¿Sabes lo que es tu holobionte? Es hora de replantearse la naturaleza

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En su obra maestra de la divulgación sobre el mundo microscópico, Yo contengo multitudes’ (2016), Ed Yong mencionaba por primera vez de forma exhaustiva qué es eso del holobionte y por qué es tan importante. Dime, lector, ¿cuántas veces al día piensas en todas las bacterias que, sobre y dentro de ti, te mantienen vivo?

Con frecuencia ignoramos de forma activa todo ese rebaño de seres vivos que nos acompaña y conforma. Diminuta zoología y otras formas de vida sin las cuales dejaríamos de ser nosotros. Gracias a la tecnología, ahora es posible conocerlos de primera mano y saber qué papel juegan en nuestro desarrollo y salud. Somos parte de nuestro holobionte, pero no somos la única parte.

¿Qué es un holobionte?

Lynn Margulis fue una de las biólogas más importantes de todos los tiempos. Inconformista, antidogmática y especialmente acertada, trabajó durante casi toda su carrera con el concepto de endosimbiosis. Grosso modo, y con permiso de los biólogos para sobresimplificar, la endosimbiosis es una preciosa teoría que explica el surgimiento de células eucariotas como las que tienes en el cuerpo. Usas unas 30 billones de ellas a diario, por lo que son bastante importantes para nosotros.

También lo son los holobiontes, nombre que Margulis creó de unir holo (todo) y bíos (vida). Lynn se dio cuenta de que había formas de vida que pasaban casi toda su existencia, o toda, unidas mediante una relación que las definía. Formas de vida que lo pasarían realmente mal sin la otra parte. Por ejemplo, la avispa lobo sin las bacterias de sus antenas o tú sin las de tu estómago.

Cuando la avispa lobo pone sus huevos, recubre la salida de la cueva subterránea con una sustancia gelatinosa que incorpora una enorme cantidad de bacterias Streptomyces. Cuando la larva eclosiona y escapa de su prisión de tierra, se cubre de esta bacteria, que la ayuda a cazar a sus víctimas. La avispa no puede considerarse de forma aislada porque sin la bacteria es incapaz de sobrevivir, y el holobionte avispa-Streptomyces no puede separarse. Forman un todo.

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Del mismo modo, los seres humanos, al pasar por el canal de parto vaginal, recibimos de nuestra madre unas bacterias imprescindibles para nuestra salud futura. Algo parecido ocurre cuando la madre alimenta a su hijo con leche materna: le transfiere buena parte de la flora intestinal, que no son sino centenares de tipos de bacterias y otras criaturas que nos ayudan a digerir. Son bacterias ‘buenas’.

¿Por qué es tan importante nuestro holobionte?

Imagina un ratón. El clásico ratón blanco de laboratorio. ¿Lo tienes? Ahora quítale los millones de otras formas de vida que suelen acompañarle cuando roe. En un ratón vivo, esto es físicamente imposible, pero se puede coger un óvulo y un espermatozoide y criar ratones en un entorno sin bacterias. El resultado, por cierto, deja mucho que desear.

Los ratones sin bacterias viven mucho menos que sus hermanos colonizados por ellas. Además son más propensos a enfermedades de todo tipo, especialmente gástricas. En otras palabras: los animales sin sus bacterias tienen una calidad de vida horrible. Pero no hace falta irse a un laboratorio hermético.

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Se sabe que los niños nacidos por cesárea y alimentados con leche artificial tienen más probabilidades de sufrir enfermedades autoinmunes a lo largo de su vida. Esto es debido a que el microbioma de las personas, ratones o cualquier otra forma de vida, es tan parte de esa forma de vida como sus propias células. De esta indivisibilidad nace el hologenoma.

Volviendo a los ratones, hoy sabemos que el ADN de las bacterias como la B-theta están implicados en acciones como la absorción de nutrientes, la descomposición de toxinas, la formación de vasos sanguíneos y la creación de células maduras. Esto no es diferente en personas. La flora gastrointestinal es tan importante que se están desarrollando sensores de bacterias para buscar hemorragias estomacales.

