Psicología para la segunda ola: aprender a vivir el presente para dejar de pensar en la incertidumbre

La psicología ha sido un punto clave durante el primer brote de covid-19. Ahora, el 53% de los encuestados nacionales afronta el fin de la desescalada con miedo a futuras pandemias. El dato es del informe ‘Covid-19 Global Impact’, facilitado por Cigna al preguntar sobre la psicología y la salud mental de la población española durante el repunte de contagios. ¿Estamos mentalmente preparados para hacer frente a las consecuencias de una segunda ola?

La covid-19 nos ha traído inestabilidad, falta de control, estrés y una incertidumbre constante para la que no estábamos preparados a nivel psicológico. Al mismo tiempo, muchos han aprovechado esta nueva situación para adoptar un estilo de vida más saludable, valorar la importancia de la compañía y demandar más derechos laborales como los de teletrabajo o conciliación. Así es la psicología de una pandemia.

CAUSA DE ANSIEDAD Y ESTRÉS

“El bienestar emocional de la población se ha visto seriamente afectado” en un gran abanico de factores, apunta Ana Romeo, directora de Recursos Humanos de Cigna España y licenciada en Psicología. Sobre todo por el miedo al contagio, soledad y aislamiento y la preocupación socioeconómica.

A largo plazo, “esta experiencia podría tener un efecto negativo” al favorecer la aparición de problemáticas relacionadas con «trastornos del ánimo o de ansiedad e incrementar los niveles de estrés».

“Esta experiencia podría tener un efecto negativo” al favorecer la aparición de problemáticas relacionadas con “trastornos del ánimo o de ansiedad e incrementar los niveles de estrés”.

Coincide Jordi Isidro, director del centro de psicología Cedipte en Barcelona y experto en trastornos de ansiedad y estado de ánimo. Explica cómo durante la pandemia “la población pasó por diferentes fases” similares a las definidas por la psicóloga Kübler-Ross para el proceso de duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.

En líneas generales, ha observado «que la primera fase fue la de pánico y sensación de descontrol», para después entrar enuna fase de negación del problema” en la que “intentamos convencernos de que esto no nos puede pasar a nosotros como sociedad evolucionada”. Finalmente, “ahora estamos en una fase más de ‘pasotismo’ y adaptación a la nueva normalidad”.

mujer con un ordenador hace una videollamada - artículo psicología de una pandemia

Gabriel Pozuelo, director del centro de psicología Mi Psicólogo Madrid, rememora el pasado para señalar cómo “al principio [de la pandemia] todos estábamos con mucha energía sin pensar en el tiempo que pasaríamos en esta situación”, pero esta energía ha ido decayendo. Situaciones similares se vivieron en Wuhan (China) y en Italia.

En esta segunda ola “la ansiedad sigue siendo el tema habitual de consulta” […] aunque “estamos mucho mejor preparados emocionalmente».

En su gabinete han tratado a pacientes “con problemas de estrés generados tanto por el virus como por el desconcierto de su situación futura”, pero también a gente con “trastornos de ansiedad generalizada». Asimismo, se han agravado otros trastornos que ya se manifestaban de manera leve”.

MÁS PREPARADOS, PERO TEMIENDO EL CONFINAMIENTO

Durante la primera curva “las patologías que se dispararon fueron los síntomas de ansiedad y depresión, sobre todo por no tener el control de la situación” y “la sensación de que es un tema que se va alargando y no sabemos cuándo acabará”, indica Isidro, además de los duelos no resueltos. En esta segunda ola “la ansiedad sigue siendo el tema habitual de consulta”, señala.

Eso sí, “estamos mucho mejor preparados emocionalmente para la segunda ola, porque sabemos lo que es y ya no es un enemigo desconocido”, matiza. No obstante, puntualiza que “no nos lo creemos y ante un posible encierro es muy posible que aparezca la ira por no querer volver a pasar por ello”. Un segundo encierro sería, y en según qué lugares, muy frustrante.

persona mayor consuela a un niño, que se sienta sobre un sofá - artículo psicología de una pandemia

Pozuelo apunta que “muchos pacientes se sienten encerrados en casa, no saben qué hacer, necesitan salir para recargar energía, pero el miedo hace que sigan sin salir”. Y recalca que algunas personas se encuentran psicológicamente al límite de sus fuerzas.

