“Me mola ese pinchadiscos”: la difícil supervivencia de lo “viejuno” en la era digital

Horacio Pinchadiscos, personaje infantil aparecido en los años 80 en el programa «Sabadaba», de Televisión Española

Hace días, una conversación intranscendente con mi pareja se convirtió en una bofetada a mis intentos de conservar cierta apariencia de juventud, inútil resistencia a la erosión que los años van causando en mi anatomía y, lo que es peor, en mis entendederas. El caso es que, de manera despreocupada, con toda la naturalidad del mundo, pronuncié la frase “me mola ese pinchadiscos” sin pensar que esa inocente acción abriría la espita de la condescendencia en los ojos de mi mujer que, después de un intenso silencio, espetó: “cada vez estás más desubicado en el mundo”.

Truenos, rayos y centellas acecharon entonces a mi ego “adultescente” que, buscando una escapatoria, envió la orden a mi cerebro para ofrecer esta estúpida excusa ante tamaño desliz “viejuno”: “bueno, me ha quedado muy hípster”, dije enarcando las cejas y con rostro de perrillo con ganas de salir de paseo y corretear por verdes campos salpicados de rojo tulipán. Carcajada hiriente y punto y aparte en la conversación.

un pinchadiscos en la era de spotify

Comparto esta anécdota privada porque, a veces, uno no puede evitar cierta sensación de extrañamiento ante la velocidad a la que discurren los cambios en este mundo digital y tal. Al fin y al cabo, pertenezco a una generación que contempla con envidia la lozanía treinteañera de los millennials. En el programa  First Dates  nos presentaríamos como algún tatuaje recién llorado («ayayayay, ¿no puedes pinchar menos?») para demostrar que aún “estamos al loro” (silencio en la sala). Ah, y diríamos que somos muy activos en la cama con gesto serio. Así, sin reír.

Miembros de la Generación X –aún por despejar- que hemos pasado de llamar en la cabina de la esquina a mirar más de cien veces al día el móvil, de jugar a las chapas a lanzar pájaros de colores con un tirachinas virtual, de limpiar con esmero la aguja del tocadiscos a no saber qué escuchar en Spotify, de –por concluir- esperar la emisión semanal del concurso 1,2,3 a ver series de psicópatas y apocalipsis zombis en Netflix. Por cierto, qué angustia, oiga.

la venganza «viejuna» será ejecutada por un robot

Aturdidos por tanta novedad y asustados por perder el paso de esta sociedad eternamente joven, empoderada y emprendedora, incluso nos resistimos a utilizar el adjetivo “viejo” y optamos por el más digerible neologismo “viejuno”, popularizado por los humoristas de Muchachada Nui y El comidista, tan 2.0.

Potenciales espectadores, en definitiva, de los mil y un conciertos de homenaje a la Movida madrileña que nos vemos impelidos a inclinar nuestra despoblada frente ante “youtubers” e “influencers”, bellos jóvenes que acumulan decenas de miles de “likes” en Instagram, mientras nadie quiere pulsar en nuestros corazoncitos.

Venus y apolos con los que coincidiremos, si no hacemos algo para evitarlo, en la cola del paro cuando los robots irrumpan con toda la fuerza que se espera en el mercado de trabajo.

Por una simple suma de hojas arrancadas en el calendario, vosotros padeceréis este proceso con más intensidad así que mejor que vayáis aprendiendo de nuestra capacidad de adaptación al cambio. Esa será nuestra victoria…y, también, nuestra venganza.

El desquite “viejuno” será ejecutado por un brazo de metal..y no será el que movía el pinchadiscos para situar la aguja en el surco del elepé.

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