Del Enterprise al Endeavour: los vuelos de la primera nave espacial de la historia

el transbordador espacial en el momento del despegue en el centro espacial Kennedy

Construir un inmenso cañón con el que lanzar una bala de tamaño humano capaz de alcanzar la Luna. La idea, planteada por Julio Verne en ‘De la Tierra a la Luna’ en 1865, puede parecer descabellada. Pero durante muchos años el enfoque para enviar cosas y personas al espacio no se alejó demasiado de ella. Hasta que fabricamos nuestra primera nave de verdad: el transbordador espacial.

Decir que el transbordador, conocido por su nombre técnico Space Transport System (STS), es la primera nave espacial, quizá sea pasarse un poco de la raya. Sobre todo, si tenemos en cuenta que antes de su primer vuelo en 1981 ya habíamos llegado a la Luna y puesto muchos objetos en órbita. Sin embargo, el transbordador marcó una era en la exploración del espacio. Fue el primer prototipo reutilizable, llegó a usarse en 135 misiones y completó un tiempo total de vuelo de 722 días, 19 horas, 21 minutos y 23 segundos. Ahí es nada.

Índice

  1. ¿Qué es el transbordador espacial?
  2. Los transbordadores espaciales
  3. ¿Por qué se canceló la utilización de transbordadores espaciales?

¿Qué es el transbordador espacial?

Durante algo más de tres décadas, el transbordar espacial fue el programa más icónico de la agencia espacial estadounidense, la NASA. Su primer vuelo de prueba se completó el 10 de marzo de 1981 y, después de otros tres test de puesta a punto, inició sus vuelos operativos en 1982. Desde ese momento y hasta el 21 de julio de 2011, cuando el último transbordador fue retirado, contribuyó a poner en órbita el Telescopio Espacial Hubble y multitud de sondas y satélites. Y participó en la construcción y el servicio de la Estación Espacial Internacional (ISS), entre otros hitos de la historia espacial.

Tras el éxito de las primeras misiones Apollo a la Luna, la NASA diseñó en 1969 un plan para desarrollar un sistema de naves espaciales reutilizables que pudiesen volar y operar en la órbita baja terrestre, a entre 200 y 2000 kilómetros de altitud. Es decir, decidió desarrollar un sistema de transporte espacial (STS). El proyecto ganador fue el del transbordador, un sistema en apariencia sencillo, pero muy eficaz, que estuvo en uso durante 30 años. El transbordador espacial estaba compuesto de cuatro partes básicas:

  • Un vehículo orbital. El transbordador en sí mismo. Similar a un avión en la forma, pero muy diferente a nivel motor, era capaz de alcanzar velocidades supersónicas.
  • Dos cohetes sólidos recuperables. Esenciales durante el despegue, cuando daban al transbordador el 83 % del impulso necesario. Alrededor de dos minutos después de alzar el vuelo, eran expulsados, desplegaban un paracaídas y caían al océano. Allí eran recuperados para las próximas misiones.
  • Un tanque externo desechable. Contenía el hidrógeno y el oxígeno líquido que alimentaban los motores principales del transbordador. Este tanque se expulsaba poco antes de alcanzar la órbita y no se recuperaba.

Dejando a un lado el hecho de que fuese reutilizable, el transbordador espacial no es muy diferente a un cohete en lo que se refiere al despegue. Aunque sí a la hora de aterrizar. El transbordador no descendía a la Tierra en paracaídas, sino que se posaba en ella, igual que lo hace un avión comercial. Por lo general, lo hacía en medio del desierto de Mojave, en las instalaciones de la Base de la Fuerza Aérea Edwards en California (Estados Unidos). Allí se colocaba sobre un Boeing 747 modificado que lo llevaba de vuelta al Centro Espacial Kennedy (Florida, Estados Unidos).

