¿Estás desarrollando una espina en el cráneo por culpa del smartphone? No sé, Rick…

Vivimos pegados a la pantalla de nuestro smartphone, con todas las consecuencias que eso implica. Por un lado, disfrutamos de la posibilidad de estar constamente conectados, de no perdernos casi nada de lo que ocurre (al menos en la red).

Por el otro, es habitual caminar por la calle y ver a cientos de personas cabizbajas, y no precisamente porque estén comprobando si sus zapatos están limpios. Todos ellos observan sus pantallas sin apenas levantar la vista, escribiendo a toda velocidad con unos dedos que están desarrollando una enorme destreza. La anatomía del ser humano cambia con el paso del tiempo -en realidad, de muuuucho tiempo- y ahora dicen que el smartphone podría tener algo que ver en alguno de estos cambios.

Por lo menos así lo sugiere un estudio realizado en la Universidad de la Costa del Sol (Queensland, Australia), dirigido por David Shahar, experto especializado en las ciencias de la salud. Según esta investigación, que ha recibido mucha atención mediática, nos está saliendo una especie de espina en la parte posterior del cráneo y la culpa podría recaer en el «diabólico» smartphone.

un artículo poco riguroso

¿En estos pocos años se puede haber producido esta novedad evolutiva? No sé, Rick. El médico y divulgador científico, Ignacio Crespo, autor del blog Stendhal, dedicado a la divulgación científica, afirma en un hilo en Twitter que nos hallamos ante un artículo poco riguroso. En él, «el autor sugiere sin la más mínima prueba que los dispositivos móviles son los causantes, pues su uso conlleva posturas exageradas donde tenemos el cuello demasiado flexionado».

«El estudio es malo -añade- y las conclusiones son más que dudosas, pero asociarlo por la cara al uso de dispositivos móviles es «porque patatas». Crespo se lamenta de que «por el motivo que sea (sensacionalismo, falta de formación, falta de tiempo, etc) las noticias científicas se han vuelto un verdadero despropósito. La mayoría buscan el clic fácil a costa de la verdad».

«Por supuesto que parte de la culpa es del lector, que tiene la responsabilidad de leer todo el artículo, pero también lo es del comunicador, que ha de buscar llevar esa información a la población de forma óptima, para lo cual ha de tener en cuenta nuestros sesgos y cuñadismos», concluye.

Por su parte, en Maldita Ciencia explican, utilizando también este hilo de Ignacio Crespo, lo que sabemos del «cuerno que crece en el cráneo por mirar demasiado el móvil». Señala este artículo que el principal autor del estudio practica la quiropraxia, considerada a día de hoy una pseudoterapia sin evidencia científica de su eficacia para tratar ningún problema de salud. Que cada cual saque sus conclusiones.

la protuberancia que hizo llorar a darwin

Este bulto ha sido bautizado como protuberancia occipital externa y su origen, según afirma el estudio publicado en Nature, puede estar vinculado a posturas sostenidas asociadas con el surgimiento y el uso extensivo de tecnologías contemporáneas de mano, como los teléfonos inteligentes y las tablets. ¿Cambios en nuestra anatomía en solo una década? Puede que Charles Darwin se esté revolviendo en su tumba al leer esto.

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Evaluación radiográfica de muestra de la protracción de la cabeza hacia adelante (FHP). Nature

¿Qué uso hacemos del smartphone?

Este tipo de estudios encuentran eco en los medios porque, al fin y al cabo, el smartphone se ha convertido en parte integral de nuestras vidas, incluso casi de nuestra anatomía, como una excrecencia de la mano. Son muchas las horas que pasamos delante de su pantalla. En España, el 92% de las personas tiene un smartphone y lo usa principalmente para comunicarse por mensajería instantánea con aplicaciones como WhatsApp. Según un estudio realizado por Rastreator en 2018, los españoles dedican cada vez más tiempo a su smartphone, hasta una media de tres horas y 51 minutos al día, un 14,3% más que en 2017 (29 minutos más).

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Pixabay

En el caso de los jóvenes, un estudio publicado también en 2018 en la revista Adicciones, en el que fueron encuestadas 1.276 personas de 80 países hispanohablantes, destaca que un 57,5% de los encuestados, jóvenes menores de 18 años, presenta un uso problemático del móvil (un 7,9% de dependencia). 

La ansiedad ante la posibilidad de quedarse sin batería o perder de vista el móvil son señales de que nuestra dependencia del teléfono móvil es excesiva. También creer que el dispositivo ha vibrado cuando no lo ha hecho. Y puede derivar en situaciones más graves.

“Dependiendo de su grado de adicción, los nomofóbicos pueden llegar a sentir pensamientos obsesivos, dolores de cabeza y estómago, taquicardias e incluso ataques de pánico”, advierte Belén Arcones, directora general de IMF Business School, donde han analizado algunas de las claves que caracterizan a quienes padecen esta fobia.

Imagen destacada: Journal of Anatomy

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