La historia de Uber: de pagar 800 dólares a un taxista privado a generar más de 800 millones en beneficios

La historia de Uber se remonta mucho más allá de su nacimiento como UberCab, creada por Garrett Camp, cofundador de StumbleUpon, y Travis Kalanick, quien vendió su startup Red Swoosh por 19 millones de dólares en 2007. Tenía un poco de cash para invertir.

Nos tenemos que retrotraer hasta una década atrás, cuando un joven Travis Kalanick abandona la UCLA para centrarse en su nuevo proyecto, Scour.net, un motor de búsqueda para redes peer-to-peer. Entre sus inversores estaba el expresidente de Disney Michael Ovitz, imposible de imaginar ahora.

¿NADIE PIENSA EN LOS DERECHOS DE AUTOR?

Las cosas no salieron como deberían. Demandados de forma monolítica por las empresas del entretenimiento, el equipo de Kalanick ve las orejas al lobo y se acoge a la Ley de Quiebras de EE.UU. La bancarrota da por terminada la relación de la empresa y Kalanick sigue buscando financiación para sus nuevas ideas. En 2001 nace RedSwoosh, una nueva Scour con directorio centralizado que indexa miles de clientes y distribuye como cualquier peer to peer.

Akamai Technologies termina adquiriendo la empresa en 2007 y Kalanick la vende por 23 millones de dólares. En apenas seis años su negocio convirtió a los litigantes en clientes de su tecnología. La idea de Uber se presenta en sociedad en diciembre de 2008 y Kalanick ve el potencial del negocio: vehículos privados convertidos en taxis de bajo coste.

Garrett Camp (el verdadero creativo de la idea), Óscar Salazar y Conrad Whelan entran en el negocio y, ahora sí, nace UberCab. Kalanick, mientras tanto, busca vacantes desde su cuenta de Twitter. Y los primeros taxis de bajo coste resultaron ser automóviles de lujo que costaban varias veces el precio de un taxi común. Pero se podía solicitar con solo enviar un sms. ¡El futuro!

La primera ronda de financiación implicó capital de First Round Capital y del cofundador de Napster, Shawn Fanning. La estructura de la empresa invierte roles, con el joven Ryan Graves como gerente y Kalanick como CEO. Todos quedan contentos y la salud de la empresa parece evidente.

La segunda ronda de financiación implica 11 millones de dólares y nombres como Bill Gurley —viejo ingeniero de Compaq, empresario en Benchmark y con asiento e inversión en más de 12 empresas líderes en comunicación— entran en el organigrama oficial de Uber. En cualquier caso, la app ya estaba en el aire, auspiciada por un riguroso grupo de expertos, y las peticiones empezaron a amontonarse.

INJUSTICIA, MANIFESTACIÓN

Es entonces, hacia mayo de 2011, cuando comienzan las primeras batallas en el gremio, con una Nueva York vestida de pancartas pidiendo la disolución de Uber. Y llegan las primeras quejas: los taxistas no quieren la palabra Cab en el servicio. UberCab pasa a ser simplemente Uber en 2011.

La empresa responde con un crecimiento horizontal y se expande a París. En la tercera ronda de financiación entran Menlo Ventures, Jeff Bezos y Goldman Sachs. Para entonces, la marca ya se había apropiado de cierto motto sobre lifestyle, ya presumía de conductores de todas las etnias y calidades. Apenas un año después sería presentado UberX, un servicio prémium con los modelos Toyota Prius y Cadillac Escalade como abanderados.

De repente todo el mundo quería un Uber en su ciudad. Y la marca aterriza en Sídney. Las series de Netflix lo incorporan en su lenguaje y los bajos costes hieren gravemente a otras empresas competidoras. Entre ellas se encuentra Lyft, cabecera que planta cara a Uber en su propio terreno: la ciudad de San Francisco.

¿En qué redunda esto? En una guerra de precios. Pero los planes de Uber no eran en absoluto locales. Su expansión continúa por India y África. Una ronda de financiación de Serie C hace entrar a la propia Google en juego. 258 millones de dólares limpios que dan un valor a la empresa de 3.760 millones. Y no lo olvidemos: entretanto nacen nuevos servicios.

Uno de ellos UberRUSH, las entregas de bicicletas, despega presentando buenos beneficios. Los locales claman por regulaciones que congelen este crecimiento desmesurado, donde los chóferes se pegan una paliza a trabajar horas extra para lograr las mejores valoraciones y un sueldo digno.

MIRA CON QUIÉN CONDUCES…

Es entonces cuando los gobiernos comienzan a mirar de reojo a la empresa, que entró en China con la agresividad de un dragón. Verano de 2014 y los datos arrojan una nueva conclusión: el país oriental parece ser el mejor mercado de todos. Aun así, su expansión tiene nuevo nombre: Centroamérica y Sudamérica.

Uber sigue innovando y lanza UberPOOL, una estrategia para dividir la ruta y el gasto en varios nodos. La idea es simple: si vas a tomar una ruta similar a la de otra persona, pueden compartir espacio y coste. Es un éxito. En octubre de 2013 la compañía se mueve hacia aguas filantrópicas y presenta UberKITTENS, un servicio para enviar animales desde el refugio al nuevo hogar de acogida —o viceversa—. También nace uberWEDDING: un servicio para organizar y oficiar bodas.

Y en septiembre de 2014, bajo una asociación con el exsecretario de Defensa de EE.UU., Dr. Robert Gates, se crea UberMILITARY: 50.000 militares retirados trabajan conduciendo para Uber.

