Antonio Martín (EnClaro): «El lenguaje inclusivo es la punta del iceberg de una realidad social que necesita solución»

Antonio Martín (EnClaro), encuentro sobre el lenguajeEl éxito de la corriente de comunicación internacional sobre el lenguaje claro animó a Antonio Martín (Cálamo & Cran) y Arsenio Escolar (Archiletras), a poner en marcha en España las jornadas EnClaro, junto con la traductora y directora de las jornadas, Isabel Espuelas. En las dos ediciones celebradas, este encuentro suma más de 600 asistentes de 20 países.

En unos días se celebrará la 3ª edición de EnClaro y, por ello, hablamos con Antonio Martín, que pone todo su empeño en la divulgación del lenguaje: pertenece al cuarteto PALABRAS MAYORES; es miembro del comité editorial de ARCHILETRAS, y uno de los organizadores de los encuentros ENCLARO. Además, es coautor de El libro rojo de C&C. Prontuario de manuales de estilo (C&C, Madrid, 2013), 199 recetas infalibles para expresarse bien (Vox, Barcelona, 2015), Dilo bien y dilo claro (Larousse, Barcelona, 2017), y autor de La mano invisible: confesiones de un corrector iconoclasta (CSIC, Madrid, 2019). Pero, sobre todo, es uno de esos pocos madrileños gato-gato y orgulloso padre de dos hijos.

 – ¿Crees que internet y las nuevas formas narrativas surgidas en la red han dado lugar a un nuevo lenguaje? 

¡Por supuesto! 😉 ?? Lo cuentan con detalle Gretchen McCullogh (Because of internet) y David Crystal (Language and the Internet). Los humanos hablamos desde hace cientos de miles de años, pero la popularización real de la escritura no tiene apenas más que unos pocos siglos. Internet, las redes y los dispositivos que usamos a diario muestran que hemos podido recuperar los matices del lenguaje oral en el escrito, para aportar matices como el tono, a través de emoticonos, memes y gifs.

– ¿El uso habitual y sin edición posterior del traductor de Google en medios online, para replicar informaciones de medios estadounidenses, acabará impactando en la sintaxis del español?

Ya hay una influencia clara en las variantes de español mexicanas y un calco en el español de EE.UU. El gerundio de posterioridad ha llegado para quedarse, aunque es ajeno a la tradición española porque genera ambigüedades: En la frase «El periodista llegó escribiendo la noticia» puede significar que venía escribiéndola en su móvil (que es lo que significa propiamente) o que nada más llegar a la redacción se puso a escribirla (según el uso anglosajón). Desde el punto de vista de un lingüista este fenómeno se observa y se analiza. Puede valorar si la comunicación es efectiva o no, pero no es su labor censurarla. Para un corrector es esencial saber si quien recibe un mensaje con esta sintaxis puede comprenderla o no con claridad en el contexto que se emite. Y como profesionales, ninguno de estos profesionales se lleva las manos a la cabeza. Eso es tarea de los puristas y los defensores del lenguaje, quienes no quieren saber nada de la evolución del lenguaje ni de lo que nos gusta a los hablantes usar cualquier palabra, venga de donde venga.

«Las redes y los dispositivos que usamos a diario muestran que hemos podido recuperar los matices del lenguaje oral en el escrito, para aportar matices como el tono».

– ¿Debería revalorizarse el papel del corrector en un ecosistema mediático marcado por la urgencia en el que, cada vez más, es habitual encontrarnos con erratas?

Siempre va a haber erratas. Que se considere que haya muchas o pocas puede interpretarse como síntomas de dos hechos relevantes: el primero, la constancia de que hay un nivel de alfabetización más que aceptable para ser consciente de ellas. Eso sería incluso una buena noticia. El segundo, que cada día se publican (y emiten) más textos que en todo el s. XVI, por lo que es natural que haya un margen de error. Pero al mismo tiempo, es necesario que haya un control de calidad que procese los textos que quieran llegar con nitidez y claridad, sin interferencias, que es lo que son al fin y al cabo las erratas. Los correctores —aunque deberíamos decir las correctoras, porque son casi un 80% en la profesión— son ese control de calidad. Para revalorizar su papel es esencial que se las considere como asesoras lingüísticas, porque nadie quiere que le corrijan, pero da categoría tener un asesor especializado. Nuestro trabajo no es marcar errores con bolígrafo rojo, sino ayudar online y con rapidez para que un texto llegue con claridad a su receptor; y sin errores flagrantes que puedan arruinar en las redes la imagen de un producto, una campaña o una empresa. De este modo, nuestra función es muy parecida a la de un cinturón de seguridad en un auto: estamos para que no pase nada, pero hay que usarlo. Desde Cálamo&Cran siempre usamos la etiqueta #ponuncorrectorentuvida para recordar que hay erratas que generan un coste y un daño que un corrector puede evitar.

«Cada día se publican (y emiten) más textos que en todo el s. XVI».

– Por cierto, ¿cómo ha impactado el uso del programa Word en su profesión?

