Asistimos a la sexta extinción masiva.
Un reciente estudio publicado en septiembre de este año en la revista ‘Nature’ por Tim Newbold y su equipo, del Centro de Investigación sobre Biodiversidad y Medio Ambiente del UCL, apunta a que el cambio climático y el uso de la tierra está eliminando la biodiversidad del Mediterráneo y el trópico.Esta evidencia se suma a otras que ya apuntaban a este mar como una de las áreas más afectadas.
Es una prueba más que señala, de nuevo, que el Mediterráneo es uno de los entornos más vulnerables del planeta al cambio climático. Fue el mar más contaminado del mundo por hidrocarburos en 2011 y actualmente se calienta un 20% más rápido que el resto del globo. Eso deja en mal lugar a las especies ya en peligro, como es el caso de la tortuga mediterránea (testudo hermanni).
Así pierde biodiversidad el Mediterráneo
“La biodiversidad mundial está experimentando una rápida disminución”. De esta forma abre el mencionado paper, titulado ‘La biodiversidad tropical y mediterránea es desproporcionadamente sensible al uso de la tierra y al cambio climático’. Este concluye que por cada grado Celsius que gane el Mediterráneo, se perderá entre un 10% y un 14% de las especies.
Esto incluye a la testudo hermanni, un ejemplar autóctono catalogado como «casi amenazado» por parte de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). Protegida por la Convención de Berna, esta subespecie del género testudo entró en la lista roja de la IUCN en 1982 al considerarse «vulnerable» y, por tanto, amenazada.
Solo a través de una estricta política de protección y repoblación ha sido posible restaurar, a lo largo de las décadas, el volumen de ejemplares de esta especie. Sin embargo, estos esfuerzos contra la caza ilegal y la contaminación podrían resultar infructuosos debido al calentamiento global.
En el estudio de Tim Newbold, que se centra en el área del Mediterráneo y los trópicos, se puede leer cómo de las 47 044 especies monitorizadas en los 91 países estudiados, el 30% no logrará llegar a 2060 si las temperaturas siguen subiendo. Y, de momento, nada apunta a que esto vaya a cambiar.
Asistimos a la sexta extinción masiva
Las extinciones masivas son eventos en los que el número de especies cae drásticamente en un periodo corto de tiempo. La más conocida es la extinción del Cretácico-Terciario, hace 65 millones de años, que eliminó en 30 días al 76% de las especies. La anterior, la extinción del Triásico-Jurásico, hace 210 millones de años, tardó un millón de años en alcanzar la misma cifra.
En la actualidad se está dando un fenómeno conocido como la sexta extinción masiva o la extinción masiva del Holoceno. La causa no es un meteorito ni la fragmentación de un continente, sino el calentamiento global antropogénico y la presión de los seres humanos en prácticamente todos los entornos del planeta.
Lo cierto es que esta extinción no se inició con el calentamiento global, sino hace 50 000 años con la llegada de los seres humanos a varios continentes, erradicando en poco tiempo casi toda la megafauna europea, asiática, americana y australiana. Pero en la actualidad los seres humanos han empeorado la situación. Así es el Antropoceno.
Se estima que la fauna vertebrada se ha reducido en un 68% en la naturaleza —no en ganadería para consumo humano, constituyendo a su vez un problema ambiental de calado— en apenas 50 años. Desde el año 1500 el ser humano ha erradicado al menos 680 especies de vertebrados, y cerca de un millón de plantas y animales (de los ocho millones catalogados) están en peligro, según datos de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) de la ONU.
Subida de la temperatura global y erosión del medioambiente
Esta sexta extinción masiva, que podría erradicar en pocas décadas a la testudo hermanni, tiene como causa principal la degradación de los ecosistemas, ya sea debido a la caza y pesca sin control, a la antropización del entorno para convertir bosques en campos de cultivo, al traslado de especies a lugares donde resultan invasoras y, en última instancia, al cambio climático.
A esto se suma la contaminación de biomas, el empuje derivado del crecimiento poblacional o la falta de restauración de zonas de explotación una vez han dejado de usarse. La sobreexplotación de suelos y masas de agua es particularmente significativa en el área húmeda del Mediterráneo. Sus consecuencias más severas pueden observarse en el Mar Menor.
Según los expertos, el Mar Menor constituye una avanzadilla de lo que le ocurrirá al Mediterráneo si se siguen vertiendo aguas residuales a la naturaleza, con frecuencia derivadas de la actividad agraria o industrial de la zona, pero también residuos urbanos humanos sin tratar.
Es el caso de los microplásticos, para los que las plantas de tratamiento de residuos no están preparadas. Además de contaminar el entorno como partículas, hace años que se conoce su potencial emisor de metano, gas de efecto invernadero 21 veces más potente que el dióxido de carbono.
Frenar el calentamiento global es importante para evitar que la sexta extinción masiva siga avanzando. Sin embargo, no será suficiente. Aumentar de forma notable las zonas protegidas y blindar las masas de agua con políticas que protejan sus ecosistemas es indispensable para dejar de perder especies.
En Nobbot | ¿Nos podemos permitir la extinción de 1 millón de compañeros terrestres?
Imágenes | iStock/slowmotiongli, Tim Newbold et al., iStock/leonardo mantovani, Fernando Antonio Santos Fernandez, iStock/Panagiotis Dalagiorgos
La actividad humana en centros urbanos es intensa, incremento de edificios torre, contaminación quimica, sonora, aumento de temperatura todas estas variables influyen en la pronta desaparición de especies vegetales y animales presentes en las ciudades.En la ciudad de Buenos Aires (CABA)/Temperate GrassLands/se aprecia cada vez más la ausencia de aves, entre ellas , el gorrión/ Passer domesticus(especie introducida en 1871) el número de chingolos /Zonotrichia capensis/.