El mercado chino sigue creciendo y para una Navidad sin nieve en 2014, Uber se asocia con Baidu, el portal y motor de búsquedas que inyecta 600 millones para mejorar la telemetría y mapas de la app. La guerra ha dado comienzo. Ah sí, mientras tanto el servicio de mudanzas y entregas UberCARGO se convierte en otro éxito.

¿Y qué hacer con tanto dinero? Comprar otras empresas. Tras adquirir deCarta, empresa de cartografía, llaman a la puerta de Microsoft y logran un acuerdo que incluye un centro de datos, cámaras y licencias para el uso de varias IP’s de Microsoft.

DENME SERVICIOS MÁS GRANDES

La siguiente adquisición se realiza en el sector del cáterin. Porque Uber presenta UberEATS, servicio de entrega de comida bajo pedido que comienza en ciudades piloto como Los Ángeles, Barcelona y Nueva York. Efectivamente, gracias a la celeridad y operatividad del servicio, se convierte en otro éxito, mientras intentan acallar los rumores de miles de cuentas Uber vendidas en la deep web.

Kalanick no pierde el tiempo con estas batallas. Su nuevo frente está en el coche autónomo. Y comienza a negociar con Elon Musk. En sus planes de negocio entran contrataciones de expertos en robótica: si comprar un coche es caro, más caro resulta alquilar al humano que lo conduce. La meta es encontrar a taxis infalibles que asuman la doble responsabilidad.

Esto alimenta aún más la ira de los taxistas, que cargan contra los conductores de Uber, que montan bloqueos en carretera, quema de neumáticos y amenazas reales. Y al circo le crecen los enanos: la Comisión Laboral de California dictamina que un conductor de Uber es un empleado, no parte contratante. Esto cuestiona el modelo mismo de la empresa, que ya comenzaba a virar hacia nuevos planes. Las demandas se le adelantan, pero el éxito no merma.

Tanto en China, como en el resto del mundo, Uber recauda verdaderas fortunas, haciendo sombra a cuatro de cada cinco competidores, logra más de 2.000 millones de fondos de capital privado y capta inversiones megalómanas como los 200 millones del multimillonario Mikhail Fridman.

COCHES, COCHES QUE NO FALTEN

UberRUSH pasa de ser programa piloto a servicio oficial y la empresa matriz acuerda pagos millonarios para resolver las demandas abiertas que demuestran la clara publicidad engañosa de sus ofertas de empleo. Es entonces cuando la empresa comienza a trabajar de forma mucho más intensa con la industria del motor. Realiza un acuerdo a largo plazo con Toyota y le compra a Volvo 1.000 millones de dólares en coches.

Hacia el verano de 2016, Kalanick realiza varias conferencias afirmando que la empresa es rentable y va viento en popa —con 40 millones de usuarios al mes y un promedio de gasto de 50 dólares—. Pero el viejo rival está haciendo temblar los cimientos. La compañía de transporte china Didi Chuxing se ha tomado esta batalla como una guerra personal y Uber parece perder demasiado dinero en hacerle frente. La primera opera en más de 400 ciudades, la segunda solo en 80.

Los socios presionan y Uber recibe otros 1.500 millones de dólares como préstamo que la empresa invierte de forma inmediata. No obstante, este modelo no gusta a todo el mundo, desde luego. Uber tuvo que salir de Hungría tras una medida expresa del gobierno. Algunos estados americanos siguen investigando las prácticas de la empresa y los litigios se abren en nuevos países, incluidos España y Brasil, con ataques físicos a conductores.

Y aunque se lanza el primer piloto público de vehículos autónomos en Pittsburgh, las cosas no acaban precisamente bien. Fallece un peatón atropellado por un Uber de gama prémium y las cabeceras de medio mundo traen de nuevo el debate sobre la peligrosidad de los vehículos autoconducidos.

EL OCASO EN ORIENTE

Finalmente Uber se rinde frente a Didi y llegan a un acuerdo de 35.000 millones de dólares que sanea la guerra de inversiones. La compañía China se queda con toda la porción del pastel mientras que la marca estadounidense se centra en sus otros 40 mercados. La startup mejor valorada del planeta repetiría esta situación apenas un año después, frente a Grab.

Bien es cierto que Uber ha retomado las conversaciones para volver al mercado chino por todo lo alto —porque si algo le caracteriza a Travis Kalanick es su nula capacidad para desistir—, pero tendrá que ser bajo otro tipo de condiciones.

Para el 20 de mayo de 2017 la empresa alcanza 5.000 millones de viajes, pese a un crecimiento más suave. Mientras los peatones sincronizan su playlist de Spotify y se comen un par de galletas con agua embotellada cortesía de la marca, los últimos movimientos han oscilado en torno al deep learning —con apps como MADD, para vigilar tanto a conductores como peatones ebrios— y la compra de JUMP Bikes. Porque si el coche autónomo no es el futuro para el ciudadano, al menos lo será un buen servicio de bicicletas.

No todo es de color de rosa: demandas por discriminación, violación e incluso la deshumanización que implica un sistema tan restrictivo y vigilado. Pero así, con un estatus envidiable y un capital difícil de cuantificar, Uber ya ofrece más de 20 servicios, entre los que se incluyen un minibús —UberEXPRESS—, asientos de seguridad para los peques —UberKIDS— o UberBOAT, lanchas rápidas para viajar por la costa. Y los que quedan por llegar.

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Imágenes | Pexels, UBER

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