Alice Augusta Ball, Katherine Johnson, Joan Murrell Owens y Christine Darden. La historia de la ciencia nos ha dejado nombres de mujeres negras que han cambiado el mundo gracias a su trabajo. Sin embargo, son pocas. Y, salvo a las que han terminado inspirando alguna película de Hollywood, a la mayoría ni las conocemos.
Lo cierto es que encontrar mujeres afrodescendientes que hayan dejado su huella en la historia no es una tarea fácil. Hoy, numerosas iniciativas buscan reivindicar su trabajo y recordar que sin ellas el mundo no sería como lo conocemos. Otras muchas quieren dar la vuelta a la situación y conseguir que las mujeres en general y las negras en particular dejen de estar, por fin, infrarrepresentadas.
Un ejemplo es Black Girls CODE, una organización sin ánimo de lucro que busca educar a niñas de color en las disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés). Desde su creación en 2011 en Estados Unidos, los voluntarios de la organización han capacitado ya a 30 000 niñas, a las que denominan como sus «divas tecnológicas», y esperan alcanzar el millón antes de 2040.
Una vuelta de tuerca
“En Black Girls CODE tenemos la misión de cambiar la narrativa que rodea la diversidad racial y de género en STEM, y crear espacios seguros donde las niñas negras puedan verse reflejadas en la innovación tecnológica”, explica Brandee Sanders, especialista en marketing y comunicación dentro de la organización. “Nos esforzamos por empoderar a nuestras niñas para que pasen de ser consumidoras a ser creadoras. Queremos que utilicen la tecnología para convertirse en agentes de cambio”.
Un cambio que es cada día más necesario. A pesar de que niños y niñas obtienen los mismos resultados en matemáticas y ciencias en sus primeros años de colegio, los hombres terminan siendo una clara mayoría en los estudios superiores de áreas STEM. Poco a poco, las niñas y las jóvenes van abandonando estas disciplinas. Lo hacen por la falta de modelos a seguir, la dificultad de acceso y la perspectiva de terminar ganando mucho menos que sus compañeros masculinos.
En algunas regiones del mundo, esta desigualdad de género se ve agravada por diferencias de origen étnico. En Estados Unidos, las mujeres negras representan solo el 2,5 % de la fuerza laboral en ciencia e ingeniería. Un porcentaje irrisorio para sectores que generarán gran parte de los nuevos puestos de trabajo durante las próximas décadas.
“Es crucial eliminar las disparidades raciales y de género que existen dentro de la industria de la tecnología y que comienzan con la educación”, señala Sanders. “Contar con diversidad de pensamiento en el ámbito de la tecnología es esencial para garantizar la innovación. Y la única forma que tenemos de conseguirlo es asegurarnos de que las personas de grupos ahora subrepresentados también participen”.
“Imagina, construye, crea”
El objetivo principal de Black Girls CODE es inspirar y formar a niñas y jóvenes afrodescendientes de entre 7 y 17 años a través de talleres y cursos. Coincidiendo con el Día Internacional de las Niñas en las TIC de este 2021, la entidad ha organizado un hackaton en colaboración con Nike: ‘Just Hack It: Powering Human Connection’. A lo largo de tres días, las participantes crearán proyectos tecnológicos que permitirán a un atleta construir una comunidad digital para defender una causa a su elección. Su objetivo, explican desde Black Girls CODE, es explorar la unión de los deportes y el activismo a través de una lente digital.
A través de la formación en tecnología, los voluntarios de Black Girls CODE buscan dar herramientas para que las niñas se posicionen como líderes de sus comunidades y personas capaces de construir su propio futuro. Prepararlas para entrar en el mercado laboral y convertirse en referentes para las que vienen detrás.
Con sus programas formativos y su sistema de becas, buscan también hacer frente a las diferencias socioeconómicas de la población. En Estados Unidos, al igual que en la mayoría de los países del mundo, la COVID-19 ha puesto de manifiesto la importancia de dotar de iguales oportunidades y recursos a todos los ciudadanos, para evitar que el abismo entre ricos y pobres se haga aún más grande.
Cuando falta un ordenador
“La brecha digital se ha convertido en uno de los problemas más urgentes de Estados Unidos, y se ha agravado además debido a la pandemia de COVID-19”, señala Sanders. “Según el Pew Research Center, uno de cada cinco adolescentes de entre 13 y 17 años tiene dificultades para realizar sus tareas por la falta de acceso a un ordenador o de conexión a internet. Además, millones de estudiantes residen en lo que conocemos como ‘desiertos STEM’, comunidades escolares que no ofrecen cursos o programas centrados en matemáticas, ciencia y tecnología”.
«Millones de estudiantes residen en ‘desiertos STEM’, comunidades escolares que no ofrecen cursos o programas centrados en matemáticas, ciencia y tecnología”.
De acuerdo con datos de este mismo centro de investigación, cerca de un tercio de los niños de hogares con ingresos por debajo de los 30 000 dólares anuales carecen de conexión de internet de alta velocidad. En los hogares que superan los 75 000 dólares anuales, este porcentaje baja hasta el 6%.
Si nos centramos únicamente en hogares de familias afrodescendientes, los porcentajes son más acusados. Cuatro de cada 10 niños de hogares con rentas inferiores a 30 000 dólares anuales carecen de buena conexión a internet. “Como resultado, los adolescentes negros, así como los de hogares de bajos ingresos, son especialmente propensos a enfrentarse a desafíos relacionados con la escuela”, señalan desde el Pew Research Center, para añadir que existen evidencias de que los adolescentes que tienen acceso a un ordenador en casa tienen más probabilidades de terminar con éxito la escuela secundaria que los que no los tienen.
Un millón de niñas
Cuando Kimberly Bryant fundó Black Girls CODE en 2011, se marcó el objetivo de formar a un millón de niñas antes de 2040. Hoy, las cifras le permiten señalar que van por el buen camino. “Muchas de nuestras chicas nos han contado que no veían un camino en el mundo de la tecnología. Sin embargo, después de asistir a nuestros eventos, desarrollaron pasión por las disciplinas STEM”, cuenta Sanders. “Algunas de nuestras estudiantes, a quienes nos referimos como nuestras divas tecnológicas (tech divas), han lanzado sus propios proyectos centrados en la tecnología”.
Algunas de las más mayores son ahora voluntarias e instructoras en Black Girls CODE. Para ellas, compartir sus conocimientos es una forma de agradecer la instrucción recibida y colaborar para inspirar a la próxima generación de niñas. Otras han conseguido becas para hacer prácticas en grandes corporaciones y algunas han llegado a lanzar y dirigir sus propias empresas.
Junto a las divas tecnológicas de Black Girls CODE, muchas otras personas de colectivos históricamente infrarrepresentados de Estados Unidos han dado sus primeros pasos para integrarse en el mundo de la tecnología. Lo han hecho de la mano de asociaciones como la American Indian Science and Engineering Society (AISES) y Black & Brown Founders. La primera es una organización sin ánimo de lucro que busca aumentar la representación en carreras STEM de indios americanos, nativos de Alaska y Hawái y otros pueblos indígenas de América del Norte. La segunda, una iniciativa que apoya a emprendedores negros y latinos para que puedan construir sus propios negocios basados en la tecnología.
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Imágenes | Black Girls CODE