Iban a por aguacates y encontraron cientos de menhires de miles de años de edad

cesta con varios kilos de aguacates, una fruta cada vez más cultivada en España

La finca de La Torre-La Janera iba a convertirse en una plantación más de aguacates. El cultivo del codiciado fruto vive su pequeña edad de oro en Andalucía, donde en la última campaña se cosecharon más de 100 000 toneladas. Los dueños del terreno no querían quedarse atrás, pero se dieron de bruces con la prehistoria.

No era la primera vez que la finca, situada entre los municipios de Ayamonte y Villablanca, en Huelva, se destinaba a usos industriales. En 2008 se instalaron en la zona los 17 aerogeneradores del parque eólico de Montegordo. Y antes, entre 1970 y 2000, el terreno se destinó a una plantación de eucaliptos para pasta de papel. Todavía más atrás en el tiempo, fue utilizada durante décadas para pastos de ganadería extensiva y agricultura de secano. De ello dan fe los caseríos, alpendes y pozos, hoy abandonados, que salpican el territorio.

Y podemos seguir viajando en la historia. Hace entre 7000 y 4000 años, la finca era uno de los epicentros de la cultura megalítica europea. Cuando los dueños de La Torre-La Janera pusieron en marcha la obligada prospección arqueológica previa a la plantación de aguacates, nadie esperaba unos resultados así de espectaculares. Dos crómlech (círculos de piedra como los Stonehenge), más de 500 menhires y diversos agrupamientos de dólmenes. Tras el primer análisis sistemático del hallazgo, los expertos de las universidades de Huelva y Alcalá de Henares no han dudado de calificarlo como algo único. Es una de las concentraciones megalíticas de mayor importancia de Europa.

Primera línea de playa (prehistórica)

hallazgo arqueológico en Huelva, en la fincha de La Torre-La Janera

La finca de La Torre-La Janera está en la margen izquierda del Guadiana, a menos de tres kilómetros al este del río y a unos 15 kilómetros de la costa atlántica. Pero su entorno era muy diferente hace 7000 años. Entonces, la desembocadura del Guadiana tomaba la forma de un estuario abierto con delta. Y el nivel del mar en la zona estaba alrededor de dos metros por encima del actual. Así se mantuvo hasta hace aproximadamente 4200 años, cuando el llamado evento de aridificación del kiloaño 4.2 trastocó las cosas.

Además del cambio del clima, los sedimentos del Guadiana fueron rellenando el poco a poco el cauce del estuario y la geografía de la zona se vio alterada. Se formaron marismas e islas arenosas y las tierras en los márgenes del río adquirieron la configuración actual. Así, la gran mayoría de las construcciones megalíticas que se han encontrado en la región se levantaron en un entorno muy diferente al de hoy. Un entorno marcado por un gran estuario y la cercanía del mar. Y son muchas, tal como se recoge en el artículo publicado en el último número de la revista ‘Trabajos de prehistoria’, del CSIC.

La primera pista de que la zona había sido un epicentro megalítico llegó en 1923. El hallazgo ese año del dolmen de Soto, en el municipio de Trigueros (Huelva), y las excavaciones de los conjuntos funerarios de El Pozuelo (Zalamea la Real) y La Zarcita (Santa Bárbara de Casa) a mediados de siglo señalaron la importancia del tramo bajo del Guadiana para nuestros antepasados. Hoy, la lista de vestigios prehistóricos a la que se ha sumado el hallazgo de La Torre-La Janera es enorme.

En el margen portugués del río están los menhires decorados de Lavajo I y las cistas megalíticas (pequeños monumentos funerarios formados por cuatro piedras planas) de Lavajo II y de Cerro do Malhão. En la zona española, se han hallado los menhires (piedras alargadas mínimamente talladas) de Piedra Hincada y Alto de Las Piedras, dos alineamientos de menhires en Cerro de las Chozas I y Los Lirios, cinco dólmenes, tres tholoi (construcciones funerarias de planta circular), ocho cistas megalíticas y cuatro necrópolis de cistas.

Un pasado mucho más rico de lo imaginado

vestigios arqueológicos en el lugar del último hallazgo prehistórico en Huelva

Poco a poco, todos los hallazgos arqueológicos del siglo XX fueron construyendo una historia. Una que hablaba de una región habitada de forma estable y de actividad megalítica casi frenética. Ahora, las prospecciones en la finca de La Torre-La Janera y el uso de nuevas técnicas de fotointerpretación de imágenes satelitales y aéreas y el uso de datos obtenidos mediante LiDAR (láser) han revelado que el pasado de la región es todavía mucho más rico de lo que se creía.

Tal como recoge el artículo, la primera fase de las investigaciones ha sacado a la luz 526 menhires de formas variadas y de entre 1 y 3,5 metros de longitud. Una gran parte de ellos está todavía en las canteras de donde se extraían, inacabados o desechados. En muchos todavía se observan las marcas de los trabajos de tallado y pulimento. Alrededor de la mitad de los menhires forman parte de conjuntos más amplios, 26 alineamientos de hasta 250 metros de longitud y dos crómlech, formando un círculo como en el mítico monumento de Stonehenge.

cistas megalíticas halladas en la provincia de Huelva

Todos están situados en laderas o cimas, terrenos que ya estaban sobre el nivel del agua cuando el estuario del río bañaba casi todo el territorio. Además, se han hallado cerca de medio centenar de soportes similares a los majanos y que probablemente fueron usados con fines agrícolas. También hay dólmenes, túmulos y cistas que, por ahora, permanecen bajo tierra. Buena parte de ellos se agrupan, junto con los menhires, en tres grandes recintos o necrópolis construidos sobre terrazas emplazadas en cerros prominentes, de amplia visibilidad, “cuyas cimas y laderas fueron transformadas topográficamente”, según el estudio.

Y la lista sigue. Los trabajos de estudio se iniciaron a finales del año pasado y estos son solo los primeros resultados. La investigación se prolongará al menos hasta 2026, cuando se espera poder hacer ya un análisis integral del yacimiento. Los investigadores concluyen que, por ahora, La Torre-La Janera es un sitio único en la península Ibérica y casi en Europa. Un lugar en el que el río, el océano y los montes se fusionan con los esfuerzos de nuestros antepasados por dejar una huella que resonase en el futuro.

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Imágenes | Unsplash/Kristine Wook, CSIC

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