Decálogo de Tim Berners-Lee para una nueva web

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El decálogo de Tim Berners-Lee, ‘Contrato para la web’, pretende marcar las reformas necesarias para que este espacio siga conservando su vigencia y lo haga de una forma ética. No es la primera vez que se reforma la web, y no será la última.

Los nueve principios del nuevo contrato para la web llaman la atención sobre temas muy presentes en la actualidad. Ética gubernamental, acceso a la red, ciudadanía, protección de datos, anonimato… ¿Es utópica la visión de Tim Berners-Lee? ¿Quizá demasiado occidentalizada? Estos son sus puntos.

¿Necesitamos una nueva web?

Internet no es un lugar estático. Es más, puede ser el espacio con mayor movimiento y dinamismo de nuestra historia. A pesar de que los protocolos generales apenas han recibido cambios, la World Wide Web que diseñó Tim con el protocolo HTTP allá en 1989 aún sigue vigente. Y muchas de las reglas de internet han permanecido estáticas a pesar del cambio social.

Hace unos años, el ‘padre’ de la web advertía sobre los tres peligros que acechaban a la web: pérdida de control de la información personal, facilidad para difundir información errónea y la falta de transparencia de la propaganda política. En línea con estas preocupaciones, el ‘Primer Informe sobre la Salud de Internet’, de Mozilla, apareció poco después.

Ha pasado un tiempo, pero Tim Berners-Lee no ha estado ocioso. Trabajando con varias agencias, ha diseñado una solución en forma de decálogo de nueve principios para una nueva web. De esta destaca que tanto los gobiernos como las empresas y la ciudadanía tienen un rol que cumplir. Es decir, la responsabilidad es compartida.

El rol de los gobiernos en la web

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  • Principio 1. Asegurarse de que todo el mundo pueda conectarse a internet
  • Principio 2. Hacer que la totalidad de internet esté disponible en todo momento
  • Principio 3. Respetar y proteger los derechos básicos de las personas sobre sus datos y su privacidad en la red

Según datos del banco mundial, en 2017, el 49,72% de la población mundial ya tenía acceso a internet. Hacia 2019, el informe ‘Internet Trends’ confirmaba la paridad de acceso: habíamos superado el 51%. Sin embargo, el acceso es muy desigual en cuanto a velocidad, fiabilidad o coste.

En una conferencia de 2011, Tim Berners-Lee dijo que el acceso a la web era un derecho humano, y en 2016 la ONU le dio la razón. Ahora, incide de nuevo sobre el hecho de que casi la mitad de la población aún no tiene acceso a internet. Además, no todos los internautas disfrutan de un acceso libre.

En este punto es inevitable pensar en China, un país con más de 1.400 millones de personas (19% de la población global) que se ha convertido en el paradigma del control ciudadano. Su internet con acceso censurado choca frontalmente con la idea de Lee en la que la web es un espacio abierto a todas las ideas.

Las empresas en la nueva web

  • Principio 4. Hacer que internet sea asequible y accesible para todo el mundo
  • Principio 5. Respetar y proteger la privacidad y los datos personales, con el fin de generar confianza en la red
  • Principio 6. Desarrollar tecnologías que promuevan lo mejor de la humanidad y contribuyan a mitigar lo peor

En Europa, el acceso a internet es relativamente asequible para su población. Con una infraestructura densa, las telcos pueden ofrecer servicios de acceso a un precio razonable, con el consumo de 1 GB por debajo del 2% de los ingresos mensuales medios. Si el nuevo contrato para la web demanda cambios es porque hay entornos en los que esto no se cumple. Internet resulta prohibitivo.

Mencionamos Europa porque es el lugar del planeta donde los datos de sus usuarios y su privacidad está más protegida. Se nos da muy bien regular, aunque no tanto generar innovación. El RGPD ha supuesto un hito normativo que, según este decálogo, entornos como las tres Américas, China, Rusia y otros núcleos debieran copiar.

Una de las ideas clave es que las personas sean dueñas de sus datos, algo que no ocurre siquiera en el viejo continente. Hasta ahora, internet se ha fomentado una política extraccionista en la que los smartphones son las máquinas de minado y nosotros somos la colonia. Algunos proyectos han tratado, sin éxito, de devolver a los usuarios el control sobre sus datos.

El papel de los ciudadanos en la red

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  • Principio 7. Crear y colaborar en la web
  • Principio 8. Construir comunidades sólidas que respeten el discurso civil y la dignidad humana
  • Principio 9. Luchar por la web

La vertiente activista de Tim Berners-Lee es palpable en la tercera parte del decálogo. Para Lee, el rol de la ciudadanía ha de compaginar cierta desobediencia y lucha activa.

De hecho, pone el foco en la creación y la construcción conjunta de la red, con notables guiños al papel de Jimmy Wales y Larry Sanger en la creación de Wikipedia, y a Lawrence Lessig, Hal Abelson y Eric Eldred por las licencias Creative Commons, que han llegado hasta la Comisión Europea.

Hay un cierto paralelismo entre la lucha ciudadana por los derechos sociales y laborales y la lucha ciudadana por la defensa de un internet saludable. También un tinte quizá personal de una red construida alrededor de foros, tal y como fue imaginada en principio y que fueron muy usados en sus primeras fases.

Los tres últimos principios tienen connotaciones políticas casi más fuertes que los tres primeros, y es evidente la influencia de los sindicatos como sistema de demanda social. Desde Europa, estas tres líneas tienen una mayor acogida que en otros sistemas con menor disidencia.

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Imágenes | iStock/Vit_Mar, iStock/Maxger, iStock/LewisTsePuiLung

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