Tras muchos años de ostracismo, las drogas psicodélicas o alucinógenas como el LSD, la mescalina o la psilocibina han empezado a verse con otros ojos en países como Estados Unidos gracias a los avances en su uso con fines psiquiátricos y médicos.
Los principales vienen del campo de la psiquiatría, con tratamientos que aprovechan los efectos de estas sustancias para tratar adicciones, depresiones, síndrome de estrés postraumático o trastornos bipolares, pero también se está empezando a usar como tratamiento contra el alzhéimer o el párkinson.
El día 16 de abril de 2023 se cumplieron 80 años del descubrimiento del LSD y nos parece una excelente oportunidad para conocerla un poco mejor y saber cómo esta y otras drogas psicotrópicas están iniciando lo que podría ser una revolución en el campo de la medicina.
¿Qué es el LSD?
El significado de LSD es dietilamida de ácido lisérgico y responde a las siglas de Lysergsäure-Diethylamid en alemán. También conocido simplemente como ácido, se presenta en forma de polvo blanco o de un líquido incoloro. Se ingiere normalmente por vía oral, generalmente en forma de papel secante o en un terrón de azúcar al que previamente se le ha aplicado unas gotas de LSD.
Decimos una pequeña cantidad porque es una droga muy potente: con unos 30 microgramos ya es capaz de producir importantes efectos alucinógenos. Sin embargo, los estudios realizados no han concluido que cause adicción, aunque sí puede provocar reacciones psiquiátricas adversas como ansiedad, paranoia y delirios.
Aunque cobró popularidad como droga recreativa asociada al movimiento hippie de los años 60, el LSD se creó con fines médicos y así fue utilizada desde su descubrimiento, en 1943, hasta los años 70 cuando se prohibió.
En concreto, el LSD fue sintetizado por vez primera en 1938 por el químico suizo Albert Hofmann a partir de la ergotamina, un producto químico que se obtiene a partir del cornezuelo, un hongo parasitario del centeno. Hofmann intentaba encontrar posibles usos de los alcaloides presentes en este hongo, para lo cual sintetizó varios derivados del ácido lisérgico pensando que podrían usarse como estimulante de los sistemas circulatorio y respiratorio.
Pero no consiguió los resultados esperados y abandonó su estudio. Cinco años después, ya en 1943, lo retomó siguiendo “un presentimiento”: volvió a sintetizar el compuesto y se sintió mareado hasta el punto de tener que dejar el trabajo.
La causa fue que, involuntariamente, absorbió dicha sustancia por vía cutánea, lo que le provocó un estado parecido a la ebriedad, pero de carácter agradable, acompañado de una extraordinaria estimulación de su imaginación.
¿Cuáles son los efectos del LSD?
Aquel primer “viaje”, como años más tarde se denominó popularmente el efecto de la ingesta del LSD, le sumió durante dos horas un estado similar al ensueño en el que, a pesar de tener los ojos cerrados, veía imágenes fantásticas y formas extraordinarias con patrones de colores intensos de tipo caleidoscópicos.
Es decir, sufrió alucinaciones provocadas por el LSD, una de las drogas psicodélicas más potentes que existen. Tanto que, dependiendo de la cantidad consumida, puede llegar a provocar efectos impredecibles como sentimientos de terror o una sensación de desesperación.
Por supuesto, es una droga que tiene importantes efectos en la conducción. De hecho, curiosamente, el LSD está muy relacionado con el ciclismo, que el 19 de abril celebra el Día Mundial de la Bicicleta.
Y es que, tal y como os contamos, tras haber experimentado el efecto del LSD por error, Hoffman decidió volver a probarlo en una dosis más alta para cerciorarse de los efectos producidos. Así lo hizo y, al encontrarse mareado, quiso volver a casa montado en bicicleta (porque, en plena 2ª Guerra Mundial, no podía hacerlo en un vehículo a motor) acompañado por un ayudante.
Su trayecto en dos ruedas bajo los efectos alucinógenos del LSD se convirtió en unos de los paseos más emblemáticos de la historia de la bicicleta, y por eso fue elegido para conmemorar el Día Mundial de la Bicicleta que se celebra desde 1985.
Aplicaciones terapéuticas DEL LSD
Ya desde un principio Hofmann pensó en el LSD como medicamento y así se comercializó en 1947 por los laboratorios Sandoz (en los que trabajaba) para usos psiquiátricos bajo la marca Delysid.
Durante los años 50 y 60 fue usado por psiquiatras y psicoanalistas como agente terapéutico y la mismísima CIA (la agencia central de inteligencia estadounidense) creyó que podía ser útil en programas de control mental y en guerra química, por lo realizó experimentos clandestinos con estudiantes y militares.
Sin embargo, la popularización del LSD vino por su uso recreativo entre los movimientos antisistema en los años 60 (popularmente conocidos como hippies) sobre todo en los EE.UU. Esto también acabó provocando una gran polémica en el país, por sus llamativos efectos, lo que acabó derivando en su prohibición.
La ilegalización conllevó que el fármaco dejara de usarse para fines “recreativos y espirituales”, pero también para usos medicinales, a pesar de que siempre hubo quien abogara por su legalización para continuar investigando sus propiedades en el uso terapéutico.
Actualmente, como ya hemos adelantado, hay una amplia corriente que ha recuperado esta idea: la de usar drogas alucinógenas o psicodélicas como el LSD, la psilocibina y el MDMA con fines medicinales. De hecho, la revista Nature Medicine alberga muchísimas referencias de estudios al respecto, que demuestran lo que algunos han llegado a denominar una “revolución psicodélica” en la medicina.
Estas drogas parece que están demostrado su valía en el tratamiento de pacientes con síndrome de estrés postraumático, adicciones o depresiones, pero también se está usando para tratar el párkinson, el alzhéimer o los trastornos bipolares, entre otras enfermedades.
Por ello, Canadá ya autorizó el uso de estas drogas y en Estados Unidos hay una corriente que propugna la legalización del LSD y otras drogas psicodélicas como la psilocibina. Varios estados (comenzando por Oregón) ya lo han hecho, siguiendo un camino similar al de la marihuana, que en 1996 recibió la legalización para su uso medicinal en el Estado de California.