La sequía en Taiwán agrava aún más la crisis de los chips

Sequia de chips

Malas noticias desde Taiwán: la sequía agrava la crisis de los chips. El sector tecnológico lleva meses intentando solventar la escasez actual de microprocesadores, provocada por la pandemia y la externalización. Y para insuflar magnitud a esta ‘tormenta perfecta’, la falta de agua amenaza con complicar el escenario.

La escasez de chips se ha convertido en un tema de debate que trasciende las tertulias especializadas del sector tecnológico. El irregular stock de PlayStation 5, la subida de precios de las memorias, el contrabando de tarjetas gráficas e incluso un parón en la producción global de coches han llevado este tema a los titulares de todos los medios.

Tal como explicamos en Nobbot, es un asunto complejo que toca muchas diferentes variantes. Por un lado, la lógica recomposición de una industria atascada por el caótico panorama pospandemia. Por otro, el cuello de botella tras haber externalizado tanto la fabricación de chips que se depende casi de un único fabricante. Y no podemos olvidar otros factores como las tensiones geopolíticas y el crecimiento exponencial del minado.

A un panorama ya complejo se le ha unido en estos últimos meses un inesperado invitado, la emergencia climática. Los fenómenos climatológicos extremos hacen aún más difícil intentar restablecer una normalidad a la hora de fabricar y distribuir. El último caso, una sequía que pone en aprietos al mayor fabricante del mundo, Taiwán Semiconductor Manufacturing Company (TSMC).

El clima se pone en beast mode = ON

Recientemente se han hecho virales las declaraciones de una ciudadana alemana, atónita ante el desastre infligido en su región por el agua desbocada. Según explicaba la señora, que unas inundaciones sean tan catastróficas como para provocar el fallecimiento de casi 200 personas es una cosa que ocurre normalmente en “países pobres”.

Puede que lo mismo pensaran en Canadá al ver el termómetro superar los 50 º C. También sorprende leer sobre los devastadores incendios en Siberia. Quizás parezcan más habituales en el oeste de Estados Unidos, pero la frecuencia resulta preocupante. Y las imágenes de las inundaciones en China, con casi 200 000 evacuados, son dignas de una película de catástrofes.

A estas alturas cuesta creer que haya quien se sorprenda. Los científicos llevan décadas alertando de que íbamos a alcanzar esta situación. No han dejado de repetir a la menor ocasión que la alteración climática conllevaría más fenómenos extremos como los vividos recientemente. Aun así, a día de hoy hay medios que todavía se resisten a relacionarlos con las acciones del ser humano.

Sequía en Taiwán, la gota que (no) colma el vaso

Por suerte, hay dirigentes de peso que evitan los razonamientos ‘de cuñao‘. Para Angela Merkel, por ejemplo, “no se trata solo de lo ocurrido aquí, sino del conjunto de fenómenos extremos a los que estamos asistiendo”. La canciller alemana pidió «reflexionar sobre cómo debemos actuar para avanzar hacia la neutralidad climática”.

Sequía de chips interior

Uno de estos fenómenos, en particular, es el responsable de agravar la ya famosa crisis de los chips. En los últimos meses la lluvia ha hecho poca aparición por Taiwán. Que llueva poco puede que no sea noticia en otras ocasiones, pero sí la peor sequía en 50 años. Más aún si consideramos que la fabricación de microprocesadores consume agua. De hecho, una cantidad abrumadora.

Se necesita agua para limpiar un semiconductor, compuesto por docenas de capas de metal. Un solo chip puede contener millones de transistores y dichas capas sirven para interconectar todas las señales. Cada proceso exige un limpiado. Tantos, que la cifra reconocida por TSMC es de 156 000 toneladas de agua al día. Es decir, unas 60 piscinas olímpicas.

La SEQUÍA AGRAVA LA crisis de los chips Y subraya la necesidad de acciones DETERMINANTES

Llegados a este punto, el problema trasciende lo económico y se transforma en político. La importancia de dicha industria es tan grande que la Agencia de Recursos Hídricos de Taiwán ha llegado a priorizar la canalización de agua hasta las fábricas de microprocesadores antes que a los productores de arroz de la zona. También se ha limitado el suministro de agua del grifo.

Sin embargo, que la sequía agrava la crisis de los chips ni siquiera es ya un problema puntual. Parece lógico pensar que la escasez de lluvias y de los habituales tifones será cíclica en los próximos años. Ante esto, las autoridades de la isla miran más allá de acciones de emergencia como puede ser transportar agua en camiones. En este escenario las soluciones deben ser a largo plazo.

Ya en 2017 el Gobierno de Taiwán creó el Forward-looking Infrastructure Development Program. Con un horizonte de 8 años y un presupuesto de 8100 millones de dólares, el programa incluye acciones como mejorar las deficientes infraestructuras hídricas y construir más desaladoras. Con algo de suerte y ‘animados’ por lo mediático que resulta un parón tecnológico, quizás empecemos a ver decisiones políticas de cara a futuro. Actuar de manera reactiva ya no es una opción viable.

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Imágenes | Portada: fotografía de Jonsa Svidras en Unsplash, vídeo en Twitter por el usuario @ladrillo_visto, imagen interior: fotografía de Mike Erskine en Unsplash

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