Cada año, más de un centenar de barcos fantasma acaban en las costas de Japón. Algunos llegan vacíos. Otros esconden todavía los cadáveres de su tripulación. Todos comparten origen: Corea del Norte.
En las últimas décadas, este fenómeno no ha dejado de aumentar en las costas japonesas y, en menor medida, en las rusas. Casi todos siguen el mismo patrón. Son embarcaciones pequeñas y viejas, pensadas para pescar cerca de la orilla, que se adentran demasiado en el mar de Japón. Durante años, se pensó que las especies comerciales de pescado y, en particular, el calamar se estaban desplazando por motivo del cambio climático. Y esto obligaba a los pescadores norcoreanos a alejarse cada vez más de tierra firme.
Sin embargo, una investigación publicada en 2020 destapó la verdadera razón. Una armada de pesqueros industriales de origen chino, cada vez más numerosa, estaba diezmando los caladeros. Esta sí era una verdadera flota fantasma: los barcos apagaban sus sistemas de monitorización y control de capturas para pasar desapercibidos. Aprovechaban los vacíos regulatorios de este brazo del océano Pacífico que comparten las dos Coreas, Japón y Rusia.
Por motivo de las sanciones impuestas a Corea del Norte desde la ONU por su actividad armamentística nuclear, la pesca está prohibida en aguas norcoreanas desde 2017 para flotas extranjeras. Pero otra investigación posterior descubrió que cerca de un millar de barcos industriales chinos faenan en la zona vedada; y la mayoría lo hacen en la oscuridad de los datos, sin compartir información real sobre sus actividades.
Este fue el primer trabajo con resultados concretos del proyecto Dark Vessels. Desarrollado por la organización Global Fishing Watch, utiliza datos satelitales e inteligencia artificial para arrojar luz sobre la pesca ilegal. Desde entonces, el sistema ha mejorado mucho. El pasado 8 de junio, coincidiendo con el Día Mundial de los Océanos, la organización puso la tecnología a disposición de todo el mundo en un mapa interactivo de las flotas oscuras.
Los datos incompletos de la pesca
Cada año, en todo el planeta se pescan algo más de 90 millones de toneladas de peces y otros animales marinos. Este dato se obtiene gracias a los sistemas de monitoreo y control que tiene en marcha cada puerto y a la información de los barcos pesqueros, que están obligados a incorporar sistemas de seguimiento como el Sistema de Identificación Automática (AIS, por sus siglas en inglés) o el Sistema de Monitoreo de Embarcaciones (VMS).
Sin embargo, no todas las embarcaciones los usan. Muchas los apagan de forma temporal, alegando problemas técnicos o de cobertura, para llevar a cabo actividades ilegales, como pescar en aguas de países en los no que tienen permisos o capturar más cantidad de la debida. Así, la FAO calcula que cada año se pescan de forma ilegal más de 30 millones de toneladas. Esto, según la ONU, puede provocar el colapso de los caladeros locales; y pone en riesgo la forma de ganarse la vida de muchas personas, en especial, las que practican la pesca tradicional de subsistencia.
“Es sorprendente lo poco que sabemos sobre la verdadera escala de las actividades humanas en el mar”, señaló David Kroodsma, director de investigación e innovación de Global Fishing Watch, durante la presentación de la herramienta. “Si sumamos las embarcaciones que cortan intencionadamente su comunicación con las embarcaciones que directamente no transmiten la información a los sistemas públicos, tenemos lagunas importantes en los datos y en la rendición de cuentas».
Un radar para las flotas oscuras
Los problemas derivados de estas flotas que operan bajo el radar no solo tienen lugar en las aguas compartidas de las dos Coreas y Japón. En la costa occidental de África, la mayoría de los barcos no comparten su ubicación (muchos de ellos pertenecientes a flotas europeas). Y en América Latina también son habituales los incidentes alrededor de aguas protegidas, pero muy ricas en pesca, como las que rodean las islas Galápagos.
La herramienta desarrollada por Global Fishing Watch espera sacar de la oscuridad a todos estos barcos. El sistema se basa en técnicas de aprendizaje automático (machine learning) aplicadas sobre imágenes del satélite VIIRS (Visible Infrared Imaging Radiometer Suite) de la NASA y de los Sentinel-1 y Sentinel-2 de la Agencia Espacial Europea (ESA). El primero utiliza un radar de apertura sintética (SAR) para obtener imágenes de la superficie de la Tierra, lo que le permite ver a través de las nubes y estimar el tamaño de las embarcaciones, y el Sentinel-2 sirve para estimar la velocidad y el rumbo de los barcos.
Tras procesar todos estos datos combinados con la información de los barcos que sí están conectados a los sistemas de monitorización, la herramienta obtiene una imagen aproximada de la distribución de las flotas que permite a las autoridades identificar áreas donde los barcos quizá estén desconectando sus sistemas de control. Además, gracias al machine learning, están desarrollando modelos que permiten inferir dónde es más probable que haya pesca ilegal.
El resultado está disponible para todo el mundo en un mapa abierto e interactivo que se actualiza, por ahora, una vez al día. A largo plazo, el objetivo es acabar convirtiéndolo en un herramienta que publique la información en tiempo real. “El uso de radar satelitales para detectar y mapear actividades potencialmente ilegales o dañinas que hasta ahora habían permanecido ocultas abre un nuevo campo de posibilidades en la lucha tecnológica por el medioambiente«, concluye David Kroodsma.
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Imágenes | Unsplash/Roshni Sidapara, Global Fishing Watch