Por otro lado, Romeo, que destaca como principal diferencia entre olas que “disponemos de más conocimiento, fruto de la experiencia, y somos conscientes de la realidad a la que nos estamos enfrentando”, apunta a la importancia de que las organizaciones aprendan de esta experiencia a la hora de adaptar planes a los distintos escenarios que puedan sucederse.

¿Qué dice la psicología sobre el estrés durante la segunda ola?

Los problemas previos a la covid-19 siguen estando, pero magnificados por la epidemia. Pozuelo comenta que “los problemas que preocupan son los de siempre, pero además sumamos el propio virus y la incertidumbre”. Además, el SARS-CoV-2 ha restado capacidad sanitaria, y “vemos a muchos pacientes pasándolo realmente mal [porque] tienen otras enfermedades y no pueden seguir el tratamiento”.

La frustración también genera estrés. “La gente busca controlar la situación y no lo consigue», y esta es la principal preocupación de las personas que van a consulta, afirma Isidro. “Somos animales controladores y ahora estamos en una situación que no podemos planificar ni la próxima semana porque no sabemos qué pasará”, apostilla.

Además, el continuo bombardeo mediático señalando a grupos sociales que ‘lo hacen mal’ lleva a una culpabilización que «genera frustración porque la mayoría de la sociedad está cumpliendo las recomendaciones sanitarias” y, aun así, el mensaje desde las instituciones es que hay que mejorar.  “El peligro de esta frustración es que genere rabia e ira”, señala.

De hecho, según Pozuelo, “todos estamos pensando que lo hacemos bien, pero todos estamos criticando a la gente porque lo hacen mal”, lo que a su vez genera cierto conflicto entre colectivos.

Respecto a los niveles de estrés del mundo laboral, Romeo apunta a que “el aumento de los niveles de estrés es, y seguirá siendo, una de las consecuencias más palpables” por multitud de factores. Algunas personas llevan meses sin acudir al trabajo, otros siguen en ERTE, hay mucha incertidumbre con el curso escolar y también hay empresas que han echado para siempre el cierre. El colegio es uno de los grandes focos de estrés laboral y familiar, destacando la falta de medidas de conciliación laboral previa, sumada a circunstancias como tener que aislarse junto con un hijo porque un compañero de clase haya dado positivo.

Entender la naturaleza de nuestra realidad

“Tenemos que asumir que no tenemos el control”, señala Pozuelo. Isidro coincide con una evaluación similar: “Hemos de aceptar que es una situación incontrolable” y “que nos toca centrarnos en el presente y vivir el día a día”. Algo complicado en una transición tan corta de pocos meses.

Además, Isidro señala que “nos estamos encontrando que la gente necesita cariño y lo estamos reduciendo demasiado”, probablemente por la distancia física que dejamos entre personas. A esto hemos de sumar que necesitamos aprender “a saber tolerar mucho mejor la incertidumbre”.

De hecho, las personas más flexibles se están adaptando mejor, mientras que las más rígidas son las que más sufren. Esto se aplica a nivel personal, familiar y laboral. Aquellas personas que disponen de una mayor flexibilidad laboral son capaces de afrontar mejor las consecuencias psicológicas de la pandemia.

Al respecto, Romeo destaca la importancia de “la adopción de una actitud resiliente, proporcionando herramientas que permitan mejorar la gestión de la incertidumbre”, con foco en las organizaciones y en el departamento de recursos humanos.

Aprender a gestionar la incertidumbre está en manos de todos, y las indicaciones sanitarias no dejan lugar a dudas: la covid-19 no será algo únicamente de 2020. Tendremos que aprender a vivir con el virus y sus consecuencias, y hacerlo acompañados de profesionales orientados a la psicología para superar la pandemia.

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