El futuro de la robótica se puede estar amasando en tu cocina sin que tú lo sepas

Fotograma de la película «El hombre bicentenario»

«Quizás nos estemos ofuscando con la idea de desarrollar un robot humanoide y lo que debamos hacer sea robotizar el entorno humano», afirmaba la experta en robótica Concepción Alicia Monje, en un reciente encuentro sobre inteligencia artificial y emocional organizado por el Instituto Francés de Madrid. Ella, junto a Laurence Devillers, investigadora en el CNRS, explicaron la situación en la que se halla esta disciplina científica y lanzaron un jarro de agua fría a los que, espoleados por la ciencia ficción, creen inminente la ocupación de nuestras calles por almas de metal. La realidad es que la capacidad de raciocinio de los robots más avanzados se parece hoy más a la de un ratón que a la de R2D2, según apuntó en este encuentro Esther Paniagua, periodista especializada en innovación.

 

«Estamos tratando de crear robots capaces de ayudarnos en tareas cotidianas como lavar nuestra ropa y puede que fuera más acertado trabajar en una lavadora capaz de realizar, de manera más eficaz, todas las funciones que necesitamos», explicó Concepción Alicia Monje. «Además, dado el actual desarrollo de la robótica, este robot apenas sería capaz de abir la puerta de la lavadora y, si cambiáramos de modelo, dejaría de servirnos porque tendría que aprender de nuevo todos los complejos pasos implicados en esa acción tan sencilla para nosotros».

Dicho así, quizás el futuro de la robótica tenga más que ver con nuestro robot de cocina que con los inquietantes ingenios que pueblan muchos blockbuster de la gran pantalla. En realidad, el aspirador Roomba sería una metáfora más acertada, pues es capaz de interactuar con el entorno, algo imposible para nuestro avanzada batidora.

Encuentro sobre inteligencia artificial y emocional en el Instituto Francés de Madrid

el futuro de la robótica ante la complejidad humana

Concepción Alicia Monje es Profesora Titular de la Universidad Carlos III de Madrid y dedica su trabajo, desde hace más de una década, al desarrollo del robot humanoide TEO, un robot bípedo de tamaño y peso humano concebido como un asistente que permite la mejora de la calidad de vida de las personas. Actualmente está desarrollando extremidades blandas para éste y otros robots y trabaja en el desarrollo de exoesqueletos para la rehabilitación de miembros dañados por accidentes cerebrovasculares.

Según esta experta, la robótica se enfrenta a grandes dificultades, sobre todo cuando pretende crear robots a imagen y semejanza de los humanos, «somos seres muy complejos y, por tanto, nuestra replicación también lo es».

Laurence Devillers, junto a un robot NAO

En ello insistió también Laurence Devillers, autora de «Robots y hombres», quien destacó los retos a los que se enfrenta la llamada tercera ola en la evolución de la inteligencia artificial. «Tras el desarrollo de sistemas expertos y una segunda ola enfocada al aprendizaje estadístico, nos enfrentamos ahora al desarrollo del sentido común robótico, con elementos como la adaptación contextual, la abstracción, las emociones y el aprendizaje«.

Este gran reto de dotar de sentido común a las máquinas ya fue destacado en Nobbot por Ramón López de Mántaras, Director del Instituto de investigación en IA, quien con cierta sorna explicó que, la mejor manera de evitar el ataque de los robots sería subir al piso de arriba y cerrar la puerta. Y es que, a día de hoy, estas sencillas acciones que un humano realiza casi de forma inconsciente, se antojan imposibles de realizar para el más avanzado de los robots.

robots con empatía y el valle inquietante

Devillers, que está desarrollado el robot NAO, con sentido del humor y capaz de reconocernos, identificar nuestras emociones y adaptarse a nuestro comportamiento, señaló que los robots conversacionales afectivos, que centran sus investigaciones, plantean situaciones muy complejas como la detección de expresiones emocionales o la empatía.

