Solíamos mirar siempre a Marte, pero el fosfano lo sacó del olvido. ¿Era Venus nuestra mejor opción para encontrar vida extraterrestre?
El estudio que hablaba del fosfano (un compuesto químico asociado a procesos biológicos) en la atmósfera nuestro planeta hermano fue polémico desde su publicación, en septiembre del año pasado. Ahora, un nuevo paper acaba de concluir que la ausencia de agua hace que la vida en las nubes de Venus sea prácticamente imposible. Aunque ya da igual, porque eso no va a impedir que vayamos a comprobarlo. Vamos a volver a Venus nada menos que con cuatro misiones diferentes.
Shukrayaan, tras los pasos de Magallanes
Durante la próxima década, la actividad espacial volverá a girar en torno a Venus, el planeta más parecido al nuestro del sistema solar (a pesar de sus nubes de ácido sulfúrico y su temperatura en superficie de los 460 °C). Ya hemos estado allí antes, pero iba tocando volver.
La sonda Magallanes de la NASA, lanzada en 1989, fue la última en hacer una radiografía completa del planeta rocoso. Mapeó el 98% de su superficie antes de precipitarse en la densa atmósfera venusina y desaparecer en 1994. Una década más tarde, la Venus Express de la ESA partió también rumbo a Venus. Durante su misión hasta diciembre de 2014 estudió la superficie y la atmósfera y descubrió, entre otras cosas, la presencia de hielo y de una fina capa de ozono.
Desde entonces, de Venus solo hemos sabido lo que nos han mostrado los instrumentos desde la Tierra. La sonda Shukrayaan-1, de la Agencia India de Investigación Espcial, será la primera en poner fin a esta falta de noticias. Su objetivo es seguir los pasos de Magallanes y mapear la superficie del planeta con mejor resolución. Su lanzamiento está previsto, como pronto, para 2024 e irá equipada con varios instrumentos internacionales que le permitirán, entre otras cosas, estudiar la composición de las capas más superficiales de la corteza de Venus.
Las dos misiones de la NASA y el pasado de Venus
A principios del mes de junio, mientras la NASA todavía celebraba el éxito de su última misión a Marte, también hizo públicos sus planes para Venus. Dos misiones, DAVINCI+ y VERITAS, buscarán entender qué pasó en nuestro vecino para que acabase convirtiéndose en el mundo inhóspito que es hoy, a pesar de todas las características que parece compartir con la Tierra.
VERITAS será la primera en abandonar nuestro planeta. Lo hará, en principio, en 2028. Su objetivo es cartografiar la superficie de Venus para entender su historia geológica. Entre otras cosas, trazará mapas en tres dimensiones de algunas zonas del planeta para buscar respuesta a una pregunta que ha ocupado la mente de muchos astrogeólogos los últimos años: ¿tiene Venus placas tectónicas y volcanes como los terrestres?
Un año más tarde, DAVINCI+ seguirá sus pasos. Uno de sus objetivos es también buscar signos de esa tectónica de placas venusina, pero lo hará enviando fotos de las llamadas teselas, regiones de terreno muy deformado típicas de lugares con actividad tectónica. Además, medirá la composición de la atmósfera para comprender cómo se formó y también para determinar si fue posible alguna vez que el planeta tuviese un océano. Si hay rastros de fosfano (y vida en las nubes), es probable que también los detecte.
EnVision: la mirada de mayor resolución sobre Venus
La última en anunciar sus planes para Venus ha sido la Agencia Espacial Europea. La ESA lanzará en 2031, si todo sale según lo previsto, la misión EnVision. La sonda estará equipada, entre otros instrumentos, con un radar de alta resolución capaz de atravesar las espesas nubes de la atmósfera venusina y trazar un mapa completo de la superficie. Una vez completo, será el de mayor detalle elaborado hasta la fecha.
Pero EnVision buscará también otras respuestas. ¿Qué ha llevado a Venus a su estado actual y qué le esperaría a la Tierra si sufriese un efecto invernadero tan catastrófico como el de su vecino? ¿Sigue Venus geológicamente activo? ¿Podría haber sustentado vida? ¿Qué nos puede enseñar sobre la formación y la evolución de los planetas rocosos? Para encontrar pistas a estas preguntas, EnVision estará equipada, además de con el radar, con espectrómetros e instrumentos para medir la estructura interna del planeta y su campo gravitatorio.
Será una misión muy parecida a VERITAS. De hecho, ambas sondas comparten destino. Mientras el radar de la europea estará desarrollado por el Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA, el radar de Veritas contará con colaboración europea. Y aunque la estadounidense centrará sus esfuerzos en estudiar objetivos topográficos, EnVision se marca como meta elaborar un mapa detallado de todo el planeta.
“EnVision aprovecha los puntos fuertes del desarrollo de instrumentos de nuestras dos agencias. Así, combinado con las misiones de la NASA a Venus, la comunidad científica dispondrá de un conjunto potente de nuevos datos para comprender cómo se formó Venus y cómo cambiaron la superficie y la atmósfera a lo largo del tiempo”, afirmó Thomas Zurbuchen, administrador asociado para la ciencia de la NASA.
Entre todas las misiones, volveremos a mirar a Venus como hacía tiempo que no mirábamos. Buscaremos respuestas a nuestro destino en el interior del sistema solar y, probablemente, encontraremos nuevas preguntas. De fondo, las mismas dudas de siempre. ¿Cómo hemos acabado aquí? ¿Somos la única roca espacial con vida? ¿Qué nos depara el destino cósmico?
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