Google sabe cuándo haces arrumacos a tu pareja (y también cuándo no es tu pareja)

Google puede conocer parte de tus encuentros sexuales¿Alguna vez te has planteado qué es lo que sabe el gigante de Internet de ti? ¿Qué sabe Google de tus gustos y costumbres? ¿Qué sabe Google de tus horarios? ¿Sabe el buscador que tienes pareja? ¿Sabe qué hacéis bajo las sábanas, o cuándo? ¿Qué sabe Google de tus gustos y comportamientos sexuales? 

Aunque este artículo no pretende mostrar cómo las grandes compañías (Google Bing, Microsoft, Apple…) analizan nuestros comportamientos sexuales en la intimidad, sí busca llamar la atención sobre el hecho de que tengan la posibilidad de hacerlo; con el único objetivo de abrir debate y reflexión al respecto.

El negocio de Google se asienta sobre los datos personales para orientar mejor sus anuncios

Google nació como navegador el 27 de septiembre de 1998. La idea era sencilla: el usuario tecleaba en la barra de búsqueda una palabra, concepto, frase, pulsaba sobre «buscar» y la web te devolvía resultados similares. Tosco al principio, pero útil, se convirtió en el navegador de referencia en Occidente.

Sin embargo, había que cubrir costes. Para ello, Google lanzó en 2000 AdWords, la posibilidad de que los anunciantes incrustasen sus empresas, productos y servicios en las búsquedas de los usuarios. Los tres primeros resultados de cualquier búsqueda en Google están pagados por anunciantes:

google adwords sabe de ti

Cuando uno navega logueado (con la sesión abierta), Google usa las cookies para registrar sus patrones de búsqueda y uso del navegador. Cuando alcanzó una masa crítica importante de usuarios, pudo dar el salto al siguiente negocio: dirigir anuncios a personas o grupos de personas concretas.

Por ejemplo, si la mayoría de los varones de 50 años hacen búsquedas relacionadas con la salud cardiovascular, Google segmenta los anuncios relacionados con servicios y productos, y los dirige a varones de más de 50 años, dejando de lado al resto de personas. Así aumenta su rendimiento.

Tras aquello empezó a hilar más fino. Si soy un varón de 50 años que busca sobre salud cardiovascular y tenis australiano, y buena parte del resto de varones de 50 años buscan sobre salud cardiovascular, tenis australiano y libros de divulgación; Google me enviará anuncios de libros de divulgación porque es más probable que los quiera leer yo más que otro usuario.

Es decir, el negocio de Google en estos momentos es el de saber, el de tener datos sobre las personas y poder comprender mejor sus gustos, aficiones y hobbies. Con el sano y legal objetivo de vender más, no muy diferente al tendero de tienda que sabe cómo preguntar para que acabes comprando algún otro producto, pero haciendo uso de tecnología de Big Data.

Google sabe dónde estás, cuándo haces ejercicio y cuándo duermes

Google sabe dónde estás, cuándo haces ejercicio, y cuándo duermes

Cuanto más sepa Google, Facebook, Apple, etcétera, sobre ti, mejor podrán dirigir los anuncios que interesen a sus usuarios y, por tanto, conseguir mejores ventas que aumenten el coste del espacio anunciante. Así es como ganan beneficios estas compañías. Para eso, necesitan recoger tantos datos como sea posible.

Recogiendo datos a través del GPS

El GPS de nuestros teléfonos móviles, el mismo que nos engaña y “manipula” para que lleguemos antes a los sitios a los que queremos llegar, sabe en casi todo momento dónde nos encontramos. Muchas aplicaciones, como el navegador, aquellas que usamos para entrenar e incluso algunos juegos como Pokemon Go, hacen uso del GPS, por lo que algunos usuarios lo llevan siempre conectado. Si eres de esos usuarios y entras en el enlace de abajo, quizá te lleves una sorpresa:

https://www.google.es/maps/timeline

En ocasiones, ni siquiera es necesario mantener el teléfono encendido para que Google sepa dónde nos encontramos. Existen otras maneras de localizarnos, como comprando esa información a las empresas de telecomunicaciones (que, obviamente, necesitan saber dónde estamos para poder enviarnos los datos, llamadas o SMS a nuestra ubicación). También pueden localizarnos gracias a la IP del WiFi público que estemos usando, o por las etiquetas de las fotografías que subimos a las distintas redes sociales. La posibilidad está ahí.

Recogiendo datos a través de aplicaciones

Las distintas aplicaciones de entrenamiento, como Endomondo, Runtastic o Nike+Running, registran nuestra actividad física por pasos y, sirviéndose del GPS, son capaces de trazar nuestro recorrido sobre un mapa. Más datos que añadir sobre nuestra calidad de vida, hobbies y ejercicio físico, que se completa mucho gracias a las pulseras de actividad.

Las pulseras de actividad, así como los smartwatches, especialmente aquellos que recogen la actividad cardíaca, son grandes colectores de datos sobre nuestro comportamiento. Más aún si los combinamos con aplicaciones como Google Fit. Analicemos esta última.

