Andaban en círculos, con aspecto desorientado, hasta que caían y finalmente morían. Este año, mientras todo el mundo estaba pendiente de un virus, en Botsuana se encontraron también con que cientos de elefantes estaban perdiendo la vida por causas desconocidas.
Durante meses se buscaron las causas de lo que se presentaba como todo un misterio. Finalmente, las autoridades del país señalaron que se trataba de una cianobacteria, un tipo de bacteria que aflora en el agua y produce toxinas que pueden envenenar la fauna. Atrás quedaron otras posibilidades, como el ántrax, la caza furtiva o la deshidratación.
Esta investigación puede servir de base para analizar futuros casos similares. Y es que el incidente no es tan raro como podríamos imaginar: actualmente es Zimbabue el país que comunica muertes de elefantes por una misteriosa enfermedad.
En el delta del Okavango
Se informó por primera vez de la muerte de estos elefantes por causas desconocidas en marzo, y el mayor número de fallecimientos se concentró sobre todo en mayo y junio. De acuerdo con las autoridades de Botsuana, murieron más de 350 elefantes. Diversas ONG, sin embargo, señalan cifras mucho más altas. Algunas fuentes indican que se llegaron a superar los 700 decesos.
La mayoría de los cuerpos aparecían muertos junto al delta del Okavango, un largo río africano de unos 1600 kilómetros de largo que nace en Angola. El delta que forma en Botsuana es hábitat de numerosos mamíferos, como el león, el leopardo, el rinoceronte o el elefante. El hecho de que las muertes se produjesen en una zona remota al noroeste del delta dificultaba la investigación, ya que a menudo se tardaban días o incluso semanas en encontrar los cadáveres.
Una de las primeras hipótesis planteadas fue precisamente que los elefantes estuviesen siendo infectados por una bacteria presente en el agua. Sin embargo, se presentaban dudas al respecto, ya que no había más animales afectados. Además, las precipitaciones suelen eliminar las bacterias del agua y las muertes de los elefantes coincidieron con la época de lluvias.
A principios de verano, esta era solo una opción más. Mientras esperaban análisis que pudiesen confirmar la causa (que se realizaron en Botsuana y otros países como Sudáfrica), los investigadores contemplaban otros escenarios.
Hipótesis, pruebas de laboratorio y aguas contaminadas
El primer escenario en descartarse fue la caza furtiva, ya que los elefantes mantenían sus colmillos y no presentaban heridas de bala u otras armas. El hambre o la deshidratación también parecían poco probables, ya que las muertes coincidieron con una época de abundantes lluvias. El río llevaba agua suficiente y la vegetación les ofrecía alimentos para sobrevivir.
Otra posible causa era el envenenamiento, provocado o accidental (a través de pesticidas o fertilizantes) por parte de las comunidades que viven en la zona. Esta hipótesis, junto con la intoxicación con ántrax y la presencia de virus y bacterias, necesitaba ser descartada a través de pruebas de laboratorio.
A mediados de septiembre, las autoridades de Botsuana señalaron haber encontrado la causa, que efectivamente coincidía con una de sus las hipótesis plantadas. Se trataba de una cianobacteria, un microorganismo que tiene la capacidad de realizar la fotosíntesis y aflora en el agua, produciendo neurotoxinas que pueden derivar en envenenamiento. Son, por ejemplo, las causantes de mareas rojas en entornos marinos.
Algunas especies de cianobacterias se encuentran en agua dulce y pueden acabar con la vida de animales que la beben o nadan en ella. Esto explica el hecho de que gran parte de los elefantes muriesen cerca del delta del Okavango y que los fallecimientos cesasen con el inicio de la temporada seca.
Sin embargo, esta causa sigue generando muchas dudas. Algunos científicos y conservacionistas denuncian poca transparencia en la información ofrecida por el gobierno africano y sospechan que puede haber otras causas relacionadas con las muertes.
Incógnitas sin resolver
Se presentan varias incógnitas. La principal: ¿por qué murieron solo los elefantes? No fueron los únicos animales que bebieron de las aguas del delta. Respecto a esto, los científicos contemplan la posibilidad de que estos sean especialmente vulnerables a la bacteria, al pasar mucho tiempo en el agua e ingerir grandes cantidades (llegan a beber hasta 150 litros al día).
Otra pregunta que se plantea es por qué no se han visto afectadas especies carroñeras, como hienas y buitres, que se alimentaron de los cadáveres. Según ‘The New York Times’, los científicos han señalado la posibilidad de que la neurotoxina se concentrase en el cerebro y la médula espinal de los elefantes, lo que hace menos probable que fuese consumida por los carroñeros.
El tema preocupa a científicos y conservacionistas, ya que Botsuana es el último gran reducto de los elefantes africanos. El país ha hecho grandes avances en temas de conservación y actualmente es hogar de unos 130 000 elefantes de la sabana. Se trata de uno de los países con mayor número de estos animales de África, en donde la caza furtiva los ha reducido aproximadamente 350 000.
Las autoridades de Botsuana han señalado que controlarán los afloramientos de cianobacterias en la siguiente temporada de lluvias para evitar otro desastre. En las últimas semanas, el gobierno Zimbabue, un país colindante, ha denunciado un caso similar al de Botsuana, aunque con menos ejemplares afectados.
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