Hablamos con el médico Pablo Barreiro sobre la ansiada inmunidad de grupo o de rebaño y de hasta qué punto estamos cerca de lograrla con las vacunas.
En esta entrevista, el experto también advierte de cómo se puede complicar la pandemia con la aparición de nuevas variantes del SARS-CoV-2. Barreiro acumula experiencia en este año de pesadilla: se ha enfrentado a la COVID-19 desde la primera línea hospitalaria, y también desde los laboratorios. En la primera ola, este médico de la sección de enfermedades infecciosas y tropicales del Hospital Carlos III-La Paz, en Madrid, se presentó como voluntario para atender a pacientes en el hospital de campaña de IFEMA.
Ahora trabaja en el laboratorio del Hospital de Emergencias Isabel Zendal, diseñando la estrategia de prevención de la Comunidad de Madrid. Y también da clases en varios centros de educación superior, como la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
– Al principio de la pandemia cobró fuerza la idea de superarla con la inmunidad de grupo natural. Incluso el Reino Unido llegó a plantearse seriamente su implementación. ¿Qué falló?
La inmunidad de grupo o de rebaño es conseguir que haya un porcentaje de la población inmunizada en un país o en un zona. De esa manera, se hace difícil que se encuentren personas con la infección con otras que son susceptibles de infectarse. Y así el virus no tiene oportunidad de circular.
Pero se vio que el SARS-CoV-2 es un virus que se transmite y se replica con mucha facilidad. Un infectado puede infectar a su vez a dos o tres personas, y eso es mucho. Y, además, tiene el grandísimo problema de que se transmite en los días previos a provocar síntomas, e incluso lo transmiten las personas asintomáticas.
Todo esto hizo que nos viésemos desbordados en los hospitales. Todos caímos en la cuenta de que no íbamos a dar abasto y de que el sistema se iba a colapsar. Por eso Reino Unido y otros países asiáticos dieron marcha atrás a la idea de ir a la inmunidad de grupo en la primera fase. Muchos se replantearon las cosas y buscaron la salida a base de enfriar la epidemia mediante el aislamiento.
La salida a la pandemia es inmunizar. Eso está claro. Y por eso la idea inicial era buena, pero el coste para el sistema sanitario y en vidas era muy alto. Con una mortalidad del 0,1%, son muchos miles de personas las que habrían muerto por el coronavirus si se hubiera optado por la inmunidad natural.
– Las personas se vuelven a infectar y, por otro lado, la inmunidad se pierde al cabo de unos meses. Entiendo que eso complicaba más las cosas, ¿verdad?
En Europa se decidió que la solución era mantener medidas de higiene y aislamiento. De esta manera, la infección progresaría poco a poco. En octubre, en Madrid, estábamos en un 18% de población inmunizada. Pero, efectivamente, el problema es que la gente pierde la inmunidad. Es un virus con el que te reinfectas.
Por estas dos razones es muy difícil alcanzar la inmunidad de grupo de forma natural: porque entre los que se infectan de nuevo y los que pierden inmunidad es complicado subir el porcentaje de inmunizados. Lograr la inmunidad de grupo de esta manera llevaría muchos años. Además, mucha gente se tendría que infectar varias veces para que se haga más robusta esa inmunidad.
– ¿Qué pasa cuando alguien se vuelve a infectar con el SARS-CoV-2?
Los casos son más leves. Habitualmente la enfermedad aparece más atenuada. De hecho, en España la letalidad ya está bajando. La gravedad de los casos está siendo menor, en parte porque está habiendo muchas reinfecciones.
«En España la letalidad ya está bajando. La gravedad de los casos está siendo menor»
– En Manaos, Brasil, se calcula que hasta un 75% de los habitantes ha tenido anticuerpos, pero su población ha seguido padeciendo los estragos de la enfermedad. Parece un dato muy preocupante para los que piensan que la salida a esta crisis está en la inmunidad de grupo.
Este es un caso paradigmático de dejar al virus correr libremente. Allí supuestamente tuvieron al 70% de la población inmunizada, y en enero han visto un rebrote tremendo en el número de casos y en la mortalidad. El problema es que ha habido un cambio en el virus.
Ahora circula una variante nueva con mutaciones, y es muy posible que la inmunidad que se generó para el primer virus no valga para el nuevo. Además, es probable que la gravedad de los cuadros en esta segunda ola en Manaos se deba a que no se han seguido medidas de higiene y la carga vírica de las infecciones es alta.
