentes representantes de fondos de inversión y business angels.
PlanetUs, en el momento actual tiene una solución para seguimiento de niños a través de su dispositivo wearable Pkid, aunque la hoja de ruta para 2016 contempla también una versión para personas mayores (Pgrand). También cuenta con un sistema antorrobo para bicicletas (Pbike), así como un dispositivo para mascotas (Ppet) previsto para el año próximo, aunque sin descartar que se pueda extender su uso a otros objetos (Pstuff).
Se trata de productos en los que la línea divisoria entre los wearables y el IoT se difumina a partir de sus aplicaciones. Las soluciones de PlanetUS llevan cuenta de la posición de los niños, personas mayores, mascotas, nuestra bicicleta o nuestros objetos valiosos y la llevan a la plataforma en la nube usando tecnologías de comunicaciones móviles. Desde la nube, a través de apps o un navegador de Internet, podemos hacer su seguimiento, así como crear alarmas o detectar incidencias tales como una caída.
Este tipo de soluciones son útiles, se entienden muy bien por parte de la audiencia, y tienen calado mediático, aunque su complejidad es mayor que en el caso de los wearables tradicionales donde la conexión hacia Internet se realiza a través del smartphone. Hacer que los dispositivos “hablen” con la nube de forma autónoma es una tarea en la que intervienen múltiples variables tales como las condiciones de los planes de datos móviles o los acuerdos de roaming con diferentes operadoras.
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