 ¡No sabes cómo me alegra que me hagas esa pregunta! Te pongo un ejemplo: Lanzamos Cálamo&Cran en 1997, justo cuando se lanzaba el nuevo corrector de Office 97. Algunos pensaron que ese corrector acabaría con nosotros. Ahora vamos a cumplir 25 años y nos va fenomenal. El pobre Word es un incomprendido. Word no es el malo, son los dueños. En realidad, solo algunos profesionales saben configurar y calibrar su Word para que deje de cometer errores y trabaje como su asistente avanzado. Yo enseño Word (sí, sí, ¡Word!) para que ahorre hasta un 40% del tiempo de edición y corrección. Es un programa que como toda máquina bien usada está pensada para automatizar tareas repetitivas, aumentar la productividad y la calidad. Para todos, y sobre todo para los que trabajamos con el texto, Word es una joya, pero es como un patito feo incomprendido.

la pureza del lenguaje

– Dígame, si lo recuerdas, algún neologismo habitual en el lenguaje de internet que le moleste especialmente.

 No. Los neologismos no me molestan. Para mí la pureza del lenguaje es una bandera que destiñe pronto. Me molesta no comprender algo que percibo que está suplantando un término o una palabra que sería más adecuada. Nunca comprendí una campaña de ropa que usaba la palabra concious, que justificaba una actitud, una tendencia, un yoquésé. La soltaban sin más por todas partes, como un adolescente usa sus palabras para marcar territorio e identidad de grupo.

 – ¿Qué opinas sobre ese uso impostado del inglés tan habitual en plataformas como LinkedIn?

 Supongo que lo mismo que los íberos cuando escuchaban latín por todas partes: que hay palabras que son prácticas, porque cifran una realidad con más detalle y rapidez; otras me hacen sentir que estoy más cerca de ese sistema que puedo admirar, que puedo compartir con otras personan y me entienden cuando las usamos. Y otras que no entiendo ni comprendo, y por eso no uso: esas mueren por el camino y no se incorporan al idioma. Sí que puede haber cierto papanatismo en usar más inglés que español en mensajes en castellano cuando se supone que no es spanglish ;-). Pero al mismo tiempo no se considera papanatismo el uso del francés en el ballet ni el italiano en la música. Son términos especializados que los hablantes acaban por usar o no: ¿por qué usamos «fútbol» frente a «balompié» pero «baloncesto» frente a «basket»? Son los hablantes los que acaban aceptando o rechazando los términos.

«EnClaro es una oportunidad para descubrir cómo algo tan normal y cotidiano como el lenguaje es la herramienta fundamental, la mano invisible que todo lo mueve».

 – ¿Cuál es su opinión sobre el debate acerca del lenguaje inclusivo?

 Que es esencial. Que no rompe el idioma, como ya he leído por ahí, porque es realmente difícil romper un idioma. De hecho, es una ficción muy interesante que daría para todo un ensayo a lo Woody Allen: Cómo acabar de una vez por todas con el español.  En esta ocasión los hablantes son conscientes de que pueden modificar términos y usos lingüísticos, pero tiene que ser comprensible y aceptado. A los hablantes no les gusta que les impongan normas, no hay más que ver el ficticio debate sobre «solo» con o sin tilde. Considero que hay puntos en los que puede interferir con el lenguaje claro, pero no me parece motivo para descalificarlo ni ridiculizarlo como he visto en demasiadas ocasiones. En el lenguaje nunca es todo o nada, lo acabamos de ver más arriba con los neologismos. La propuesta del lenguaje inclusivo es solo la punta del iceberg de una realidad social que necesita una solución, que es hacia donde apunta en realidad este movimiento.

objetivos de enclaro

– El encuentro EnClaro celebra su tercera edición, ¿cuáles son sus objetivos este año?

Hablaremos de un problema cotidiano y real: ¿por qué cuando recibo un mensaje de una administración no lo entiendo? ¿Por culpa de mi torpeza o porque a ese organismo que lo emite no le preocupa si yo lo entiendo o no? En EnClaro queremos conocer por boca de los expertos cómo se puede implantar un plan de lenguaje claro en cualquier organización. Además, aprenderemos del ejemplo del mundo de la ciencia, de la divulgación, para conocer cómo contar con claridad mensajes muy complejos. También tendremos un espacio para conocer el papel de la Unión Europea para democratizar el lenguaje y cómo gracias al lenguaje claro los ciudadanos podemos ser conscientes de nuestros derechos y ejercerlos con propiedad. Como en las anteriores ediciones de EnClaro, es una oportunidad para descubrir cómo algo tan normal y cotidiano como el lenguaje es la herramienta fundamental, la mano invisible que todo lo mueve. Esta es una ocasión para visibilizarla y hacerla nuestra.

enclaro

– Por último, ¿cuáles son tus recomendaciones para un uso claro del lenguaje?

 Más allá de la corrección, un mensaje es claro cuando su receptor encuentra con facilidad la información y lo comprende hasta el punto de que puede tomar una decisión o reaccionar en función del mensaje recibido. Para lograrlo, hay dos puntos clave (de un pequeño decálogo): Ante todo hay que pensar en quién es el receptor y qué lenguaje utiliza, para adaptar el texto del mensaje a su nivel, no al revés. Y, sobre todo, hay que saber para qué se emite el mensaje: ¿se espera una reacción del receptor, una reflexión, que modifique su opinión? Si esto está claro y se le hace saber al receptor esta intención, tenemos resuelta la parte más difícil del camino. Las personas, equipos y organismos a los que he formado en comunicación clara consiguen una comunicación más fluida y mejoran su imagen, porque se ganan la confianza de los ciudadanos.

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