– Las esperanzas están ahora puestas en las vacunas, que están mostrando una alta eficacia. ¿Podremos alcanzar la inmunidad de grupo con esta primera tanda de vacunas, como sugieren las autoridades?
Yo no quiero alarmar a nadie. Pero tengo que decir que las vacunas generan una inmunidad potente, pero muy selectiva, con una porción mínima del virus, que es proteína de la espícula. De hecho, la inmunidad natural es mucho más amplia. Hay que ver la eficacia a largo plazo de las vacunas. Ya veremos cómo perdemos anticuerpos con ellas. Y también veremos si el virus no se acaba escapando, porque no le será difícil.
“Las vacunas generan una inmunidad potente, pero muy selectiva, con una porción mínima del virus”
– ¿Usted cree que será posible alcanzar la inmunidad de grupo en verano u otoño, cuando supuestamente el 70% de la población de este país esté vacunada?
En teoría sí. Si vacunas al 80% o 90% de la población para quedarte con un 70% de nivel de inmunidad, y lo haces en poco tiempo, puedes conseguirlo. Pero hay que tener en cuenta que el virus puede mutar, como ha pasado en Brasil.
Si tú al virus lo presionas, el virus quiere sobrevivir y, por selección natural, produce variantes que se escapan a esa primera inmunidad. Es lo que se llama un mutante de escape. Ojalá no pase lo mismo aquí lo mismo que en Brasil. La mezcla de virus circulando y población con anticuerpos es una situación muy peligrosa. Hace muy posible que el virus se escape.
Por otro lado, hay que tener un 70% de la población inmunizada, pero no se puede vacunar a 30 millones de personas de un día para otro. Hay problemas logísticos que son insalvables. Sin embargo, para evitar que el virus se escape hay que correr. De esta forma se llegará a ese porcentaje de inmunidad de grupo lo antes posible.
«Se hace todo lo que se puede, pero habría que correr mucho más con el tema de la vacunación»
Si el proceso es largo, los vacunados van perdiendo la inmunidad y, sobre todo, el virus se acostumbra. Insisto, tener al mismo tiempo a unos que se están vacunando y a otros que se están infectando es una combinación muy mala. Se hace todo lo que se puede, pero habría que correr mucho más con el tema de la vacunación.
Si el virus no cambia, lo que sí pasa es que con la vacunación el cuadro de los reinfectados es mucho menos grave. Aquí debemos asumir que la COVID-19 será una infección más, como un catarro. Pero para que eso ocurra, debemos todos ir fortaleciendo la inmunidad para que cuando lo cojas no te pongas tan malo, y para que no circule tanto. Pero todo eso va a llevar mucho tiempo.
– Parece entonces que tenemos pandemia para rato y que las vacunas no supondrán el final.
El final de la pandemia va a ser la endemia. El final llegará cuando el virus se quede con nosotros como un virus más de catarro. No se extinguirá el virus, sino que acabaremos teniendo inmunidad casi todos y nos acostumbraremos a él.
– ¿Y eso cuándo sucederá?
Hasta que la gente deje de morir de esto, tendrán que pasar dos años o más. Hay cuatro coronavirus que producen catarros. Están con nosotros desde que se conocen los virus. Este será el quinto. De lo que sí estoy convencido es que cada vez los casos serán menos graves y tendremos menos mortalidad. Seguirá habiendo muchos casos de infección, pero ya todo será más asumible.
«Hasta que la gente deje de morir de esto, tendrán que pasar dos años o más»
– Usted es experto en enfermedades infecciosas y tropicales. ¿Qué podemos aprender de otras pandemias y que nos ayude a salir de esta?
Todas estas enfermedades llegan por el mismo motivo. Hay mucha movilidad en el mundo actual, y las personas mueven las infecciones. Es muy difícil renunciar al desarrollo económico. Hay epidemias en occidente importadas desde el trópico desde hace muchos años. Hemos tenido la gripe aviar, la gripe porcina, el zika, el dengue.
En el caso del SARS-CoV-2, el problema ha sido que se transmite con mucha facilidad, no necesita ningún intermediario y es muy agresivo. Esto nos debe enseñar a estar mucho más alerta y actuar mucho más rápido a la hora de abortar los brotes que se van dando.
Los organismos nacionales y europeos que controlan esto tendrán que estar mucho más avispados. Si en China, en Wuhan, se hubiese detectado rápido y se hubiese hecho una cuarentena durante un mes, esto se habría extinguido.
Imágenes | Pablo Barreiro, Galen Crout/Unsplash