Un «brazalete del silencio» para evitar escuchas no deseadas en el hogar

asistentes de voz vs brazalete del silencioLos asistentes de voz, poco a poco, van apareciendo en los rincones de todos los hogares. Son muchas las ventajas que nos proporcionan, pero, junto a la expansión del uso de estos dispositivos, también se extiende la sospecha de que nos espían. ¿Es eso cierto?

Laura Cuesta, profesora de Nuevas Tecnologías y Social Media en la Universidad Camilo José Cela, explica en The Conversation que “debemos tener claro que la AI tiene que ir aprendiendo de patrones (reconocimiento de voz + algoritmos de machine learning) y estos solo pueden ser enseñados previamente por comportamientos humanos”.

Solo así podemos conseguir que atiendan nuestras órdenes o realicen adecuadamente nuestra compras. Tengamos en cuenta que un 69% de españoles ya utiliza esta tecnología para interactuar con su dispositivo móvil y, de éstos, un 33% afirma haber realizado alguna compra por este canal. En el caso de los altavoces inteligentes, presentes en el 35% de hogares, dicho porcentaje se incrementa hasta el 41%. Son datos de la agencia de medios OMD en su último informe ‘The Retail Revolution’.

1984

Para ofrecernos los servicios actuales y muchos más que vendrán, los asistentes de voz necesitan escucharnos. Según el responsable de Producto de Google, David Monsees, utilizan equipos de lingüistas que rastrean y escuchan aleatoriamente conversaciones con el objetivo de mejorar el sistema cognitivo y que los dispositivos puedan entender mejor lo que les decimos. En total, analizan un 0,2% de las grabaciones de nuestras conversaciones en el hogar.

Las compañías afirman que esas grabaciones están a buen recaudo y solo se utilizan para fines relacionados con la prestación de servicios. Sin embargo, muchos usuarios han leído en el libro 1984, de George Orwell, el siguiente pasaje: “la telepantalla recibía y transmitía simultáneamente. Cualquier sonido que hiciera Winston superior a un susurro, era captado por el aparato. Además, mientras permaneciera dentro del radio de visión de la placa de metal, podía ser visto a la vez que oído. Por supuesto, no había manera de saber si le contemplaban a uno en un momento dado”. Y, claro, con esas lecturas es comprensible que haya cierta desconfianza.

la ley nos protege

La ley nos protege y eso debería tranquilizarnos. Así, el artículo 25 de la Regulación General de Protección de Datos de la UE proclama los llamados privacy by design y privacy by default que obligan a los desarrolladores de software y servicios a ingeniárselas para proteger la privacidad de los usuarios por encima de todo, haciendo que sus sistemas solo reclamen, procesen y almacenen la mínima cantidad de datos personales necesarios.

Desde la regulación se aportan, por tanto, soluciones…¿pero y desde la tecnología? La respuesta a esta pregunta ha llegado, de forma rotunda y con un diseño «marveliano», de la mano de ingenieros de la Universidad de Chicago.

Asistentes de voz vs. brazalete del silencio

Estos han diseñado un «brazalete del silencio» contra las escuchas de asistentes de voz o de cualquier otro micrófono que pueda haber en el hogar. Para ello utilizan sonidos ultrasónicos que interfieren con los dispositivos de escucha y lo hacen con un artefacto en forma de brazalete que emite esa señal en todas las direcciones.

Si bien estas señales ultrasónicas son imperceptibles para los oídos humanos, se filtran en el espectro audible después de ser capturadas por los micrófonos, produciendo una señal de interferencia dentro del circuito del micrófono que interrumpe las grabaciones de voz.

asistentes de voz vs. brazalete del silencio

Su forma de anillo aporta ventajas frente a los bloqueadores de micrófonos actuales. “Al convertir un bloqueador ultrasónico en un brazalete, nuestro dispositivo aprovecha los gestos naturales de las manos que se producen al hablar, gesticular o moverse para inhibir la grabación de los micrófonos instalados en la estancia. Además, lo hace en múltiples direcciones y protege la privacidad de la voz de su usuario, en cualquier lugar y en cualquier momento, sin que sea necesario que el usuario dirija manualmente el inhibidor de escucha a los micrófonos que se hallan ocultos”, explican los creadores de este brazalete.

Quizás pueda parecer un exceso o quizás no, dependerá del valor que cada cual dé a su privacidad…o de lo mucho que haya leído a Orwell.

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