¿Hasta qué punto podemos separar nuestro ADN del ADN de nuestras bacterias? Sin ellas no somos nosotros. Es más, ¡somos ellas! La expresión de nuestro ADN está preparada para convivir con otras secuencias externas de genes. Sin los microbios, dejamos de ser quienes somos.

Eres tu holobionte, y tus microbios también

Los pobres microbios llevan décadas siendo marginados y combatidos en masa. En el ideario colectivo, los microbios son malos. Pero lo cierto es que solo una pequeña fracción es perjudicial para nosotros, y una cantidad aún mayor es necesaria para una vida saludable. También es cierto que la mayor parte pasa de nosotros, así como nosotros de ellos.

Lo que ocurre es que, si todos los microbios desapareciesen de golpe de nuestros cuerpos, sin duda enfermaríamos. Y esto incluye a animales como los ácaros, más grandes que las bacterias unicelulares. Los ácaros limpian nuestra piel y eliminan toxinas. ¿Sabías que tu ojo tiene su propia microbiología para funcionar correctamente?

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Rachel R. Caspi, investigadora en el Laboratorio de Inmunología del NEI (Instituto Nacional del Ojo en EE.UU.), hace tiempo que trabaja con la microbiota ocular. Sin esta microbiota nuestro ojo no funcionaría como debe. Es decir, ves de manera correcta porque tienes miles de diminutos seres vivos nadando en tus lágrimas. Y ya puedes estar dándoles las gracias a todos.

También a los ácaros que se acuestan contigo todas las noches, que son muchísimos. Ellos te acicalan mientras duermen y se alimentan de lo que a ti te sobra. Nuestro ADN es tan dependiente del suyo que nuestra salud se resiente sin ellos, aunque nuestra falta de salud y la falta de determinada flora bacteriana hace que los toleremos de manera regular.

Aunque podemos distinguir un “genoma humano” y un “genoma ácaro”, hay un “hologenoma humano-ácaro” que funciona mejor que cada uno de ellos por separado. De hecho, las técnicas de aislamiento de tipo burbuja en enfermos con defensas bajas pueden ser peligrosas si no se restablece el microbioma antes de exponer al paciente al entorno.

Eres una pequeña parte de tu holobionte

Sin nuestras bacterias solo somos un pequeño porcentaje de nuestro holobionte. Es muy posible que ellas, como animales simples, puedan sobrevivir en cualquier otro sitio húmedo, cálido y con compuestos orgánicos. Por contra, nosotros, como animales realmente complejos, somos altamente dependientes de nuestro microbioma.

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También de las bacterias, en general. Ellas estuvieron unos 4.000 millones de años por el mundo, y han resistido a las cinco grandes extinciones planetarias. Si desaparecemos, seguramente sigan por aquí. Algunas hasta son capaces de nadar y comer residuos nucleares

Tu holobionte y su hologenoma involucran una ingente cantidad de información: tu ADN, el ADN de todas las bacterias sobre tu cuerpo, las que tienes repartidas por casa, todas esas que te comes a diario, las que habitan tu coche y las que tu familia trae a diario en la suela de sus zapatillas. Sin toda esa información, nuestro ADN se pierde y actúa de forma errática.

Dentro de unos años, el ADN sintético podría formar parte de nuestro holobionte. Por ejemplo, porque sea imposible vivir sin cierto microorganismo artificial que, conectado a la red, renueve las neuronas a punto de ser víctimas de enfermedades como el alzhéimer. De modo que no se descarta que el concepto de hologenoma y technium acaben fusionados.

La próxima vez que te mires al espejo, considera lo poco que conoces sobre quién eres y qué te conforma. Una miríada de especies habitan contigo para conformar el holobionte que construís entre todos y del cual depende tu salud. Es hora de replantearse la naturaleza.

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Imágenes | iStock/wildpixel, iStock/Milatas, iStock/gorodenkoff, Instagram.com/jamie_fenn, iStock/CreativeNature_nl

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