No, no eres tan guap@ como en Instagram…ni falta que hace

Marla Frezza, en una imagen de Broadly/VICE

El giro de muñeca que dirige la cámara del smartphone hacia nuestro rostro cambia nuestra percepción del mundo y también la imagen que tenemos de nosotros mismos. La popularización de los selfies ha cambiado los estándares de belleza y se halla en el origen de muchas intervenciones de cirugía estética y de patologías mentales como el trastorno dismórfico corporal o la dismorfia de Snapchat, las cuales generan ansiedad en pacientes que siempre están insatisfechos con su imagen.

La dismorfia corporal o trastorno dismórfico corporal (TDC) causa una excesiva preocupación por defectos físicos, reales o imaginarios, que afecta a la capacidad de relacionarse del paciente, afectado a su vida laboral y social. La incidencia de esta patología se ha acrecentado en los últimos debido a la costumbre de compartir selfies en las redes sociales, especialmente en el caso de los adolescentes.

Según Neelam Vashi, Directora del Centro de Estética y Láser de la Universidad de Boston, quien ha publicado un estudio reciente sobre este asunto junto a otros colegas del Boston Medical Center, los estándares de belleza actuales, propiciados por los selfies, están socavando la autoestima de millones de personas en todo el mundo. Incluso ha surgido un nuevo fenómeno llamado “dismorfia de Snapchat” por el que los pacientes buscan en la cirugía una vía para parecerse a las versiones filtradas de ellos mismos.

cirugía estética para ser como mi selfie

En EE.UU, más del 50% de las personas que acude a un cirujano plástico quiere verse mejor en los selfies que comparte en las redes sociales, una cifra que ha aumentado más de un 13% respecto a 2017. Según la Sociedad Americana de Cirugía Plástica, las intervenciones han aumentado en un 137% desde el año 2000, impulsadas por las peticiones de los más jóvenes al hilo de la popularización de los selfies.

En cuanto a las intervenciones más solicitadas, tiene que ver con cambios en la nariz, relleno de labios o mejora de la simetría facial. Casos como el de la joven de 19 años Marla Frezza, que fue documentado por Broadly/VICE, y que se operó la nariz para parecerse a la imagen que compartía en las redes sociales, son cada vez más habituales.

Antes y después de la intervención de cirugía de Marla Frezza, en una imagen de Broadly/VICE
Antes y después de la intervención de cirugía estética de Marla Frezza, en una imagen de Broadly/VICE

En España, según una encuesta entre especialistas realizada por la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE), 1 de cada 10 pacientes recurre a un cirujano plástico influido por la difusión masiva de imágenes de sí mismo y la consiguiente opinión de otras personas sobre ellas. Además, el 5% de los de los encuestados dicen que reciben peticiones de quienes acuden a sus consultas para modificar algún rasgo físico y hacerlo parecido al de una celebrity.

Por ello, SECPRE advierte de que un selfie no es la mejor herramienta para valorar la oportunidad de una intervención quirúrgico-estética. “Las cámaras de los teléfonos móviles suelen utilizar objetivos con grandes angulares que, en primeros planos, pueden distorsionar las imágenes -por ejemplo, agrandando la nariz-, además de no disponer habitualmente de buenas condiciones de iluminación, con las consiguientes sombras indeseadas”, explica.

objetivación del propio cuerpo

Y es que, hoy, la noción de «perfección de belleza» que antes solo se aplicaba a las celebridades, se ha extendido a toda la sociedad. Los selfies filtrados pueden hacer que las personas pierdan contacto con la realidad, creando la expectativa de que debemos estar perfectos todo el tiempo.

instagram

Un caso especialmente sensible es el de los jóvenes y adolescentes, para los que la llamada “dictadura del like” o la aceptación social por parte de sus amigos y conocidos en redes sociales puede llegar a convertirse en una verdadera obsesión. Educación, confianza y diálogo son las mejores medicinas en estos casos.

«Plataformas como Snapchat, Instagram, Facebook obligan a los usuarios a ver sus cuerpos desde la perspectiva de una tercera persona u observador. Esto puede llevar a la objetivación del cuerpo, lo que sabemos está relacionado con la mala salud mental”, concluye el doctor Kaylee Kruzan, del Social Media Lab de Cornell.

La cirugía puede ser contraproducente en estos casos de dismorfia corporal, ya que puede empeorar los síntomas del trastorno. En cambio, los expertos proponen el uso de inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (un tipo de antidepresivo) combinado con terapia cognitiva conductual e intervenciones empáticas.

Una vez más, las redes sociales nos muestran sus pros y contras y, por ello, son necesarias propuestas educativas que fomenten el buen uso que hacemos de ellas, como Empantallados o Por un uso Love de la tecnología, de Orange.

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