¿Un pasaporte serológico tras el coronavirus? Improbable

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¿Por qué se propone el pasaporte serológico? Porque no hay vacuna para el SARS-CoV-2. La única estrategia viable para evitar fallecidos es aislarnos como llevamos haciendo, algo que tiene un duro golpe en la economía y deja maltrechos muchos sectores clave. ¿Cabría la posibilidad de usar un certificado de este estilo para dejar salir a la calle a las personas inmunes y así reactivar la economía poco a poco? Es triste, pero probablemente no.

Lo cierto es que hay algo de confusión al respecto, en parte porque no todas las propuestas de otros países son viables en el nuestro, y en parte porque aún no se entiende del todo cómo se comporta el virus, aunque se está trabajando en ello. Con la documentación técnica que tenemos hasta ahora, el pasaporte serológico no solo no puede ser recomendado, sino que se desaconseja.

¿Qué es un pasaporte serológico?

Un pasaporte serológico es un certificado que indica que alguien ha pasado la enfermedad con éxito y que, por tanto, se le presuponen anticuerpos contra el virus. La última parte de la frase es clave. En teoría, y dado que la persona tiene anticuerpos, puede salir a la calle. El problema es que esto último no podemos verificarlo aún.

La idea, que ha sido tildada de «negligente» por la OMS y los especialistas en medicina como la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH), es realizar pruebas a todo aquel que haya experimentado síntomas para ver si tiene suficientes anticuerpos para luchar contra el virus. Sin embargo, existen muchísimos factores que apuntan que el pasaporte serológico no tiene validez. De ahí que los especialistas lo rechacen de plano.

¿Nos volvemos inmunes cuando pasAmos el virus?

Pues no se sabe. A pesar de que decenas de países están realizando todo tipo de pruebas, es muchísimo lo que desconocemos del virus. Hasta la fecha no podemos afirmar en ningún caso que alguien con un pasaporte serológico no se infectará o no infectará a otros. Y lo cierto es que el tema es bastante complejo:

  1. Anticuerpos y COVID-19.
  2. Tasa de reincidencia.
  3. El pasaporte como vector.

1. Las personas que pasan por la COVID-19 pueden desarrollar anticuerpos contra el SARS-CoV-2

¿Qué significa? Que si se detectan anticuerpos específicos en la persona, entonces esta puede estar en periodo de incubación o bien haber superado la enfermedad. Para conocer el momento exacto habría que realizar repetidos ensayos a lo largo de muchos días. Sobre cuántos días no hay consenso.

De momento, se sabe que la carga viral baja mucho a partir del día 10 de la infección, pero también sabemos que una persona en el día 37 tiene en el cuerpo una cantidad de carga viral tal que es medible en sus deposiciones. En otras palabras: puede seguir infectando y es peligroso que se desplace.

Además, hasta la fecha no se puede confirmar que una persona que haya superado la enfermedad tenga los anticuerpos suficientes o efectivos para luchar contra una segunda infección, que es la hipótesis principal tras el plan.

2. La tasa de reincidencia en el virus es elevada

El punto 1 plantea varios problemas. El primero es que es posible que se haya pasado la enfermedad y no se tengan anticuerpos. De hecho, esto ha ocurrido ya varias veces: pacientes que daban negativo en test rápido, pero que se sospechaba que habían pasado la enfermedad daban positivo pocos días después.

Y hay más. Se sabe que hay reincidentes en la enfermedad. Este punto es crítico porque desarticula el 1: uno puede contagiarse varias veces de coronavirus y sufrir varias veces su enfermedad. Kwon Joon-wook, subdirector del Centers for Disease Control and Prevention (CDC, por sus siglas en inglés) en Corea del Sur, lo achaca a varias posibilidades:

  • Una inmunidad debilitada que nos hace vulnerables.
  • Encontrar remanentes del virus y confundirlos con un virus activo.
  • La reactivación del virus en nuestro cuerpo.

El primer caso de reinfección se dio en Corea del Sur a finales de febrero, y aún hoy están investigando el porqué. Se estima que cerca del 2% de los recuperados vuelve a dar positivo, según la CNN. Es una cifra que podría ir creciendo a medida que los hipotéticos anticuerpos que otorguen una supuesta inmunidad pierdan eficacia. Demasiadas hipótesis sin confirmar. Arenas movedizas.

Eso suponiendo que se haya medido bien, claro. El investigador chino Stephen Chen dejó claro en el diario ‘South China Morning Post’ que los reinfectados podrían ser, en realidad, falsos negativos en las pruebas. Es decir, que al hacer la primera prueba saliese negativo pero fuese en realidad un positivo no contabilizado.

