Conviviendo con robots en China: todo lo que asombra a un europeo

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Amanece en Shanghái (China) y el China Construction Bank abre el cierre de su sucursal bancaria automatizada. Al mismo tiempo, las primeras luces del día llegan a Taiwán, y los brazos de Panasonic, ideados en un principio para soldar coches en Japón, empiezan a cocinar en los restaurantes Haidilao. Minutos más tarde, el Hospital Jishuitan de Pekín prepara sus robots quirúrgicos Tian Ji que operan usando 5G.

La población china se ha acostumbrado rápidamente a convivir con robots. Verlos servir comida en restaurantes como el Haidilao (HIH) o Hema (Alibaba) es algo normal. Descubrir cómo llaman al ascensor para llevar café caliente a los empleados se ha vuelto rutinario. Incluso han sido los primeros en usar los robots para desinfectar y cuidar pacientes de COVID-19.

¿Por qué China abraza a los robots?

China y Japón son países donde los robots no industriales han tenido una mejor aceptación que en otros países, como Estados Unidos o las naciones europeas. Especialmente en Japón hay tres factores principales que han elevado este uso social de los robots:

  • Una cultura en la que los robots son benévolos e incluso salvadores de la humanidad, como en la serie ‘Mazinger Z’, que data de 1960.
  • El envejecimiento de la población, que demanda cuidados por encima de las capacidades del personal humano.
  • La aceptación tradicional de los objetos inanimados, a menudo explicada mediante sintoísmo y otros credos compatibles.

Aunque China no comparte todas estas características, sí que lo hace con la última, y suma tres más:

  • Durante décadas ha sido ‘la fábrica del mundo’, con lo que su capacidad industrial de producción de robots no tiene competencia.
  • La innovación y el desarrollo de soluciones ha acelerado en los últimos años, hasta el punto de que patenta más que nadie.
  • El rápido aumento de la capacidad adquisitiva de la población ha hecho que exista un déficit de mano de obra en algunos puestos clave.

Lejos quedó un modelo en el que el país aprendía de otros. Según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), China ha superado a Estados Unidos en solicitud de patentes. Hace diez años Pekín contaba con 276 solicitudes, pero en 2019 llegaba hasta 58.990.

Es evidente que el país ha sabido encontrar su propia ruta, y esta pasa de forma completamente natural por la robotización de los servicios. Ya es totalmente normal ver robots llevando jiaozis o baozis calientes de un lado a otro de una ciudad, ver patrullas robóticas de seguridad y descubrir cómo las máquinas se encargan de abrillantar el suelo.

Llegar a un banco y que solo haya robots

El China Construction Bank tiene su sede en Pekín, pero la sucursal más automatizada el mundo está en Kiu Kiang Road, en Shanghái. Ya en el temprano 2015, cuando algunos países nos peleábamos por que el reconocimiento de voz nos entendiese, el robot Jiaojiao conversaba en chino de forma fluida con una niña sobre los ahorros de esta última: ¿Solo quieres ahorrar un céntimo? ¡Esto es muy poco!”.

Desde entonces, la sucursal se ha convertido en el centro de investigación primario en atención al cliente. Si funciona allí, la medida se extiende rápidamente al resto de establecimientos de la marca. En 2018 el CCB lanzaba un comunicado: “El equipo de autoservicio [robots] puede manejar más del 90% del efectivo y los servicios sin efectivo de un banco tradicional”.

A Jiaojiao le siguió Xiao Long (‘pequeño dragón’) y una serie de cabinas autónomas que facilitan todo tipo de servicios contables y financieros a los clientes. Hoy en día es el banco más automatizado que existe. Prácticamente todas las tareas se llevan a cabo en modo autónomo, aunque cuenta con un pequeño ejército de programadores.

Cuando los robots manejan otros robots

Resulta fascinante descubrir a un robot llevando té caliente a un edificio de oficinas. Pero aún más si el robot es capaz de superar el control de seguridad o ‘invocar’ al ascensor sin pulsar botones. Controlado mediante los datos del edificio, el droide de reparto de bebidas solo tiene que pedir permiso telemático para tomar el ascensor que le llevará a la planta adecuada.

