Españoles, los más magufos: el 37% piensa que el virus SARS-CoV-2 se creó en un laboratorio

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¿Surgió el virus SARS-CoV-2 en un laboratorio? La generación de conocimiento científico tiene un problema grave cuando los bulos corren más rápido que lo que los científicos van descubriendo y publicando.No obstante, es cierto que entender el conocimiento requiere un mínimo entendimiento de su metodología, así como actualizaciones frecuentes de los resultados, que van variando con el tiempo a medida que se sabe más.

En el lado opuesto a la construcción y divulgación de conocimiento se encuentran todo tipo de actores que tratan de sacar provecho de la falta de información, y que con frecuencia la fomentan: disputas políticas entre naciones, científicos en nómina, periodismo equidistante y un ciudadano agotado de tanto estímulo que se decanta por la consigna más gritada.

Mientras que el grueso de los investigadores del mundo trabaja por analizar el virus y buscar una cura al mismo, algunas personas como Steve Bannon,  Guo Wengui, Li-Meng Yan o Iker Jiménez siguen sembrando el caos, la pseudociencia y los bulos con publicaciones sin pruebas que relacionan el coronavirus con un laboratorio chino.

Los españoles, ¿los más cándidos?

Según una encuesta de la Universidad de Cambridge, el 37% de los españoles encontraban “fiable” que el virus SARS-CoV-2 se creara en un laboratorio de Wuhan, y el 16% que la tecnología 5G es responsable del empeoramiento de la COVID-19. Algo que por otro lado ya se esperaba.

Sus resultados se muestran en este estudio de la Royal Society Open Science: ‘Susceptibilidad a la desinformación sobre COVID-19 en todo el mundo’. La encuesta, que abarca a Irlanda, España, Estados Unidos, México y Reino Unido, analiza la exposición mediática, la edad y la posición política de los encuestados para realizar algunas afirmaciones sobre el perfil del cándido.

“Identificarse como más de derecha o políticamente conservador se asocia con una mayor susceptibilidad a la desinformación” en España, Irlanda y México, no así en Estados Unidos o Reino Unido. Algo que encaja con otros análisis previos que relacionaban pseudociencia y bulos con diferentes perfiles sociales. Al parecer hay cierta predisposición por parte de algunos colectivos a confiar en noticias falsas, siempre matizando que se trata de clasificaciones generales con muchas excepciones.

No, el virus no puede haber sido creado en un laboratorio

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Uno de los primeros artículos científicos sobre el origen del virus se publicó en enero en ‘The Lancet’. En él puede leerse que “científicos de múltiples países han analizado genomas del agente causal y los resultados concluyen, de forma abrumadora, que el origen está en la vida silvestre”.

En marzo de 2020 fue publicado otro artículo, esta vez en la revista científica ‘Nature Medicine’, titulado ‘The proximal origin of SARS-CoV-2’. En él se desmontaba la posibilidad de que el virus hubiese sido diseñado en un laboratorio, analizando la secuencia genómica.

Apenas unos meses después volvía a aparecer otro paper en la revista ‘Current Biology’ que de nuevo desmentía la posibilidad de que el SARS-CoV-2 fuese artificial. En el programa ‘¿Por qué el coronavirus no es un virus de laboratorio?’ de ‘El Método’ de RTVE, se explican algunas claves.

   

                                                              Capítulo 9: Virus de laboratorio                         

El enorme peso de la ciencia ficción

Como explica el equipo del medio ‘El Orden Mundial’ (EOM) en su nuevo libro ‘El mundo no es como crees’ (Ariel, 2020), los occidentales han sido entrenados con decenas de películas y libros en las que un virus mortal se escapa de un laboratorio para desatar una pandemia en el mundo.

Desde España se ha visto cómo este recurso cinematográfico ha sido explotado por la Administración Trump para desacreditar a China, en este caso a través del exasesor de Donald Trump, Steve Bannon. Lo que quizá ha calado menos es que el páis asiático llegó a acusar a Estados Unidos de haber liberado el virus en Wuhan. Al menos antes de entender que era natural, no sintético.

