El mundo tras el gran apagón tecnológico, según Don DeLillo

El novelista Don DeLillo es considerado uno de los mejores narradores estadounidenses de las últimas décadas. Ahora acaba de publicar un libro sugerente e inquietante sobre la vida en un mundo postecnológico. 

‘El silencio’ aborda, sin preámbulos y con frases cortantes y frías, cómo sería nuestra vida sin el color y el calor de la tecnología. Don DeLillo, un octogenario que escribe en una vieja máquina Olympia, y que no usa internet, los móviles o el correo electrónico, se las ingenia para trazar con cuatro pinceladas y un puñado de personajes perplejos y ensimismados cómo serán las primeras horas en un universo de pantallas de televisión en negro, calles y habitaciones a oscuras y smartphones mudos y desconectados. La lectura de ‘El silencio’ no es complaciente ni fácil, pero deja huella. 

 

El punto de partida de esta novela corta (tan solo 110 páginas y con un interlineado generoso) es impactante. Estamos en el invierno del año 2022 (a la vuelta de la esquina, como quien dice). Una pareja de neoyorquinos de edad madura, Diane Lucas y Max Stenner, esperan en su apartamento de Manhattan a unos amigos para ver la SuperBowl. 

Se trata de Martin Dekker, un treintañero que fue alumno de Diane y que está obsesionado con Albert Einstein y su teoría de la relatividad. Y también de la pareja formada por Jim Kripps y Tessa Berens, que llegan en avión desde París ese mismo día. 

Apagón mundial el día de la superbowl

Sin embargo, esa reunión banal y previsible de unos americanos frente al televisor para ver la final de la NFL no tendrá lugar en los términos previstos. Un apagón y una caída de las comunicaciones en todo el planeta complican el día y la noche a todos. Adiós al ritual compartido. 

Jim y Tessa sufrirán un aterrizaje forzoso del avión que les trae de Europa, aunque salen casi ilesos y logran llegar a pie, caminando por un Nueva York espectral, al apartamento de sus amigos. Mientras tanto, Max, el anfitrión, se mantiene ante la pantalla en negro del televisor, retransmitiendo mentalmente el partido y reproduciendo los anuncios que ahora son ecos de una normalidad cancelada. El resto de la novela son unos personajes lanzando teorías conspirativas y preguntas por doquier, para intentar averiguar qué ha pasado, pero sobre todo para lidiar con la angustia del blackout energético y tecnológico.  

Don DeLillo escribe un texto premonitorio

Tras dos años de trabajo, DeLillo finalizó el libro justo antes de la pandemia de la COVID-19. De hecho, iba a empezar a promocionarlo cuando en marzo la crisis sanitaria afectó al mundo occidental y a Nueva York en particular. Sin embargo, ‘El silencio’ parece una premonición de los tiempos oscuros e inciertos que estaban por llegar por culpa del coronavirus. 

“Imaginemos que todo esto es una especie de fantasía que ha cobrado vida”, dice Tessa, que es poeta. “¿Estamos viviendo en una realidad improvisada?”, cuestiona Martin. ¿Quién estos meses de crisis sanitaria y de sufrimiento no se ha hecho las mismas preguntas que los personajes de DeLillo?

En un apartamento a oscuras, y lleno de pantallas canceladas y aparatos en silencio, los cinco personajes intentan disipar la incertidumbre y la angustia de un mundo que se descompone. Y buscan culpables. Hay recuerdos de crisis anteriores. Se habla de la ciberguerra, del poder omnímodo de la inteligencia artificial, de agresiones biológicas, de atentados con ántrax… Alguien sugiere que quizá los chinos estén implicados en el apagón. “Nadie quiere llamarlo Tercera Guerra Mundial, pero lo es”, proclama Martin

las nuevas amenazas

Ahora, las armas nucleares de otra época dejan paso a los ataques biológicos y a la ciberguerra. A falta de certidumbres para valorar la situación, las amenazas exteriores se multiplican en la mente de los protagonistas, que, más que conversar, cruzan monólogos. “¿Qué está pasando? ¿Quién nos está haciendo esto?”, se pregunta otra vez Tessa. Todas las respuestas caben, menos la religiosa quizá. Nadie apela a Dios o al destino para explicar el apagón.  

“¿Va a salir el sol? ¿Va a estar en el cielo? ¿Quién sabe qué significa todo esto? ¿Acaso nuestra experiencia normal simplemente está pausada? ¿Estamos presenciando una desviación de la misma naturaleza? ¿Una especie de realidad virtual? (…) ¿Es natural en un momento así estar pensando en términos filosóficos? ¿O bien deberíamos ser prácticos? Comida, cobijo, amigos, tirar de la cadena podemos… Atender a las cuestiones físicas simples. Tocar, sentir, morder, masticar. El cuerpo tiene una mente propia”, divaga Tesa. ‘El silencio’ plantea muchos interrogantes y da pocas respuestas.

Don DeLillo y el alma de Estados Unidos

Dicen los críticos que ‘El silencio’ no es, ni mucho menos, el mejor libro de DeLillo. Sin embargo, en esta novela corta el escritor, de raíces italianas, vuelve otra vez a diseccionar el alma estadounidense a la luz de los problemas políticos y existenciales que la persiguen

Wikimedia Commons (Thousand Robots).

Ya lo hizo en ‘Submundo’ (1997), un novelón de casi 1000 páginas donde repasaba 40 años de historia de EE. UU., desde los misiles de Cuba a la proliferación nuclear de finales de la Guerra Fría. O en ‘Cosmópolis’ (2003), donde habló de los daños morales del 11-S y anunció la crisis financiera, y en ‘Punto Omega’ (2010), en el que reflexionaba sobre la Guerra de Irak.  

A su manera, con pocos recursos expresivos y unos personajes y situaciones bastante descontextualizados y fríos, vuelve a conectar con las preocupaciones del ciudadano corriente de este comienzo del siglo XXI. Porque todos nos hemos preguntado alguna vez qué sería de nosotros si las pantallas se apagaran. Y es probable que no hayamos encontrado una respuesta tranquilizadora. 

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Imágenes | Editorial Seix Barral, Wikimedia Commons (Thousand Robots), iStock.com/nikkijohnsonphoto

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