De momento, la mayor revisión sistemática para medir el grado de anticuerpos ha detectado que este es inusualmente bajo tras haber pasado la infección, y que cerca del 30% de las personas apenas tiene recuento de anticuerpos.

3. Una persona tras la COVID-19 puede convertirse en un vector de propagación

Supongamos (y es mucho suponer) que los ensayos del punto 2 se realizan con una elevada calidad y que se confirma que el punto 1 es cierto, que la gente desarrolla anticuerpos suficientes para luchar contra el virus. Eso no significa que la persona no tenga el virus dentro y pueda ir esparciéndolo.

El pasaporte serológico indicaría, de indicar algo, que se ha superado la enfermedad. Pero no protegería a personas no infectadas que se cruzasen con quien tiene el pasaporte. Pensemos en salidas a compras o idas y venidas al trabajo, y en las personas vulnerables.

Por todo eso la OMS y otros expertos alertan: el pasaporte serológico no puede ser recomendado y conlleva un riesgo muy elevado de aumento de la curva. El 25 de abril de 2020 publicó un comunicado titulado ‘No hay pruebas suficientes para garantizar los pasaportes de inmunidad del coronavirus’ que no deja lugar a dudas.

Pasaporte serológico, Pase COVID y Detector de contacto cercano

España no es el único país en plantearse un pasaporte serológico’ o una variante del mismo. Matteo Renzi, exprimer ministro italiano, renombró como Pase COVID una de las propuestas de su gobierno. Este no está ligado en principio a salidas del país al estilo de los pasaportes clásicos, y sí a la libre circulación de los seropositivos.

Algo parecido lleva ocurriendo en China desde hace meses, aunque con notables diferencias. Su carné de movilidad no se expide a los seropositivos, sino a aquellos que no hayan tenido síntomas, no se hayan acercado a alguien que los tenga o hayan superado la enfermedad y luego hecho cuarentena estricta. Por desgracia (o alivio) no podemos implementar esto en España.

La estrategia de China ha sido la de monitorizar a la población y expedir códigos QR a aquellos que cumplían unas condiciones concretas. Ese código ‘verde’ daba acceso a la calle o los servicios privados, mientras que el código ‘naranja’ exigía restricciones y el ‘rojo’ cuarentena, habilitando pruebas en domicilio e incluso reparto de comida la puerta de la casa.

Vigilar a la población, un serio problema ético

Marta Peirano, experta en privacidad y seguridad digital, comentó en una entrevista para La Sexta cómo el Gobierno chino ya tenía la capacidad para vigilar a la población e instalar aplicaciones de rastreo sin el permiso de los ciudadanos. Algo que no cumpliría el GRDP ni otras normativas de privacidad europeas y españolas.

Esto no quiere decir que no sea útil o eficiente. Lo es, sabemos que funciona, pero funciona a costa de ‘algo’. Otros países como Singapur o Corea del Sur, así como regiones como Taiwán o Hong Kong, han complementado su estrategia con este tipo de iniciativas. Sin embargo, se hacen a costa de vulnerar derechos sociales adquiridos previamente o directamente inexistentes en el territorio.

Desde el punto de vista ético es todo un reto, pero llama la atención cierto doble rasero ético. No tenemos ningún problema en instalar decenas de apps que rastrean todos y cada uno de nuestros movimientos (geoposición, contabilidad, relaciones sociales, etc.) con el objetivo de usar ciertos servicios, pero no aceptamos una herramienta que hace lo mismo para salvar vidas.

Peirano terminaba su intervención señalando el problema de abrazar según qué sistemas, y su acotación en el tiempo. Las herramientas que funcionan para paliar crisis suelen quedarse entre nosotros durante más tiempo. Todo parece indicar que el SARS-CoV-2 seguirá con nosotros, y de activar sistemas de vigilancia ciudadanos corremos el riesgo de no poder dar marcha atrás.

Humanos de primera y segunda

A todo esto se suma el aumento de las brechas sociales ya presentes en la sociedad y agravadas por el coronavirus. Sabemos que la COVID-19 no afecta igual a todas las clases sociales. Es algo que descubrimos simplemente mirando los estratos sociales que trabajan en la actualidad o considerando las viviendas pequeñas y sin terraza frente a los grandes jardines.

Además, no todos los ciudadanos tienen el mismo acceso a las pruebas serológicas o están igual de protegidos frente a las recaídas. Es decir, el pasaporte serológico no se repartiría del mismo modo en todas las clases sociales. Es un factor más para analizar a la hora de considerar la posibilidad.

En Nobbot | Así se busca la vacuna contra el coronavirus dentro del CNB-CSIC

Imágenes | Claudio Schwarz, Paolo Bendandi, kian zhang, Jonas Leupe, KOBU Agency

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