Invitadas que llegan para quedarse: las mujeres entran en el Museo del Prado

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El papel de las mujeres en el mundo del arte no ha sido, a lo largo de los siglos, ni justo ni adecuado. Ellas, relegadas al otro lado del lienzo no solo no han recibido el reconocimiento que sí se le ha dado a los hombres. También han sido representadas de las formas más humillantes y misóginas que uno podría imaginar. Ahora el Museo del Prado revive una realidad difícil de olvidar que queda grabada en los cuadros y devuelve a las mujeres una voz hasta el momento silenciada.

 

La exposición Invitadas, la primera que organiza el Museo tras su reapertura, tiene como objetivo ofrecer una reflexión sobre el modo en el que los poderes establecidos defendieron y propagaron el papel de la mujer en la sociedad a través de las artes visuales, desde el reinado de Isabel II hasta el de su nieto Alfonso XIII.

Invitadas e invitados a reflexionar

El visitante recorrerá diferentes espacios estructurados en 17 secciones. En primer lugar, paseará frente a una misoginia más que latente durante el siglo XIX. Invitadas inicia su recorrido con el capítulo Reinas Intrusas, seguido de El molde patriarcal, El arte de adoctrinar, Brújulas para extraviadas, Madres a juicio, Desnudas, Censuradas, La reconstrucción de la mujer castiza, Náufragas y Modelos en el taller.

A continuación, cobrarán importancia todas aquellas artistas cuyos nombres es posible que no hayamos oído nunca. Pintoras en miniatura. Las primeras fotógrafas.. Señoras “copiantas”. Reinas y pintoras. Las viejas maestras y las “verdaderas pintoras”. Señoras antes que pintoras. Anfitrionas de sí mismas. Estos son los nombres de aquellas salas en las que podremos palpar el talento silenciado y el segundo plano, incluso tercero, en el que quedaron todas estas pintoras.

No solo su obra quedaba apagada frente a las creaciones de los artistas masculinos sino que sus carreras no lograban despegar los pies del sueño. Becas, premios… espacios en los que ellas no entraban por el hecho de ser mujeres.

Si algo tienen en común estos dos universos, es que en todos ellos las mujeres que aparecen son pocas veces protagonistas por voluntad propia y rara vez están en los lugares que desean; sólo fueron invitadas incómodas en la escena artística de su tiempo.

“Creo que uno de los mayores atractivos de la exposición radica precisamente ahí, en no haber acudido a la periferia sino al arte oficial de la época. Es posible que alguna de estas obras sorprenda a una sensibilidad contemporánea, pero lo hará no por su excentricidad o malditismo, sino por ser expresión de un tiempo y una sociedad ya periclitados” afirma Miguel Falomir, Director del Museo Nacional del Prado.

Invitadas no solo busca ser un reflejo del espacio relegado en el que residían las mujeres, sino que nos invita a reflexionar sobre el papel de la pintura en un mundo machista. Muchos de los cuadros elegidos muestran lo que en su día se consideraba una realidad ideal cargada de mujeres marcadas por el pecado o supeditadas a las figuras masculinas. Esta exposición es, probablemente, un pequeño paso hacia el reconocimiento de una libertad que nunca pudo cobrar vida. 

Imagen destacada: La reina doña Juana la Loca, recluida en Tordesillas con su hija, la infanta doña CatalinaFrancisco Pradilla y Ortiz (1848 – 1921)Óleo sobre lienzo1906Madrid, Museo Nacional del Prado

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