Un robot blando en forma de pez nos sumerge en la fosa de las Marianas

Las fosas marinas son lugares desconocidos para el ser humano debido a las dificultades a la que nos enfrentamos para acceder a ellas. La gran profundidad a la que se hallan impide que buques y submarinos convencionales consigan un correcto funcionamiento, sometidos a presiones comprendidas entre 3.000 y 10.000 metros de profundidad.

Desde hace años se ha estudiado cómo determinados seres vivos de cuerpo blando, como pulpos y medusas, son capaces de soportar estas condiciones de vida extremas. Ahora, inspirado en la estructura del pez caracol de la fosa de las Marianas (Pseudoliparis swirei), un equipo de científicos han desarrollado un robot blando de silicona capaz de nadar a 10 kilómetros de profundidad de forma autónoma.

Tras comprobar que el robot blando podía alcanzar una profundidad de 70 metros en una cámara de agua presurizada. Los investigadores decidieron examinar el robot en el entorno natural del Mar de China Meridional a una profundidad de unos 3.200 metros, donde logró nadar con éxito a 5,19 cm/s.

Como prueba final, hundieron el robot en la fosa de las Marianas, a 10.900 metros de profundidad. En esta ocasión, el artefacto no fue liberado del módulo de aterrizaje, sino que permaneció unido en todo momento al submarino convencional de apoyo, que tomó imágenes de la prueba. El robot aleteó con éxito durante los 45 minutos que duro el experimento.

Un robot blando en forma de pez caracol

Este robot blando y flexible está diseñado para tener forma de pez y dos aletas laterales. Estas están unidas a dos “músculos” de electros del robot, a su vez conectados a una batería. Cuando reciben energía eléctrica, los músculos se contraen, dando lugar a un aleteo que genera el movimiento de la máquina.

Según explican sus creadores, para este tipo de máquinas submarinas se suelen centralizar en la misma zona los componentes electrónicos para recubrirlos y protegerlos de la presión de forma más eficiente. Con este robot, los investigadores decidieron descentralizarlos y distribuirlos a lo largo del cuerpo del robot, incrustaos en silicona blanda. De esta forma, se reduce la tensión entre los componentes bajo presión, además de abaratar los costes.

A pesar de sus buenos resultados, este dispositivo es mucho más lento que los submarinos convencionales y no está preparado para resistir perturbaciones importantes y podría ser arrastrado por corrientes submarinas.

Pero según sus autores, la exploración de las profundidades marinas puede servir para llevar a cabo labores de vigilancia de los océanos, de limpieza y prevención de la contaminación marina o para conservar su biodiversidad.

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