Los transbordadores espaciales

una de las naves aterrizando en pleno desierto en Estados Unidos

Aunque era un sistema en parte reutilizable, la NASA no solo construyó un único transbordador. A lo largo de los años, se utilizaron un total de seis vehículos, aunque el primero de ellos era solo un prototipo de pruebas. Estos son sus nombres:

  • Enterprise. Solo se usó para las pruebas iniciales a finales de los años setenta del siglo pasado y no tenía motores, escudo de calor ni el resto de sistemas necesarios para vuelos orbitales.
  • Columbia. Fue el encargado de completar los primeros vuelos en 1981 y las primeras misiones en 1982. Sin embargo, ha pasado a la historia por el final de su vida. En febrero de 2003, se desintegró por completo mientras entraba en la atmósfera. Fallecieron los siete tripulantes que iban abordo.
  • Challenger. Terminó su primera misión en 1983 y fue el transbordador de vida más corta. En 1986, un accidente durante el despegue destruyó la nave y acabó con la vida de los siete miembros de la tripulación en el primero de los dos incidentes graves del programa STS.
  • Discovery. El transbordador más icónico de todos los de la NASA voló por primera vez en 1984. Prestó servicio durante 27 años y completó 39 misiones, entre las que estuvo la puesta en órbita del Hubble. Además, fue el transbordador en el que Pedro Duque, el único astronauta español hasta la fecha, voló al espacio por primera vez en 1998.
  • Atlantis. Lanzado por primera vez en 1985, estuvo en uso hasta 2011. Fue el último transbordador en completar una misión antes de que el programa STS fuese finalizado. Durante su vida recorrió 203 millones de kilómetros a través del espacio, unas 525 veces la distancia que separa la Tierra de la Luna.
  • Endeavour. El más joven de todos los transbordadores, no entró en activo hasta 1992. Se construyó para sustituir al Challenger tras el trágico accidente de 1986. Para ahorrar costes, la NASA utilizó en él repuestos y partes que habían sobrado de la construcción de los otros transbordadores.

¿Por qué se canceló la utilización de transbordadores espaciales?

el transbordador espacial colocado en la plataforma de lanzamiento

Tras 135 misiones y más de 700 días de vuelo, ¿qué llevó a la NASA a dejar de emplear su vehículo espacial más eficiente hasta la fecha? Hubo tres razones para ello: una económica, una operativa y otra de imagen pública y seguridad. En primer lugar, el programa del transbordador espacial acabó siendo mucho más caro de lo que se había previsto al inicio. Sobre todo, teniendo en cuenta que casi toda la tecnología era reutilizable. Cada lanzamiento costaba unos 450 millones de dólares (unos 449 millones de euros). Por compararlo, los Ariane que usa la ESA cuestan entre 75 y 100 millones (entre 74,9 y 99,94 millones de euros) por misión.

La segunda razón fue operativa. La NASA esperaba poder sacarle mucho más partido a las naves reutilizables. Los cálculos más optimistas señalaban que podrían lanzarse misiones casi cada semana. Sin embargo, esto resultó imposible. La vez que más corta fue la ventana de tiempo entre aterrizaje y despegue fue de 54 días. Tras el desastre del Challenger, pasó a ser de 88 días por cuestiones de seguridad.

Este accidente y el del Columbia en 2003 marcaron también el destino del programa de los transbordadores espaciales. Hasta 1986, viajar al espacio parecía haber convertido casi en rutina para la sociedad americana. Parecía que pronto cualquier podría hacerlo. Sin embargo, los problemas de seguridad del STS acentuaron los desafíos de la exploración espacial y sembraron dudas sobre la viabilidad del programa de transbordadores.

Más allá de sus luces y sus sombras, los transbordadores espaciales marcaron una era e inauguraron una nueva época de exploración espacial de cara al futuro. Los cohetes reutilizables de SpaceX y el Space Launch System de la NASA, que se pondrá a prueba con el primer vuelo de la misión Artemis, no serían lo que son sin el trabajo del Enterprise, el Columbia, el Challenger, el Discovery, el Atlantis y el Endeavour.

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Imágenes | NASA, Nara, Flickr/Steve Jurtvenson

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