Los periodistas deben realizar hoy dos trabajos simultáneamente: el suyo propio, el cotidiano, en la emisora de radio, el diario digital o en la cadena de televisión. Y otro, añadido, para conocer el complejo entorno en el que se mueven y del que, si no lo controlan, pueden resultar expulsados.
Uno de los datos llamativos que recoge el Informe Anual de la Profesión Periodística 2018, que edita la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), es la disonancia que se registra cuando se les pregunta a los periodistas y al conjunto de la sociedad qué medios utilizan los ciudadanos a la hora de informarse.
Según los primeros el más importante son, sin duda, las redes sociales, y, en segundo lugar, la televisión. Sin embargo, cuando se pregunta a los españoles en su conjunto, el primer lugar lo ocupa la televisión, seguida por los diarios en internet, desplazando las redes a un cuarto y secundario lugar.
¿Sobrevaloran los periodistas la importancia de las redes sociales como fuente de información? Probablemente. Y es posible que se deba al uso intensivo y profesional que hacen de ellas.
Ahora bien, en ese entorno complejo en el que tienen que moverse también es posible que los periodistas estén anticipando un futuro cercano. De hecho, para los jóvenes entre 25 y 34 años las redes sí son la principal fuente de noticias. Un dato subrayado por el tiempo de consumo de los distintos soportes de la comunicación. Tomando como referencia el conjunto de la población, el tiempo dedicado a la televisión gana de largo. Cuando se mira a los menores de 35, hace dos años que dedican más tiempo a internet.
Qué duda cabe que es importante, a la hora de desarrollar el trabajo periodístico, saber cómo se está llegando a la audiencia. Pero del mismo modo es preciso conocer que eso cambia a gran velocidad y es necesario seguir un proceso de adaptación profesional constante para no quedar descolgado; sean las redes lo que esté por venir, o cualquier otro soporte conocido o por conocer.
remodelación del modelo de negocio
Otra parte de la complejidad del escenario tiene su origen en la situación económica que atraviesan los medios, que durante décadas se encargaron de distribuir el trabajo periodístico entre los consumidores. La digitalización de la sociedad ha puesto en cuestión su modelo de negocio, basado en la distribución de la información.
En paralelo, un doble proceso de concentración –de buena parte de los recursos en el medio televisivo, volcado en el entretenimiento, y de los ingresos en un reducido número de empresas- ha provocado un aumento de la precarización del trabajo periodístico, con su corolario de recortes de empleo y salarios, aumento de las horas de trabajo, más empleo autónomo, etcétera.
Sin embargo, la sostenibilidad del sistema de medios de información pasa por un trabajo periodístico de calidad, algo que sin duda es incompatible con la persistencia de unas condiciones laborales precarias de los periodistas. Y es incompatible porque en la precariedad nace la debilidad, como muestra el elevado nivel de presiones que sufren los periodistas españoles; solo un 20% de los encuestados para el Informe dicen que nunca las han sufrido.
presiones sobre la actividad periodística
La actividad periodística lleva aparejada la existencia de presiones; no en vano al informar siempre se tocan intereses concretos de personas, empresas o instituciones. Disfrutar de unas condiciones de trabajo razonables permite hacer frente a esas presiones. El problema es cuando una parte sustancial de las mismas están provocadas por intereses del propio medio o de sus directivos, como también recoge el Informe.
Y es que no resulta razonable que ese sea el origen de las presiones, sobre todo si se considera la importancia futura que se atribuye a la calidad y credibilidad de los medios, especialmente, cuando se pretende cobrar por los contenidos.