Dónde vivir alrededor del mundo para escapar del calentamiento global

calentamiento globalDesafortunadamente, el objetivo de mantener el aumento de las temperaturas globales dentro de 1,5 °C ya es poco probable. Las estimaciones más realistas hoy hablan de un crecimiento que se puede contener en 3 °C, pero que podría llegar a 4 °C a finales de siglo.

El calentamiento global es una realidad y tenemos que empezar a imaginar un mundo muy diferente a este.

Ya hay varias simulaciones de cómo podría ser el planeta con un aumento de cuatro grados de temperatura. Micronesia desaparecida, hundida bajo las olas; Pakistán y el sur de la India abandonados; gran parte de Europa convertida en un desierto, así como prácticamente toda África y, en cambio, América del Sur será inhabitable principalmente debido a las inundaciones, la sequía y el clima extremo.

Lo mismo ocurre con Centroamérica y parte de Estados Unidos. Algunas áreas de Nueva York (Estados Unidos) pueden terminar bajo el agua; Los Ángeles (Estados Unidos), por contra, podría convertirse en un páramo apocalíptico con intensos incendios y falta de agua potable. Todo el sudeste asiático y China también sufrirán sequías y desertificación, mientras que los monzones se encargarán de erosionar el suelo dejando solo arena. Si el mundo se reducirá a esto en menos de un siglo, ¿dónde iremos a vivir?

Más allá de los proyectos para colonizar Marte, es más probable que la humanidad se traslade a las pocas áreas de la Tierra que podrían volverse acogedoras. Como confirman varios informes, la parte más occidental de la Antártida se está volviendo verde y podría continuar en un proceso de reforestación espontánea. Esto la convertiría en una zona habitable. Lo mismo ocurre con Nueva Zelanda; el archipiélago debería escaparse del dramático destino de una gran parte de Oceanía y acoger su emigración.

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¿Habrá lugares beneficiados por el calentamiento global?

La situación mejorará aún más en el hemisferio norte. Se espera que Siberia y Canadá ofrezcan lluvias regulares y una temperatura más suave, las condiciones ideales para convertirse en el nuevo granero del mundo. Lo mismo ocurre con el Reino Unido, Escandinavia, Groenlandia y el norte de la Rusia europea.

En 1908, el científico sueco Svante Arrhenius fue el primero en cuantificar cuánto podría calentarse el planeta. Lo hizo a partir de las tendencias previstas en el consumo de combustibles fósiles. Dado su origen nórdico, Arrhenius vio aspectos positivos en el calentamiento global. Escribió: “Debido a la influencia del porcentaje creciente de ácido carbónico en la atmósfera, podemos esperarnos edades con climas mejores y más justos, especialmente en las regiones más frías de la tierra, edades en las que la tierra producirá mucho más que ahora, en beneficio de la rápida propagación de la humanidad”.

En el desastre general, finlandeses y daneses probablemente podrán producir vinos excelentes. Los países muy fríos ganarán en calidad de vida gracias al aumento de las temperaturas, y también se abrirán nuevas posibilidades desde el punto de vista comercial. Desde hace años, Rusia en particular, pero también el resto de países ribereños del Ártico, llevan esperando el derretimiento del hielo para conquistar las nuevas rutas con las que acortar de forma decisiva el transporte marítimo.

La población total de las regiones árticas, que hoy en día albergan a cuatro millones de habitantes, podría crecer hasta los 400 millones en los próximos veinte años. Siendo muy optimistas, las regiones ahora desérticas y abandonadas podrían convertirse en el proveedor de energía del mundo al quedar completamente cubiertas con paneles solares.

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La cuenta más cara la pagarán los más pobres

Ahora bien, esto no significa que podamos mirar a la actual crisis climática sin preocuparnos. En primer lugar, porque este escenario en todo caso implica catástrofes, inundaciones y migraciones de cientos de millones de personas, con las desastrosas consecuencias que se pueden imaginar. En segundo lugar, porque sería una solución temporal. Incluso si pudiéramos reubicar a una gran parte de la población mundial en las nuevas áreas habitables, es casi seguro que nos enfrentaremos a otra discriminación entre ricos y pobres. Lo que algunos han llamado ‘apartheid climático’.

En 2018, Eco Experts, el servicio de comparación energética con sede en Reino Unido, creó un mapa a partir de los datos del Índice de Adaptación Global de Nôtre Dame. Este índice analiza 181 países según factores como la atención médica, el suministro de alimentos y la estabilidad gubernamental. Luego los clasifica en función de su capacidad para hacer frente a los desafíos que plantea el calentamiento global.

A los países de ingresos más altos les irá mucho mejor que a los de ingresos más bajos. Nada nuevo. En esencia, los mejores destinos para escaparse del cambio climático son también los lugares económicamente más prósperos del planeta. La correlación es muy directa: de los 30 países con menor riesgo, alrededor de tres cuartas partes se encuentran entre los 30 países con el PIB per cápita más alto. Un estudio de Stanford (Estados Unidos) de 2019 concluyó que «la brecha entre la producción económica de los países más ricos y más pobres del mundo es ahora un 25% mayor de lo que hubiera sido sin el calentamiento global».

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Todo está conectado

El calentamiento global aumentó el Producto Interior Bruto (PIB) per cápita de Suecia en un 25%, según el estudio de Stanford. Arrhenius tenía razón. Por el contrario, el PIB de la India perdió (en términos relativos de falta de crecimiento) un 31% por culpa del calentamiento global. Nigeria, el 29%; Indonesia, el 27%, y Brasil, el 25%. Estos cuatro países comprenden colectivamente alrededor de una cuarta parte de la población mundial.

Sin embargo, la Tierra es solo una y cada fenómeno está conectado. Por lo tanto, es impensable que algunos países disfruten solo de los beneficios, relativos, del calentamiento global. Si más de dos tercios del mundo se verán obligados a luchar por el agua, la tierra y la comida, el tercio afortunado también sufrirá las consecuencias.

Un informe de la Brookings Institution, publicado el año pasado, describió la situación a la que nos enfrentaremos: migración humana a gran escala debido a la escasez de recursos y mayor frecuencia de eventos climáticos extremos, particularmente en países en desarrollo. También una mayor frecuencia y gravedad de las epidemias. En 2018, el Banco Mundial estimó que tres regiones del planeta (América Latina, África Subsahariana y Sudeste Asiático) generarán 143 millones de migrantes climáticos para 2050.

Nosotros o nuestros hijos podemos intentar escapar del calentamiento global. Pero la realidad es que todos estamos subidos en el mismo barco. Y al barco le espera tormenta, aunque podamos cultivar cabernet en Siberia o nadar en Canadá. Eso sí, si quieres comprar una casa de veraneo, tal vez puedas empezar a buscar en Groenlandia.

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Imágenes | NOAA/Unsplash, William Bossen/Unsplash, Ivars Krutainis/Unsplash, Markus Spiske/Unsplash

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