¿Feliz Halloween? Enfermedades que inspiraron monstruos y temores

Hacemos un repaso de las enfermedades que inspiraron monstruos y temores.

Muertos que se levantan de sus tumbas, hombres pálidos y reservados que se alimentan de la sangre de los demás y hasta personas que se convierten en lobo con cada luna llena. La literatura y la cultura popular han creado un sinfín de seres imaginarios que desafían los límites de nuestra imaginación.

Sin embargo, en muchas ocasiones la ficción se mezcla con la realidad. Aunque parezca imposible, muchos de los extraños personajes que protagonizan estas historias pudieron estar inspirados en enfermedades ya erradicadas o que todavía existen, como la rabia o la acromegalia.

Hipertricosis o el síndrome del hombre lobo

En 1547, el rey Enrique II de Francia recibió un curioso presente: un ser totalmente cubierto de pelo. Aunque se lo presentaron como un salvaje, pronto descubrió que no era más que un niño de 10 años. Se llamaba Pedro González y era originario de la isla de Tenerife.

Por algún motivo que no podían comprender, el pelo cubría su cuerpo como si fuese una segunda piel, algo que despertaba desde temor hasta admiración. El rey lo acogió y se aseguró de que recibiese educación como un noble, y con el tiempo el joven (que pasó a ser conocido como Petrus Gonsalves) llegó a ocupar un puesto en la corte de Francia.

Hoy en día sabemos que Pedro González sufría hipertricosis, condición muy poco frecuente que hace que nazca demasiado pelo en algunas zonas del cuerpo o que el vello llegue a cubrir todas sus partes, incluyendo la cara o las plantas de los pies y de las manos. Puede ser congénita y tener diversas causas, muchas de ellas hormonales. De hecho, varios de los hijos de Pedro González heredaron la condición.

Petrus Gonsalvus fue uno de los primeros casos registrados de hipertricosis.

Se cree que la historia de Pedro González inspiró la versión de ‘La bella y la bestia’ de Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve, aunque no se ha podido asegurar. También es muy probable que otros casos de hipertricosis inspirasen algunas de las muchas historias de licántropos que fueron surgiendo en diferentes puntos del mundo.

La porfiria eritropoyética y los vampiros

Al igual que la hipertricosis, la porfiria eritropoyética es una dolencia poco frecuente. De acuerdo con la Asociación Española de Porfiria, existen siete tipos distintos de esta enfermedad, que afecta a la capacidad del cuerpo de producir hemo (un componente esencial de la hemoglobina, que ayuda a transportar el oxígeno por todo el cuerpo).

Como resultado, las personas que sufren porfiria tienen problemas de anemia, lo que les hace sentirse permanentemente cansadas. Las que padecen porfiria eritropoyética, además, manifiestan una sensibilidad extrema a la luz solar desde la infancia, y la exposición a la misma puede generarles importantes lesiones y heridas en la piel y en los ojos.

Es probable que la imagen de personas pálidas, a las que no puede dar el sol y salen al exterior solo cuando cae la noche, inspirase las figuras de los vampiros tan propias del folclore del centro de Europa. De hecho, hasta hace no mucho una de las pocas formas de aliviar los síntomas de la porfiria era realizar transfusiones de sangre. Además, algunos estudios recientes han señalado la relación entre la ingesta de ajo y la progresión aguda de la porfiria.

Sin embargo, no es posible afirmar a ciencia cierta que existe relación entre la enfermedad y el origen de los mitos, ya que se trata de una patología raramente diagnosticada. No existen pruebas, por ejemplo, de que la novela ‘Drácula’ de Bram Stoker estuviese inspirada en un caso de porfiria.

Una de las enfermedades que inspiraron monstruos y temores (o pudieron hacerlo) es la porfiria eritropoyética.

Acromegalia: la enfermedad de los gigantes

Numerosas culturas han dejado historias de gigantes capaces de grandes proezas. Muchas veces son malvados, otras bonachones, pero en casi todos los casos tienen algo en común: una fuerza sobrehumana. Sin embargo, si nos dejamos guiar por la ciencia, las personas más grandes no son siempre las más fuertes.

La acromegalia es una enfermedad endocrina, rara y crónica. De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU., se produce por un exceso de secreción de la hormona del crecimiento (GH por sus siglas en inglés, growth hormone). La enfermedad provoca un agrandamiento de los tejidos, los órganos y las extremidades.

Si la enfermedad se presenta en la edad adulta, no siempre se alcanza una estatura superior a la normal. Sin embargo, si el exceso de la hormona se da durante la infancia o la adolescencia, sí se puede dar un crecimiento muy acelerado y por encima de la media. En estos casos, se habla de gigantismo.

Las personas que sufren acromegalia suelen tener una salud delicada. Pueden ver disminuida su fuerza muscular, como resultado de su tamaño y de un crecimiento demasiado rápido, y sentir fatiga y muchos dolores.

Los zombis, entre la rabia y el síndrome de Cotard

La rabia es una enfermedad viral que se transmite por la mordedura o el arañazo de un animal infectado. Cuando el virus se propaga por el cuerpo, afecta al sistema nervioso central y puede tener consecuencias muy graves.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, esta enfermedad puede adoptar dos formas: en la primera, los enfermos presentan signos de hiperactividad y excitación y acaban muriendo al cabo de unos días. En la segunda, los músculos se van paralizando lentamente, y el infectado acaba falleciendo al cabo de un periodo de tiempo más largo.

Muchas veces, en estos procesos se dan parálisis, convulsiones, espasmos musculares y falta de equilibrio y coordinación. En ocasiones, los enfermos muestran también conductas agresivas y extrañas. Es decir, los ingredientes comunes de las historias de los no-muertos.

Los síntomas de la rabia pueden haber inspirado las historias de zombis.

Aunque la rabia no es la única patología que puede relacionarse con los zombis. Las personas que sufren el síndrome de Cotard, una enfermedad mental muy poco frecuente, creen estar muertos o sienten cómo sus órganos se están pudriendo y deteriorando. En ocasiones, esto les lleva a pensar que ya no están vivos, pero que tampoco pueden morir.

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