Pensar en un teclado de ordenador es hacerlo en funcionalidad y utilidad. Más allá de escribir miles e incluso millones de palabras ¿qué podríamos hacer con un teclado viejo? La duda es casi una ofensa para Erik Jensen, un artista de lo más original que siente y define el arte como su lengua materna.
Jensen vive fiel a su lema: “La gente te dirá que eres un soñador loco porque no creen en ti. Pero los soñadores locos creen en sí mismos y demuestran que no son soñadores locos al hacerlo realidad. Así que sé un soñador loco y haz que suceda». Y vaya si ha sucedido.
Sus obras tienen un encanto inigualable y lo cierto es que, al menos una servidora, no había visto nada parecido antes. Las teclas de un ordenador sí pueden tener una segunda vida y, de hecho, pueden convertirse prácticamente en lo que uno quiera.
Un teclado capaz de convertirse en otro universo
Jensen estudió arte en la universidad y dio clases en una escuela secundaria durante un par de años. Pero su mente tenían muchas cosas planeadas y fue en el año 2017 cuando se lanzó a hacer estas creaciones a base de teclas de ordenador. Comenzó recreando imágenes para adoptar el concepto de píxeles con el que todos estamos muy familiarizados en este mundo tecnológico, como los animales y los paisajes. Actualmente continúa su serie de recreación de obras maestras, pero se centra más en la creación de resúmenes con píxeles de colores para abarcar el lado tecnológico de los píxeles.
Cada tecla tiene su propia personalidad expresada por su forma, color, profundidad, etc. Cuando Jensen las coloca, una junto a la ora, crea una especie de armonía casi hipnótica que atrapa a todo aquel que se queda mirando sus obras durante unos segundos.
Marilyn, Steve Jobs, Mark Zuckerberg… son muchos los rostros conocidos que se han transformado en un conjunto de teclas gracias a la imaginación y la maestría de Jensen. Sus obras se cuentan ya por decenas y lo cierto es que cada una logra sorprender al espectador aún más que la anterior. Queda claro que todo tiene una segunda vida, tan solo tenemos que aprender a mirar un poco más allá.