Google Fit: cuando le das los datos sobre tu comportamiento a Google

Google Fit es una aplicación sencilla pero muy interesante. Funciona de un modo similar a Endomondo en cuanto a retos diarios o semanales, y cuenta con un visor web en el que poder visualizar nuestras métricas. Y no requiere más que un smartphone. Básicamente es un lugar donde el usuario puede ver cuánto tiempo ha realizado una actividad, cuántos pasos ha dado a lo largo de un tiempo y cuántas calorías ha perdido.

Eso significa que Google lo sabe, junto con nuestro peso, edad, ruta minuto a minuto, frecuencia cardíaca… También sabe nuestros horarios, así como las personas junto a las que entrenamos, y cuándo, si estas llevan apps similares. Y ni siquiera tenemos que decir qué actividad estamos realizando, la aplicación la detecta sola.

Fit funciona en segundo plano, por lo que siempre estará contando pasos, siempre preguntando dónde estás, siempre pendiente de si vas en bici, andando o te encuentras en el gimnasio. Puede no parecer gran cosa, pero Google sabe qué deportes nos cansan más, cuáles menos, en cuales te paras a mitad del ejercicio para respirar, beber agua y descansar. Saben qué días corremos furiosos y cuáles tonteamos sin cansarnos realmente.

Google puede conocer buena parte de tus encuentros sexuales

Pongamos el ejemplo de dos personas, pareja o no, que quedan a menudo en casa de una de ellas para disfrutar del tiempo juntos y que, ocasionalmente, acaban teniendo sexo. El sexo es una actividad física y, por lo tanto, eleva la temperatura corporal, nos hace estar activos y hace que el corazón lata más rápido durante un tiempo, entre otros factores. Veámoslo en forma de los datos que las pulseras de actividad de ambos recogen.

Una vez cada X días, estas dos personas realizan rutas distintas que finalizan en un domicilio. Google puede conocer estas rutas, así como sus tiempos, y cuál de los dos llega antes al domicilio. También puede saber que es un domicilio, y no un gimnasio, un centro público o un parque. Además, puede comparar los históricos y adivinar cuál de los dos vive ahí y qué otro viene de manera ocasional, si es el caso. También, como curiosidad, puede saber quién no está en el domicilio cuando esta segunda persona tiende a aparecer.

Imaginemos que en un momento dado, y sin cambiar de posición GPS más allá de unos pocos metros, ambas pulseras de actividad detectan picos anómalos de frecuencias cardíacas alteradas. Las pulsaciones aumentan a medida que los distintos acelerómetros detectan más movimiento del habitual, más “pasos”, que curiosamente no se corresponden con ningún desplazamiento. Ambas pulseras siguen dentro del domicilio.

Al tiempo, ambas pulseras detectan una bajada de las pulsaciones cardíacas y de estos “pasos” falsos. La actividad se detiene. Sí, podría ser algún tipo de entrenamiento físico como el levantamiento de pesas, pero los patrones de series y aumento gradual de la frecuencia cardíaca, así como los descansos, no aparecen contemplados. Los datos indican otra cosa: los datos indican que han mantenido relaciones sexuales.

y también cuando estás solo

¿Sabe Google cuándo me masturbo?

La masturbación sigue siendo un tabú social en muchas culturas y, sin embargo, los usuarios podemos estar cediendo alegremente nuestro comportamiento a través de distintos gadgets cuando nos masturbamos, del mismo modo que lo hacemos cuando tenemos sexo con otras personas.

Por ejemplo, es curioso cómo la búsqueda de la palabra «porno» y la palabra «sexo» (algo más atenuada en la gráfica) tienen un patrón diario tan sólido. Es bajo durante la mañana, y sube un poco a la hora de la siesta, pero el pico lo tenemos a medida que entra la noche. Desde las 23:00 a las 2:30 no deja de subir, y luego fluctúa hasta las 6:30 para terminar cayendo un par de horas después. Nuestros patrones sexuales son increíblemente predecibles a muy largo plazo:

Si las búsquedas de estos y otros contenidos vienen acompañadas de movimientos constantes del podómetros de las pulseras de actividad y de nulo movimiento en el GPS del teléfono, es bastante fácil deducir qué es lo que está haciendo el usuario. Esto no significa que ese tipo de patrones se estudien, pero sí que es posible hacerlo, porque hay datos de sobra y los estamos regalando.

A medida que distintas empresas de tecnología nos dan acceso a mejores servicios que facilitan nuestro día a día, también nos cobran en privacidad. Su negocio es el de vender datos a distintos anunciantes, y el precio que nosotros pagamos por hacer uso de distintas prestaciones es la entrega de esos datos.

La privacidad es un concepto muy discutido hoy día, y somos los usuarios los que hemos de decidir si estamos conformes con entregar parte de ella para tener acceso a servicios de más calidad. O, si por el contrario, la valoramos lo suficiente como para buscar alternativas.

En Nobbot | ¿Privacidad? Imposible. La información personal es demasiado valiosa

Imágenes | iStock/fizkes, iStock/venimo, iStock/MichaelLanghoff, iStock/OcusFocus

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *