Joaquín Tapioles, el pastor que colabora con la NASA

Joaquín Tapioles

Entre los balidos de su cada vez más mermado rebaño de ovejas, Joaquín Tapioles observa atento lo que ocurre en el espacio desde el observatorio Orión.

Así se llama el complejo astronómico que durante años ha ido construyendo este pastor zamorano justo encima de su establo, y cuya cúpula, de chapa galvanizada y recubierta de polietileno en su interior, ya es toda una referencia en el skyline del pequeño pueblo de San Agustín del Pozo (Zamora).

El primer telescopio lo instaló en 2003 y le sirvió para que la NASA reconociera su trabajo en el seguimiento del choque programado de la sonda espacial Deep Impact contra el cometa Temple 1, ocurrido el 4 de julio de 2005.

Joaquín Tapioles
Tapioles posa con una de sus ovejas frente a su observatorio astronómico.

Ahora ha renovado sus instalaciones con un impresionante telescopio que ha ido comprando pieza a pieza en distintos países y que él mismo ha construido, salvo la óptica, claro, que tiene que ser de alta precisión. En el mundillo astronómico le conocen como ‘el pastor galáctico’. Y no tiene desperdicio saber cómo este autodidacta, con estudios primarios y que no sabe nada de inglés, se relaciona con tiendas especializadas de China y Alemania, así como con los miembros de las distintas asociaciones internacionales astronómicas con las que colabora.

«Ahora es todo más fácil»

– ¿Cómo llegó a contactar con China para comprar las piezas pequeñas de su telescopio?

Igual que hago con todos, con el Google Translate y algún que otro programa que llega a traducir textos enteros con solo hacer una foto. Los pedidos me vienen por AliExpress. Ahora es todo mucho más fácil. Cuando empecé con esto, mi única referencia era la revista ‘Astronomía’, casi una biblia para mí, y no era tan fácil comprar el instrumental.

– ¿Le dan las ovejas para permitirse estos lujos galácticos?

Cada vez menos. Llegué a tener 450 cabezas cuando monté el observatorio. Pero ya no hay quien viva de la leche. Hace poco decidí vender la mayoría y quedarme con unas pocas ovejas para no perder las ayudas de la Administración.

«Hasta la electrónica me la he construido yo, con la ayuda de un amigo ingeniero electrónico que también es aficionado. En total me habré gastado unos 3.000 euros»

Entre lo que saqué y lo que me gano con las visitas de la gente que viene a ver mi observatorio, y las que hago yo a algunos pueblos de la comarca para enseñar el cielo, me da para vivir. A mis casi 61 años, ya miro a ver cuándo llegará la jubilación.

– Ha estrenado telescopio hace menos de un año. ¿Cada vez necesita más prestaciones?

Uno siempre quiere ir más allá. El nuevo tiene la singularidad de que me lo he trabajado pieza a pieza. El anterior se llamaba Syrius. Y a este le he llamado Giordano, en homenaje al astrónomo italiano Giordano Bruno. Es totalmente de aluminio, con chapas de un grosor de 12 milímetros. Las compré, y cuando vi lo que costaba cortarlas con láser decidí meter yo mismo la sierra de calar, poco a poco. El telescopio es azimutal con una montura tipo Dobson motorizada. Hasta la electrónica me la he construido yo, con la ayuda de un amigo ingeniero electrónico que también es aficionado. En total me habré gastado unos 3.000 euros. Y he tardado cuatro años en construirlo.

– ¿Cómo realiza las observaciones de precisión?

Con una aplicación del teléfono móvil, Sky Safari, gracias a la cual puedo controlar los movimientos del telescopio a través de bluetooth y con una precisión increíble. La aplicación te dirige el aparato a cualquier cuerpo celeste que le pidas. Funciona casi como una montura ecuatorial, salvo que si quieres hacer astrofotografía te encuentras con el problema de la llamada rotación de campo. Pero para observación visual y fotografía planetaria es muy bueno.

«Hace unos días nos han mandado una notificación para que intensifiquemos las observaciones a fin de constatar las variaciones de la magnitud de Betelgeuse»

– ¿También le va bien para la observación de cometas, como el que le valió el reconocimiento de la NASA?

Funciona perfectamente. En el caso del cometa Temple 1, contra el que se estrelló la sonda espacial Deep Impact para estudiar su composición interior, hice mediciones astronométricas de su magnitud una vez ocurrida la colisión. Se las pasé a un grupo de observadores de cometas al que pertenezco y de ahí llegaron a la NASA, que emitió un certificado agradeciéndome la colaboración.

El pastor galáctico tiene enmarcado el certificado de la NASA agradeciéndole su colaboración en el seguimiento de la colisión de la sonda Deep Impact contra el cometa Temple 1 en 2005

– ¿Sigue colaborando con la NASA?

Todos los que pertenecemos a distintas asociaciones colaboramos de alguna otra manera con las distintas agencias espaciales; también con la ESA. Nuestras observaciones, realizadas cada una en un punto del planeta determinado, pueden ser valiosas para sus estudios.

Betelgeuse (Alfa Orionis) / ESA

A LA ESPERA DE LA GRAN EXPLOSIÓN

– Según muchos astrónomos, puede ser inminente la explosión de la estrella supergigante Betelgeuse (Alfa Orionis), en la constelación de Orión. Podría convertirse en la supernova más brillante jamás observada por la Humanidad. ¿Está pendiente de la evolución de este astro desde su observatorio?

Soy socio de la American Association of Variable Star Obervers (AAVSO), dedicada al seguimiento de este tipo de estrellas. Hace unos días nos han mandado una notificación para que intensifiquemos las observaciones a fin de constatar las variaciones de su magnitud. La estrella está a 640 años luz. Es variable y ahora mismo anda con poco brillo. Se puede ver a simple vista. Pero tampoco hay que ser alarmistas. En astronomía algo inminente puede ser mañana o dentro de 1.000 años. Betelgeuse es enorme y está cada vez más cerca de estallar. Para hacernos una idea de su tamaño, basta que imaginemos que si fuera nuestro Sol, llegaría hasta la órbita de Júpiter. Cuando colapse, se convertirá en una supernova, y será un espectáculo para todos.

– ¿Ha visto muchas supernovas en su vida?

Sí, en otras galaxias. En cuanto hay una supernova, te dan las coordenadas los de las asociaciones y no es difícil llegar a ella.

– ¿Qué otro fenómeno astronómico le gustaría ver?

Me encantaría volver a ver el cometa Hale-Bopp, como cuando pasó cerca del Sol en 1997. Entonces aún tenía un telescopio pequeño, de 114 milímetros de diámetro. Con este de ahora, que tiene 406 milímetros, sería fabuloso observarlo de nuevo.Joaquín Tapioles

– ¿Le afecta mucho la contaminación lumínica de las torres eólicas y de las capitales cercanas?

Afecta mucho a todos los aficionados a la astronomía. Ahora muchos pueblos han apostado por las luminarias LED y eso nos está haciendo polvo. Cada vez hay más, porque salen baratas, y su luz blanco azulada no es nada buena para los que nos dedicamos a ver estrellas. Hasta en mi propio pueblo tengo problemas.Ya le he pedido al alcalde que cambie de posición una farola que me molesta más de la cuenta. En esa lucha ando.

«ESTOY seguro DE QUE HAY VIDA EXTRATERRESTRE»

– Uno de los planetas que tiene más estudiados es Marte. ¿Cree que podrá ver la llegada del hombre al planeta rojo?

Lo que tengo claro es que se llegará a Marte muy pronto. No creo que tardemos más de una década en verlo.

– Y como astrónomo aficionado, ¿con qué sueña Joaquín Tapioles?

Con que se llegue a encontrar vida en otro planeta. De la manera que sea, pero estoy convencido de que hay vida. Y no me extrañaría que se encontrara en Marte.

– ¿Hacia dónde enfoca últimamente su telescopio?

Busco retos. Ahora me centro en localizar galaxias de luz débil o algún cuásar… Cosas difíciles para no aburrirme.

Joaquín Tapioles

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Imágenes | Joaquín Tapioles / ESA

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