En este ámbito de la empatía, el desarrollo antropomórfico de estos ingenios se enfrenta además a obstáculos como el llamado «valle inquietante», planteado por Masahiro Mori en 1970, quien señaló que la afinidad de las personas con los robots va creciendo a medida que estos parecen cada vez más reales. Sin embargo, cuando llegan a cierto nivel de semejanza, la respuesta emocional positiva se convierte en negativa. Pasan de ser adorables autómatas a sobrecogedoras réplicas de seres vivos que en realidad no lo están. Cuando esto ocurre, se entraría en ese «valle» descrito por el investigador nipón.

Sophia, el primer robot en conseguir la ciudadanía de un país (Arabia Saudí)

Para dar respuesta a las fricciones que se pueden dar entre humanos y robots sociales cuando estos se hallen en un estado de desarrollo avanzado, Devillers ha elaborado once reglas de comportamiento que vendrían a sustituir a las legendarias Tres leyes robóticas de Isaac Asimov. Es esta una cuestión – la de la relación entre el hombre y la máquina- que preocupa cada vez más y que, a pesar del actual progreso de la robótica, incluso ha sido tratada en un Proyecto de Informe del Parlamento Europeo que tiene como objetivo tomar medidas anticipadas de los posibles problemas legales (principalmente en materia de indemnizaciones) que puedan surgir del uso de los robots.

once nuevas leyes robóticas

Las once leyes robóticas de la experta francesa son:

  1. Datos privados: no divulgarás mis datos a nadie.
  2. Derecho a olvidar: te olvidarás de todo si te lo pido.
  3. Seguridad: te desconectarás de Internet si te lo ordeno.
  4. Control: serás controlado regularmente para evaluar lo que has aprendido.
  5. Explicación: siempre explicarás tu comportamiento si te lo pregunto .
  6. Lealtad: serás leal.
  7. Consentimiento: serás empático y simularás emociones, solo si lo yo lo sé.
  8. Riesgo de dependencia: estimularás mi memoria y velarás para que no dependa demasiado de ti.
  9. Riesgo de confusión: velarás para que yo no te confunda con otro humano.
  10. Adaptación a las reglas sociales: aprenderás a vivir con humanos y te adaptarás a sus reglas sociales
  11. Utilidad y benevolencia: serás benévolo y servicial. y por qué no, dotado de un poco de humor.

políticas públicas para evitar excesos

Como vemos, si bien la robótica humanoide se halla aún en un estado evolutivo primario, el desarrollo de la inteligencia artificial plantea inquietantes cuestiones de cara a un futuro quizás no muy lejano y, por ello, el embajador francés en España, Yves Saint-Geours apuntó, en la conferencia celebrada en el Instituto Francés y patrocinada por Orange, la necesidad de desarrollar «políticas y regulaciones públicas que velen para que el desarrollo de la inteligencia artificial esté en línea con los valores democráticos, evitando excesos que pongan en peligro nuestra convivencia».

En esta misma línea, Lorena Jaume-Palasí, quien forma parte del grupo de sabios sobre inteligencia artificial y Big Data del Gobierno, explicó recientemente en Nobbot que se necesita un catálogo de múltiples medidas dependiendo del contexto de uso. «En general, los códigos de ética en profesiones como la abogacía y la medicina deberían extenderse y adaptarse a todas las profesiones que diseñan, entrenan e implementan algoritmos: científicos del dato, desarrolladores, matemáticos, pero también managers y todo profesional que implemente procesos de automatización», recomendó.

A la espera de que lleguen esos robots humanoides que tantas dudas generan, continuemos disfrutando del movimiento hipnótico de nuestra Roomba explorando rincones en busca de migas y pelusas. Quizás el seguimiento de sus evoluciones nos lleve a un estado mental propicio para encontrar soluciones de cara a un futuro que avanza lento, pero avanza…por el pasillo de nuestra casa.

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