Que el virus había salido de algún laboratorio chino era una hipótesis plausible en las primeras etapas del contagio, cuando aún no se conocía el mapa del genoma. Después de todo, buena parte de la literatura occidental construye sus futuros distópicos y apocalípticos sobre esa premisa, que es conocida.

Una trama suficiente para escribir una novela

En septiembre de 2020 el bulo del coronavirus de laboratorio tuvo su máxima difusión con una aparente publicación científica titulada ‘Características inusuales del genoma del SARS-CoV-2 que sugieren una sofisticada modificación en laboratorio en lugar de una evolución natural’, dada a conocer por la viróloga Li-Meng en la revista ‘Zenodo’ y con el apoyo de la Rule of Law Society. ¿Los problemas? Muchos, pero hay que mirar en detalle:

  1. Para empezar, el documento es un preprint, no un paper científico, y además tiene bastantes errores. Se trata de un texto en el que se plantea una hipótesis no confirmada y que no arroja pruebas de ningún tipo. El centro Johns Hopkins concluye que “ofrece información contradictoria e inexacta que no respalda su argumento”, y el MIT lo ha calificado como “engañoso y poco ético”.
  2. Li-Meng Yan no es viróloga, sino oftalmóloga. Si bien es cierto que participó en varios estudios científicos relacionados, no lo es menos que no es su campo de experiencia.
  3. Zenodo no es una revista científica, sino un repositorio de información que no valora la veracidad de la información que se comparte, motivo por el que se ha convertido en caldo de cultivo para la desinformación.
  4. Rule of Law Society no es una sociedad científica, sino un grupo de presión prodemocrático cuyo primer objetivo es “permitir que el pueblo de China viva bajo un sistema nacional basado en el Estado de derecho”. Lo dicen ellos mismos en su página web. Lo cual es muy loable y democrático, pero no aporta validez científica a Li-Meng.

De hecho, todos estos datos apuntan en dirección contraria a su hipótesis del virus de laboratorio, que ha quedado completamente desmontado. Sin embargo, las personas que deciden creer a Li-Meng encuentran ‘pruebas’ en todas partes.

Para complicar más la trama, la hongkonesa Li-Meng es una opositora conocida del régimen chino y la organización Rule of Law Society, la única institución que avala el comunicado, pertenece a Guo Wengui, un exiliado chino en Estados Unidos acusado de delitos como abuso sexual y corrupción, y a Steve Bannon, exasesor de Trump conocido por el uso de bulos en campañas. Esto convierte el episodio en un jugoso thriller político, y en una conspiración.

La importancia de la prensa en el tratamiento de la noticia

Parte del problema del tratamiento de este suceso ha sido la equidistancia de la prensa al abordar temas de contenido científico. Incluso por parte de algunos medios específicos se ha dado la misma validez a un estudio científico auditado que a un preprint sin pruebas.

Según la encuesta antes mencionada de la Universidad de Cambridge, uno de los motivos que explica la candidez de los españoles es precisamente la baja alfabetización en medios digitales. Cuando los medios transmiten información falsa, es fácil que los españoles se la crean. Y no dejan de emitir bulos.

En Estados Unidos una entrevista televisiva a Li-Meng con Tucker Carlson la catapultó a la fama, y en España fue muy seguida la charla con Iker Jiménez. Esto supuso un punto clave para que muchos españoles se decantasen por la hipótesis de esta última.

Como contrapartida, fueron numerosos los periódicos que alertaron de la falta de pruebas en la entrevista: ‘El Independiente’, ‘La Vanguardia’ o ‘Nius’. También han sido desmentidas por agencias de verificación como Vericat o Maldita.

Por desgracia, a la comunicación de bulos se le aplica la Ley de Brandolini o ‘Principio asimetría de la estupidez’: “La cantidad de energía necesaria para refutar una estupidez es de un orden de magnitud mayor que el empleado para producirla”. Todos somos responsables de que los bulos sigan corriendo.

En Nobbot | Rocío Benavente, despejando los bulos de la pandemia con Maldita Ciencia

Imágenes | iStock/HomePixel, iStock/tuachanwatthana

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