Quizá no lo parezca, pero un ascensor es un tipo de robot. Estamos acostumbrados a imaginarlos con forma humanoide (androides y ginoides) y olvidar que los primeros robots totalmente automatizados se construyeron en Nueva York en 1957 de la mano de Elisha Otis.

Aunque aún no está tan extendido, ya es frecuente ver cómo las cadenas chinas de televisión adoptan máquinas virtuales para dar las noticias. Hace un año se extendió la noticia de que la cadena Xinhua News había contratado a Sogou para diseñar la primera inteligencia artificial en dar las noticias tanto en inglés como en chino.

En el caso chino, Sogou copió las facciones del reportero Qiu Hao y la tecnología se hizo famosa debutando en el 5º Congreso Mundial de Internet, celebrado a finales de 2018 en la provincia de Zhejiang. La misma Sogou rediseñó el avatar y la tecnología para adoptarlo a un avatar femenino 3D que aparecerá en China Two Sessions, uno de los actos plenarios anuales del Gobierno chino.

Robots contra la covid-19

Bancos autónomos en Shanghái, restaurantes con brazos industriales y camareros cibernéticos en Taiwán y robots quirúrgicos en Pekín bajo el paraguas del 5G. Lo cierto es que la robotización en esta parte del mundo excede con mucho la que observamos en Europa, y uno de los factores clave para su aceleración ha sido la COVID-19, que ha impulsado el uso de máquinas en todos los ámbitos.

En 2018 la cadena internacional Haidilao International Holding anunció que una IA controlaría a sus ‘cacahuetes’ (robots camareros) y los brazos industriales de Panasonic que preparan platos en la cocina. Haidilao fue una de las firmas, junto con Tencent, que antes reaccionaron ante el coronavirus. Solicitaron a todos sus empleados trabajar desde casa a finales de enero.

Con estas y otras medidas de confinamiento de trabajadores, la respuesta natural ha sido aumentar la fuerza robótica para hacerse cargo de los servicios abandonados por los humanos. Especialmente en aquellos sectores críticos en los que el distanciamiento social es recomendable, como el servicio de comidas de los hospitales.

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El uso de robots en momentos de crisis no es nuevo. Ya se usan en terremotos, inundaciones e incendios, pero estos días estamos viendo máquinas autónomas recorriendo pasillos de hospital y llevando víveres y medicinas a hogares, como es el caso de White Rhino.

En Wuhan se ha llegado al extremo de diseñar y construir el Wuhan Wuchang Smart Field Hospital, un hospital autónomo a la vanguardia de la robotización para reducir los contagios a personal sanitario. Es aún un prototipo, pero se esperan más hospitales robotizados en pocos meses.

¿Y EL trabajo HUMANO?

Además de las mencionadas arriba, existe otra diferencia clave entre la mentalidad occidental y la asiática en materia de robots y trabajo. En Occidente, bajo la sombra del ludismo y neoludismo, vemos a las máquinas como competidores. Bajo el prisma asiático, los robots son herramientas que ayudan, incluso cuando son extremadamente inteligentes o desplazan trabajo.

El año que viene la Academia China de las Ciencias Sociales apoyará una nueva estrategia quincenal (2021-2036) que haga uso de un impuesto para robots que financie la reestructuración de los trabajadores. Es decir, crear un fondo para formar a las personas en nuevas habilidades, ahora que las suyas se automatizan. Es algo que propuso Bill Gates en Estados Unidos sin mucho éxito.

En lugar de luchar contra los robots, las ciudades chinas los integran tan rápido como es posible hacerlo con el objetivo de liberar a los trabajadores de cara a trabajos más creativos y valiosos, de mayor valor añadido. Si China fue en su momento fuerte en fabricación, hoy lo es en robótica. Y este sector los está liberando de tareas tediosas, permitiéndoles acelerar una industria de ideas.

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Imágenes | Unsplash/Road Trip with Raj

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