Scorsese no quieres que veas “El irlandés” en tu móvil

“Si alguna vez quieres ver una de mis películas, o la mayoría de ellas, por favor, no la veas a través de un teléfono. Un iPad, un gran iPad, tal vez.” Esta es la recomendación que nos hace Scorsese para ver su última película, El irlandés.

Con esas palabras, extraídas de esta entrevista en PopCorn, el mítico director de cine nos recomienda cómo disfrutar mejor de su arte, esto es, en la mayor pantalla posible. También pide que veamos la película sin pausas (difícil, pues dura más de tres horas y media). Vamos, que quiere que veamos El irlandés, estrenada en Netflix, como si no se hubiera estrenado en Netflix.

Algunos en Twitter se han apresurado a burlarse de los remilgos del veterano director compartiendo imágenes de El irlandés vista en un reloj inteligente, incluso en un viejo Nokia. Quizás sea como venganza por las despectivas declaraciones de Scorsese sobre el cine de superhéroes, al que no considera ni siquiera cine.

El irlandés, una película para tomar con un whisky, también irlandés

El caso es que el veterano director de cine se ha ganado a pulso decir lo que le venga en gana sobre todo, en general, y sobre cómo disfrutar de sus obras, en particular. Faltaría más.

Eso sí, desde Nobbot os decimos que, sin llegar al chasco que nos llevamos con Roma, la película de Scorsese nos ha roto un poco el corazón porque, si bien su tramo final nos parece vuela a gran altura, la primera hora y media la pasamos tratando de acostumbrarnos a la manipulación digital de los rostros de los totémicos actores De Niro, Pacino y Pesci.

Son manías, ya, pero eso nos impide disfrutar plenamente de la tremenda actuación de Pesci o la sobriedad de De Niro, que por fin se quita la cara de estar a punto de escupir el nombre de su yerno, Gaylo Follen, en Los padres de ella.

En cuanto a Pacino, en este tramo de la película aparece poco pero cuando, finalmente lo hace, apetece que siga moviendo sus larguísimos brazos como aspas de molino de viento. No descubrimos nada si os decimos que desaparece de circulación, tal como sucedió con el personajes real al que encarna, Jimmy Hoffa. Una pena.

Causa extrañeza lo chapucera que resulta esta intervención digital si la comparamos con las maravillas de deepfakes que circulan por internet. Que a lo mejor estas limitaciones técnicas son normales si se traslada esta técnica a una película, pero nos ha dado un poco de grima.

Por otra parte, desde el absoluto respeto que nos inspira Scorsese y su obra, hay que reconocer que la recomendación de no hacer pausas puede resultar un poco exagerada, dada la gran duración de la película estrenada en Netflix. El cineasta no quiso convertirla en una miniserie, así que debería ser más condescendiente con nuestra paciencia o, por lo menos, con nuestra vejiga. A su edad, él debería comprender bien la incontenible fuerza de la orina haciendo olas en el abdomen.

En fin, a falta de pausas y de smartphones, recomendamos disfrutar de El irlandés, con una copìchuela de whisky a mano, para completar el aroma a macho entrado en años que exuda toda la historia. Una especie de frasco de Varón Dandy convertido en película de mafiosos con la próstata hipertrofiada.

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